
Lo oculto de la primera corrida 'televisada': Qué pasó con Machaquito y Cocherito
Una de las primeras cintas taurinas se grabó en la vieja plaza de toros de Albacete en su Feria de septiembre de 1911
Al actor, director y guionista Orson Welles se le atribuye la frase: “El torero es el único actor al que le pasan cosas de verdad”. Pues debe ser ese el principal argumento que esconde -y ha escondido- el interés por filmar la fiesta de los toros.
Kilómetros de celuloide se han consumido a lo largo de la historia del cine para recoger una corrida de toros. O cualquier otro acontecimiento relacionado con la Tauromaquia. Y su importancia es tal que hasta los hermanos Lumière quisieron llevar a la gran pantalla ese enfrentamiento épico entre el toro y el torero. Lo hicieron el 8 de mayo de 1898, cuando rodaron una corrida celebrada en Nimes, localidad francesa ligada a la fiesta de manera indiscutible.

Ese carácter pionero de la cinta casi documental de los inventores del cine se trasladó a otro buen puñado de hombres. Estaban entregados, por devoción y dinero -no nos engañemos-, a los toros. Y esta es la causa de que en 1911 ya se rodara una película en la ciudad de Albacete. Casualidad o no, el cine se fijó, a las primeras de cambio, en los compases iniciales del pasado siglo, en una tierra de tan arraigada afición ibérica y en su Feria.
El hallazgo hay que atribuírselo al archivero e investigador Francisco Fuster Ruiz. En su afán por recuperar para el conocimiento popular la historia albaceteña, fechó en un reportaje en La Voz de Albacete que esa tarde de toros, recogida por una arcaica cámara cinematográfica, tuvo lugar el 9 de septiembre de 1911.

Ese día, en el cartel de la plaza de toros vieja de la ciudad figuraba Rafael González Madrid, 'Machaquito'. También Cástor Jaureguibeitia Ibarra, 'Cocherito de Bilbao', con toros de Vicente Martínez. La mencionada plaza fue levantada en 1829 y dejó de funcionar en 1916.
Una mala tarde
No pudieron protagonizar una buena tarde ambos diestros. La crónica que publicó el fotógrafo Julián Collado, metido a crítico taurino en la revista Arte Taurino, comenzaba de esta guisa: “Si no fuera por la obligación ineludible de informar a los lectores de Arte Taurino, bien me sé cómo había de hacer la reseña de esta corrida”. Y añadía: “Con decir: los seis toros de Colmenar, mansos, y alguna otra palabra, habría terminado mi modesta misión; pero hay que decir algo más y no tengo otro remedio que molestar a ustedes”.
Y a partir de ahí, un puyazo tras otro a la ganadería. “Entre los seis toros y la buena voluntad de las dependencias mataron cinco jamelgos, y si no hubo pólvora de firme no se atribuya a la valentía del ganado, sino al saber de los toreros”.

Respecto a los toreros, así se pronunció el fotógrafo albaceteño. “Machaquito, digan lo que quieran los termómetros, no demostró en nada que se halle en el ocaso de su carrera. Al primero, que humillaba de firme y era manso como toda su familia, le pasó de cerca y valiente y, ayudado por Camará y Blanquet, atizó un pinchazo que bastó: ovación y oreja. En el tercero, después de una faena lucida, mete un volapié superior cuando la tropa se entretenía en marear al moribundo. Fue alcanzado Machaquito y derribado, saliendo con la taleguilla rota y sin más percances, no sé por qué. Un descabello y segunda ovación y segunda oreja. En el quinto, que llegó en malas condiciones a la muerte, se mostró pesado el cordobés con la franela. Y en cuanto pudo, y a paso de banderillas, agarró una que con dos intentos bastó para que fuese arrastrado el animalito. En quites y con la capa cumplió”.

En cuanto al segundo diestro, Julián Collado escribió: “Cocherito, en el primero, estuvo valiente, pero con el estoque no hizo otra cosa que dar un solemne bajonazo. En su segundo, se lució muchísimo más con el trapo rojo, pero con el acero necesitó dos buenos pinchazos, media delantera, una metisaca, un descabello y un pinchazo. En el sexto, pasó de muleta con sabiduría y arte, para media superior, con el capote más lucido que su compañero”. Y para finalizar, añadió: “La entrada bastante buena. La presidencia, bien”.
En términos similares se manifestó el crítico de El Diario de Albacete, que en su crónica habló de que no había sido una gran corrida, ni mucho menos. “Resumen, mala corrida, aunque el de Córdoba -Machaquito- ha estado muy bien”. Pues resulta contradictorio, a juicio de Fuster Ruiz, que la película en cuestión se titulara Gran corrida de toros en Albacete, cuando lo escrito y rodado fue todo lo contrario.

Sea como fuere, el estreno de la cinta fue todo un acontecimiento, convertido a su vez en un éxito de público. Llenó el Salón Liceo del Casino Artístico de la capital, idéntico escenario en el que se forma oficial se estrenó el cinematógrafo en Albacete en 1897. Fue el 7 de noviembre de 1911. Una fecha a tener en cuenta porque más allá de tratarse de la primera película taurina albaceteña, quizá sea la primera película rodada en Albacete.
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