
Giro radical del influencer Pablo G. Navarro: De las redes a convertirse en sacerdote
El granadino de 35 años ingresará en el Seminario en un mes tras acudir a un evento de la comunidad religiosa Hakuna
El influencer granadino Pablo García Navarro (1990, Granada), @pablogarna, ha sorprendido a sus seguidores con un anuncio que marca un antes y un después en su vida. Este 1 de septiembre, a través de un emotivo vídeo, ha comunicado que dejará progresivamente el mundo digital. Lo hará para entregarse a lo que considera su auténtica "llamada": el sacerdocio.
“Mi verdadera vocación es una vida de entrega completa al servicio de los demás”, afirmó. Subrayó que ninguna comodidad ni éxito alcanzado en redes sociales puede llenar el anhelo profundo de su corazón.
En su declaración, García Navarro contrapuso la vida idealizada por muchos, “dinero, un trabajo que me encanta... viajes, mi coche”, con su búsqueda interior, preguntándose: “¿De qué me sirve todo eso si en el fondo de mi corazón hay otra cosa?”. Su objetivo es tajante y radical: “Lo único que quiero en esta vida es ser santo; todo lo demás va detrás y me sobra”.
Rechazando lo que definió como un simple “plato de lentejas” superficial, anunció que su camino se orientará hacia el silencio, la oración, los hábitos y el servicio a los demás.
Un elemento determinante en su proceso de conversión ha sido la comunidad Hakuna. El propio Pablo García Navarro reconoció que asistir a una de sus Horas Santas le ayudó a apartarse de su antigua vida vinculada al “mundo de la noche”. Ahora, ha confirmado que ingresará en el seminario “en unas semanas” y que su meta es ordenarse sacerdote “en unos años”.
De momento, el influencer seguirá activo en redes sociales durante septiembre de 2025 para cumplir con sus compromisos publicitarios. Su futuro inmediato se dirige con claridad hacia el Seminario Mayor Diocesano San Cecilio de Granada, institución que todo apunta será su destino formativo.
La renuncia de Pablo García Navarro a la fama en el punto álgido de su popularidad se presenta como un gesto contracultural de gran impacto. Apostar por una vida de silencio y servicio en una era dominada por el ruido mediático convierte su decisión en una declaración de intenciones sobre las prioridades humanas.
Con este anuncio, García Navarro abre un nuevo capítulo vital que invita a reflexionar sobre la relación entre fe, éxito y sentido de vida. Y al mismo tiempo, brinda la oportunidad de repasar la trayectoria de un joven que pasó de ser una de las voces más visibles en el ecosistema digital. Finalmente, decidió elegir el camino del sacerdocio.
De las adicciones a las pasarelas
Pablo García Navarro, nacido en Granada en 1990, ha construido su identidad pública bajo el perfil de redes sociales @pablogarna. Con 35 años, su trayectoria lo ha llevado de las pasarelas como modelo al mundo digital como creador de contenido.
Procedente de una familia granadina profundamente arraigada en la fe cristiana, se ha identificado como el mayor de ocho hermanos. Este contexto ha marcado su visión de la vida y su sentido de comunidad. Su formación incluyó el paso por el Colegio Altair, institución que tuvo un papel relevante en su educación inicial.
Un aspecto decisivo en su historia es el proceso de superación personal. En su juventud atravesó una etapa de adicción a las drogas, experiencia que ha relatado públicamente con franqueza.
“Me mataba llegar a mi casa colocado, con los ojos inyectados en sangre”, confesó al recordar aquella época, destacando, además, el dolor causado a su madre por sus mentiras. Tras un punto de crisis, decidió someterse a un tratamiento de desintoxicación que le permitió, en sus propias palabras, “recuperar las riendas de su vida”. Así pudo retomar sus estudios, sentando las bases para la carrera que después consolidaría.
La construcción del fenómeno @pablogarna
La carrera digital de Pablo García Navarro comenzó en 2019, cuando abrió su cuenta de Instagram. Su intención era “sacarse un dinerillo” a través de trabajos como modelo.
Al principio, su perfil reunía fotos de portafolio y escenas cotidianas, sin una estrategia de contenido clara. El salto de visibilidad llegó de manera inesperada un año y medio después. Tras aparecer en el videoclip 'El Último Johnny Bravo' de Sofía Ellar y ser etiquetado, sus seguidores pasaron de 3.000 a entre 6.000 y 7.000 en tan solo dos semanas.
El público no se sintió atraído por la imagen de “malote” o “macarrilla” que proyectaba en el vídeo, sino por el contraste que descubrieron en su perfil. Fotografías con cruces, referencias a capillas y una espiritualidad mostrada de forma natural.
A partir de ahí, su cuenta evolucionó de un portafolio de modelaje a un blog de estilo de vida. Incluía viajes, experiencias y una creciente dimensión religiosa. En 2021, su influencia se reflejó también en proyectos sociales, como la iniciativa que promovió desde sus redes para ayudar a personas sin hogar.
Su trayectoria digital lo distingue de otros creadores de contenido. García Navarro ha afirmado no tener haters y asegura que su mayor recompensa no son las métricas ni los lujos. Valora los “milagros continuos” que le narran sus seguidores al compartirle experiencias de fe, desahogos personales y testimonios de acercamiento a la espiritualidad.
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