El chotis un baile castizo que se disfruta este agosto en Madrid: Esta es su historia

Los festejos en honor a San Cayetano, en la zona del Rastro y Embajadores, marca el inicio de las fiestas populares madrileñas de agosto, y con ellos renace otro año más una música y un baile que ya cuenta con más de un siglo de existencia, el chotis.

Esta tradición tan madrileña se está perdiendo porque no hay relevo generacional. “Quedamos cuatro mayores que nos dedicamos a difundir este baile tan castizo que resurge todos los meses de agosto” apostillan desde la Asociación Castiza Madrileña. A pesar de que las nuevas generaciones pueden estar más alejadas de estas tradiciones, el chotis se mantiene gracias a asociaciones culturales y academias de baile que lo enseñan y lo promueven entre los jóvenes.

Las fiestas de San Cayetano, junto con el chotis, son un reflejo del Madrid más castizo, donde las tradiciones se mantienen vivas y son celebradas por los habitantes de la capital.

El chotis no es solo un baile, sino un símbolo de identidad para los madrileños. A pesar de los cambios sociales y culturales, esta danza sigue siendo una tradición viva, que une a generaciones y celebra el espíritu de Madrid.

Historia del chotis

El chotis es una música y baile con origen en Bohemia. Su nombre deriva del término alemán Schottisch ("escocés"), una danza social centroeuropea a la que en Viena se quiso atribuir origen en un baile escocés. Diversas variantes del schottisch perviven en la tradición argentina (schotis). Se puso de moda en casi toda Europa durante el siglo XIX y se extendió a América. El chotis es un baile agarrado y lento que suele ejecutarse dando tres pasos a la izquierda, tres a la derecha y vueltas. En el momento en el que cambia la música, la pareja debe cambiar la dirección circular del movimiento. La clave de todo el proceso está en los pies.

El chotis llegó a Madrid en 1850 y ha quedado noticia de que se bailó por primera vez en el Palacio Real, la noche del 3 de noviembre de 1850, bajo el nombre de "polca alemana". Se hizo luego popular y baile castizo por antonomasia del pueblo de Madrid.

Se baila en pareja al son de un organillo​ y durante el baile la mujer gira alrededor del hombre, que a su vez va girando sobre su propio eje, de ahí que se haya hecho popular el dicho de que "no se necesita más que un ladrillo para bailarlo". Es típico verlo bailar en las verbenas de Madrid, las mujeres ataviadas con un mantón de Manila y pañolón cubriendo media cabeza, y los hombres, mirando siempre al frente y vestidos con chaleco, pantalón de rayas y una parpusa o gorrita de visera.