
El drama de la princesa Bee, hija del duque de Edimburgo:'Vivió de prestado en España'
El libro 'Bee' de Cristina Barreiro cuenta la historia de Beatriz de Sajonia-Coburgo, una victoriana exiliada en España
Bee. Beatriz de Sajonia-Coburgo, una princesa victoriana en España es el tercer libro sobre la monarquía de la escritora, historiadora y profesora de universidad Cristina Barreiro (Ferrol, 1973). La protagonista es la princesa e infanta Beatriz de Sajonia-Coburgo Gotha, nieta de la reina Victoria del imperio británico y del zar Alejandro II.
Rompió esquemas como adelantada a su tiempo y más en la corte española. Y fue la esposa de Alfonso de Orleans y Borbón, envidiado por el rey Alfonso XIII.
-Ha consultado mucha documentación en distintos archivos, se echon en falta algunas declaraciones de la princesa, es decir, de primera mano. Ella escribía mucho en su diario. ¿A qué se debe?
-He consultado el archivo de la Fundación Duques de Montpensier, en Sanlúcar de Barrameda. También los fondos del Archivo General de Palacio, y he tenido acceso a parte del archivo de Alfonso de Orleans que se conserva en la Universidad de Harvard. Ella era muy habladora y en sus cartas pueden identificarse sus opiniones. También concedió alguna entrevista en prensa, sobre todo para hablar de las exposiciones benéficas que organizaba. Fue una mujer de carácter y eso puede tener más peso en un perfil biográfico que “declaraciones” de corte político.

-Como usted dice casi al final de su obra, Beatriz de Sajonia-Coburgo fue una adelantada a su tiempo. ¿Con qué figura de la aristocracia o monarquía de los actuales la compararía y quién sería su opuesta?
-La realeza ha cambiado. Ella es un personaje educado en las normas del siglo XIX. Una princesa victoriana marcada por la personalidad de su abuela, pero también de su madre, una Romanov de pura cepa. Hoy en día ya no tenemos figuras como ella, o al menos no con una proyección pública como la que Beatriz llegó a tener en el primer tercio del siglo XX.
Entonces era todo más endogámico y hoy las monarquías han perdido parte de los lazos familiares que las hacían tan fabulosas. ¡Todos primos, sobrinos y parientes! Eso puede tener su lado positivo, pero también negativo. Y más en unos círculos de socialización poco democráticos como eran entonces. Las mujeres de su condición eran infinitamente más cosmopolitas que el resto de la sociedad. Pero ahora todo se ha igualado hacia abajo.
-¿Cómo, teniendo la personalidad que tenía según se desprende de su libro, no fue discriminada en las cortes europeas porque era lo que los anglosajones llaman woman out of the book?
-Precisamente por eso. Porque estas mujeres viajadas, formadas, cultas y con buenas relaciones sociales, eran mucho más snobs que la sociedad burguesa o una aristocracia media. Fumaban, hacían deporte, tomaban sus copitas y los amoríos tampoco estaban fuera de circuito.
Las propias hermanas de Bee… cada cual con su historia personal escandalizante en la época. Lo de Ducky fue la comidilla de la realeza. Pero es que las costumbres en las élites eran más permisivas que en el resto de las clases sociales, aunque aparentemente no fuese así. Es parte de la propia contradicción de la época victoriana y la llamada “doble moral”.

-En un acto que coincidió con Francisco Franco no pudo morderse la lengua y le espetó de forma contundente. De hecho, lo hizo con Alfonso XIII, en una fiesta. ¿Qué hay de cierto en ello?
-Todo cierto. Bee no se callaba. Y aunque era respetuosa en las formas, tenía un sentido del humor que le causó alguna que otra reprimenda materna. Y con el mundo diplomático, militares compañeros del infante (don Alfonso de Orleans y Borbón) e incluso políticos, no dejó de mostrar sus opiniones. Era más activa y directa que la propia reina, su prima Victoria Eugenia.
-Gracias a su personalidad fuerte pudo adaptarse a los designios de su vida, que no fueron fáciles. ¿La princesa pensó alguna vez en tirar la toalla?
-Eso nunca. Era una mezcla entre Romanov y Sajonia-Coburgo. Una mujer curtida. Que pasó de ser la hija mimada del duque de Edimburgo y uno de los mejores partidos de su tiempo, a una princesa exiliada y casi en la ruina. Que vivía de prestado.
Con dramas personales enormes: su hermano, su propio hijo, las guerras… pero ella siempre se levantó y siguió adelante. Y Alfonso de Orleans fue un pilar enorme. Creo que debieron de ser un matrimonio genial. Con sus extravagancias, pero leales.
-¿Sigue en pie el centro que fundó?
-No. La Casa de la Maternidad, que ella puso en marcha y financió desde 1940 en la calle Almonte, de Sanlúcar de Barrameda, ya no se conserva. En la España de posguerra, había mucha miseria y su obra hizo mucho bien. Ya saben lo que se decía, “la leche de la infanta y los huevos del infante”… había que dar de comer a mucha gente.

-¿En algún caso, Alfonso de Orleans prestó un servicio de inteligencia o espionaje para el Estado español?
-No como tal. Desde luego no era un agente del CNI. Pero es verdad que no dejó de buscar ayuda para la causa nacional desde Londres. También utilizó los buenos contactos que hizo en la casa Ford y muchos de sus viajes a Rumanía y a Alemania para mediar a favor de lo que él creía sería la restauración de la monarquía.
-En su libro recoge la caída de varios imperios y monarquías. Actualmente, la más consolidada es la británica, aunque desconocemos hasta cuándo. ¿Qué recorrido tiene el papel, que no el poder, de la monarquía hoy por hoy?
-Tienen su papel. Y un importante papel. Lo que algunos puedan tachar de antiguo o anacrónico pienso que están equivocados. Se lo escuché hace poco a Charles Powell en un Curso de Verano del CEU en El Escorial sobre la Monarquía y tenía toda la razón. Precisamente, el ser una institución que está por encima de los gobiernos y de los intereses ideológicos, es lo que mantiene el valor histórico que las consolida. Y eso las hace modernas.
El rey representa una Jefatura del Estado desvinculada de los partidos políticos, lo que permite actuar como poder moderador y simbólico; el soberano tiene una función de arbitraje y moderación. Y no se puede argumentar como “talón de Aquiles” la vía hereditaria de la Corona porque la Corona está al servicio del interés general, desvinculada de la lucha política.
-¿Qué le parece que Juan III no llegase a Rey como le correspondía?
-A Bee y al infante de Orleáns no creo que les hiciese mucha gracia. Porque técnicamente la jefatura de la Casa correspondía a don Juan. Y para ellos, por encima de todo, estaba el rey. Pero no olvidemos que todo ese proceso también contribuyó a hacer posible una Transición que, sin necesidad de idealizar, es la base de la España que actualmente disfrutamos. En la que hubo consenso y cesiones. Y eso hay que agradecerlo y valorarlo.
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