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Un grupo de personas sentadas alrededor de una mesa con tazas de café en un ambiente oscuro y teatral.
CULTURA

'Nada' de Carmen Laforet llega al teatro: La 'guerra íntima' tras la Guerra Civil

La adaptación teatral de la novela ganadora del Premio Nadal en 1944 llega al Teatro María Guerrero

 En la famosa novela, “Nada” de Carmen Laforet, hace que nos traslademos a la Barcelona de 1939 y a la España de posguerra, a ese “ambiente de gentes y de muebles endiablados” que evocó Carmen cuando apenas tenía 23 años.

Mujer de cabello corto y oscuro con camisa blanca en un entorno al aire libre.
Carmen Laforet | Cedida

Esta obra lleva la firma de la adaptación de Joan Yago, mientras que Beatriz Jaén se ha encargado de la dirección de escena. por primera vez, este clásico moderno de la literatura española. Desde el primer momento, el montaje se revela como una interpretación magnífica y absolutamente fiel al espíritu de Laforet

La adaptación de Nada sintetiza su historia en una obra de tres horas de duración que capta a la perfección el tono de desesperación y rebeldía que definió la novela original, un tono que en su época fue también un grito contra la España gris de posguerra.

La atmósfera malsana, oscura y deprimente en la que Andrea se desenvuelve se percibe de forma tangible en el escenario: un mundo en declive que no ofrece nada bello. La adaptación de Yago es casi perfecta, dotada de gran ritmo y agilidad, con una estructura de escenas que fluyen rápidamente en un escenario que simular ser la casa de su familia, pero que también irá mutando en otros espacios.

Una mujer sentada en una silla en un escenario teatral con un piano y muebles antiguos al fondo mientras otra mujer sostiene a un bebé.
Obra de teartro "Nada" en el Teatro María Guerrero | Foto cedida

En un tren algo distinto al de aquella otra obra y a medianoche, llega Andrea a la ciudad condal para estudiar su primer año de universidad. “Lo que estaba delante de mí –relata Laforet sobre este primer contacto– era un recibidor alumbrado por la única y débil bombilla que quedaba sujeta a uno de los brazos de la lámpara, magnífica y sucia de telarañas, que colgaba del techo. Un fondo oscuro de muebles colocados unos sobre otros como en las mudanzas. Y en primer término la mancha blanquinegra de una viejecita decrépita, en camisón”.

Un lugar hipnótico, el de las palabras, opresivo y tenso, situado en la casa familiar de la calle Aribau, donde se hacinan sus tíos Román, Juan y Angustias, Gloria, la abuela y la criada Antonia.

 “Nada es una novela evocadora y de gran potencia visual, muy conectada con las emociones. Una historia existencialista que habla sobre la construcción del individuo, el final de la infancia y el principio de la edad adulta de una manera muy cruda y descarnada, y a la vez muy bonita e incluso vitalista en algunos momentos”. Es un personaje que descubre, que hacerse mayor, es decepcionarse y a la vez es enamorarse e igualmente encontrar tantas cosas en la vida que no pueden alcanzarse, aun pensando que así fuese y es este, uno de los aspectos con el que el espectador contemporáneo conectará con más fuerza".

Tres personas interactúan en una escena teatral, una de ellas de pie y las otras dos sentadas alrededor de una mesa.
Obra de teartro "Nada" en el Teatro María Guerrero | Cedida

Es una gran novela política y sociológica - ahora también obra de teatro- que, sin decirnos apenas nada, nos habla muchísimo sobre las heridas abiertas inmediatamente después de la Guerra Civil española y además dibuja una relación entre dos personajes femeninos el de Andrea y el de Éna, su amiga, de   manera muy compleja e interesante”.

Con un estilo rompedor, seco y cortante, pero a la vez de una belleza estremecedora, aquel título emblemático de nuestros años oscuros, escrito a principios de los 40, Laforet inauguró la lista de los  Premio Nadal en 1944.

“Es un antes y un después en la literatura española. Es una novela perturbadora y oscura, nada complaciente, que, por otro lado, desborda pasión y coraje. Fue un acontecimiento en su momento y lo sigue siendo ahora porque es una historia de gran actualidad. Laforet es brillante, es de una sensibilidad, una belleza y a la vez de una crudeza inmensas, realmente, lo tiene todo”.

Hipnotizados por el potencial de esta historia y de su autora, en la versión escénica que plantean en el Teatro María Guerrero  hasta el 8 de diciembre, tanto Yago como Jaén, se dejan arrastrar por la narración y la multitud de temas que aborda la obra. 

Sobre todo por la arrolladora voz de su protagonista, “que nos conduce a conocer la Barcelona de la inmediata posguerra, una época de hambre, miseria y mucha precariedad”.

Un grupo de personas sentadas alrededor de una mesa con tazas de café en un ambiente oscuro y teatral.
Obra de teartro "Nada" en el Teatro María Guerrero | Cedida

 La propia novela también aporta, ese 1939 donde ya empezaba a no poderse hablar en catalán, aunque en algunos ámbitos un poco más íntimos, como en el seno de la familia o en la trastienda del Barrio Chino, todavía se hablará.

Se trata esta de una época donde “las secuelas de la guerra son evidentes y durísimas, tanto en el paisaje como en la construcción de los personajes, en su estado mental y emocional.

Nada es la gran novela para entender nuestra Guerra Civil y tiene la virtud de no decir absolutamente nada sobre ella. Son poquísimas las menciones que se hacen al conflicto, pero está ahí y, de alguna manera, solo podemos entender sus efectos a través de los silencios y de las pocas cosas que la novela explica”.

Si Andrea se encuentra atrapada en “ese ambiente endiablado”, Beatriz Jaén en su difícil dirección, lo aprovecha sobre el escenario, con una puesta en escena muy viva y muy coral, muy centrada en el reparto, con especial atención a la violencia de los miembros de una familia que se han visto atravesados por las consecuencias del conflicto y a la frescura de una juventud que anhela cumplir sus sueños.

Beatriz Jaén, pensó que tenía que partir de ahí, para que Andrea la protagonista, pueda liberarse del peso de esa casa y de ese ambiente. Hay como una evolución hacia ese grito generacional que se abre paso a través de los muebles y las personas.

En medio de una atmósfera irrespirable, en ese panorama que desluce la posguerra, está la voz de Andrea. “¿Cómo sobrevive una chica de 18 años a esos estragos? ¿Cómo sigue adelante y cómo los compañeros de universidad y de generación se convierten en su fuerza para conseguirlo?”.

Con un elenco liderado por  Júlia Roch  en el papel protagonista, Nada es, además, una historia sobre una amistad. “Evidentemente existe romanticismo, pero nunca sabremos si es una relación que tenga que ver directamente con el deseo. Y esta complejidad, estos grises en los que se mueve, nos ayuda a entender muchas cosas. No es amor, pero tampoco amistad solamente.

Laforet, de una manera valiente, jamás llega a definirla porque a veces las cosas son más complejas. Una relación que se convierte fundamentalmente, en suplante escénico. Esa amistad revolucionaria entre dos personas que se van a cuidar y a acompañar será esencial en la supervivencia de la protagonista. Es la manera que tiene ella de seguir, de quitarse de encima el lastre familiar y sus circunstancias.

Toda una revolución vital, en palabras de la propia Laforet, que hoy, más que nunca, adquiere una mayor pertinencia. “Son mujeres contándose lo que sienten y lo que les ha sucedido, queriendo volver a la amistad como lugar seguro...

Dos hombres enfrentados en una discusión intensa.
Obra de teartro "Nada" en el Teatro María Guerrero | Cedida

Ese querer acompañarse es una revolución. Es lo que nos da la fuerza para poder sentirnos comprendidas y apoyadas. Mira lo que ocurre ahora. Lo estamos viendo todo el rato. Qué importante es hablar entre nosotras, contarnos, acompañarnos. Es la fuerza vital. La propia Laforet valoró siempre mucho la amistad.

Adaptada por primera vez al teatro, para esta versión escénica Yago, autor con la compañía, La Calòrica en  obras como Las aves” o la reciente, Le congrès ne marche pas .

Hemos intentado – comenta Joan Yago - que no se note un punto de vista o una voluntad dramatúrgica sobre la adaptación, sino que la experiencia que tenga el espectador sea lo más cercana posible a la que tiene un lector que la lee, con todos sus ingredientes, su complejidad y sus claroscuros”, comparte el dramaturgo.

Una mujer sonriente con abrigo y bufanda está de pie en una calle transitada con personas y vehículos en el fondo.
Carmen Laforet | Cedida

El desafío no es pequeño, con un ritmo de edición literaria de forma   anual desde que se publicó, Nada se ha convertido en una de las novelas más apreciadas por los lectores. “Andrea, escribió Carmen Laforet en el prólogo de su   edición de 1957, que busca entre unos seres, en una atmósfera de vida desquiciada por las circunstancias, algo que su educación le ha dado derecho a esperar: una verdad en las convicciones, una limpieza en la vida, un ideal fuerte que le resuelva el sentido de la existencia”.

Esta familia burguesa venida a menos se convierte, en el fondo, en una metáfora de una España igualmente quebrada, donde el hambre y las divisiones políticas ensombrecen el futuro. En esta versión de Nada, se mantienen presentes temas como la violencia hacia la mujer, el feminismo y la decadencia de Occidente. Además, la obra cobra una nueva dimensión al abordar desde una visión presente la liberación femenina y el patriarcado, y presenta una visión del mundo que continúa provocando dolor y desconcierto. Jaén y Yago no ocultan el desencanto casi sociópata de Andrea, ni los ecos de su sexualidad, insinuados en la novela y aquí abordados de manera explícita y sin titubeos.

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