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Hombre con boina tocando un acordeón en un sendero rodeado de vegetación exuberante
CULTURA

Chango Spasiuk 'embajador' del Chamamé argentino: 'Siempre pongo a prueba al acordeón'

El artista argentino llega con su espectáculo “Taco y suela: tradición” este miércoles en Sala Galileo Galilei de Madrid

Con más de 35 años de trayectoria, Chango Spasiuk es uno de los embajadores del Chamamé, la música tradicional del nordeste argentino. Nacido en Misiones, de raíces ucranianas, Spasiuk ha sabido tender puentes entre la tradición oral y las nuevas corrientes sonoras, llevando el Chamamé a escenarios internacionales.

Este 9 de julio se presenta en la Sala Galileo Galilei de Madrid con su espectáculo “Taco y suela: tradición”. Estará acompañado por el percusionista Marcos Villalba y el acordeonista Enzo Demartini. Conversamos con él sobre su universo musical, sus influencias y su mirada sobre el presente y el futuro de la música de raíz.

-Chango, ¿cómo definiría el espíritu del espectáculo “Taco y suela: tradición” que trae a Madrid?

-He estado girando muchos años por Europa. He venido menos estos últimos años por España y he trabajado con diferentes formatos, cuartetos con guitarras y con violín.

En Argentina venía desarrollando un espectáculo que se llama “Taco y suela”; era un espacio donde me encontraba con acordeonistas jóvenes y tocábamos un repertorio con 30 o casi 40 años de diferencia de cuando éramos niños. Hemos aprendido a tocar el acordeón. Hoy que me encuentro con nuevas generaciones de acordeonistas. En vez de decirles que aprendan a tocar mis composiciones y hacer un proyecto juntos, les propongo muchas veces encontrarnos en ese repertorio que tiene que ver con nuestras infancias, la mía hace 30 o 40 años atrás y las de ellos hace muy poco tiempo, con compositores tradicionales de la música del nordeste argentino que sigue vigente y vivo en esta música de transmisión oral.

Este concierto tiene un pilar muy fuerte en este repertorio de compositores tradicionales en los que yo toco desde el acordeón hasta el piano. Enzo Demartini toca un pequeño acordeón diatónico que ha viajado desde Europa al resto del mundo y que se ha vuelto música folklórica en cada lugar, siendo una herramienta fundamental en cada uno de los sitios donde ha llegado; como el vallenato en Colombia, o la música norteña en México y así en tantos países como La Argentina, es una herramienta fundamental en la construcción de lo que hoy conocemos como el “Chamamé”.

Hombre con barba y boina tocando un acordeón en un entorno natural, anuncio de un concierto en Madrid el 9 de julio de 2025 en la Sala Galileo Galilei con Chango Spasiuk Trío y Taco & Suela Tradición
El cartel del espectáculo de Chango Spasiuk en Madrid. | Yonathan Adamchuck

El otro pilar de mi concierto está un poco relacionado con mi manera de componer sobre este lenguaje. El concierto en general es como mi mirada contemporánea de esta tradición a la que yo pertenezco. Es una lectura muy actual que se expresa a través de un formato de trío; guitarra, acordeón y percusión, tanto Enzo como Marcos Villalba tocan guitarra, Enzo Demartini además el acordeón y Marcos Villalba la percusión, un set de percusión personal, armado y pensado desde hace muchos años, que forma parte de mi sonido y del sonido de mi música.

Para mí es una alegría enorme poder estar en Madrid, en esta sala Galileo Galilei para que todo el público tenga la oportunidad de ser atravesado por estas composiciones y por esta manera de tocar el acordeón muy de nosotros, de esta región de La Argentina.

-El Chamamé ha sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. ¿Qué significa para usted este reconocimiento?

-Es muy bello este reconocimiento de la UNESCO sobre el Chamamé. Lo que rescato es una llamada de atención, volver a mirar esta música, en especial nosotros los argentinos sobre algo que es parte de nuestro país. Hay mucho más por descubrir y conocer, creo que eso es lo más interesante. Por otro lado, es como un estímulo para tener más seguridad sobre esta belleza que vale la pena compartirla. Es un gesto que nos invita a que resignifiquemos de nuevo ese universo, que nos de fuerzas de cuidarlo y a su vez de compartirlo.

-Su música crea puentes entre el Chamamé tradicional y otros géneros como el jazz, la música clásica o la electrónica. ¿Cómo logra ese equilibrio sin perder la esencia?

-Siempre he sido muy inquieto; de una provincia muy rica en cuanto a los colores culturales que me rodean desde que nací. Desde la frontera con el sur del Brasil, frontera con Paraguay.  Una conexión con estos países hermanos que tenemos historias en común, también dentro de la provincia donde vengo hay una pluralidad de pueblos originarios, como la población mestiza, criolla y las inmigrantes que han llegado desde fines de 1800 y principios de 1900: polacos, rusos, alemanes, ucranianos.  Por ejemplo, mis abuelos son inmigrantes ucranianos, aportando una diversidad que celebro y que está totalmente incorporado en mí de una manera muy natural, mi música expresa esa inclusión.

Muchos de los proyectos que hago están relacionados con desafíos estéticos y artísticos, ver hasta dónde puedo desarrollar una idea, experimentar, sacar el acordeón del cliché de que siempre fue asociado a músicas rurales, tradicionales y poner a prueba el instrumento para intentar crear otras texturas y otros colores más contemporáneos. Para mí toda experimentación es siempre un espacio en el que aprender algo, indagar, es estimulante que me mantiene activo y despierto. Uno no puede dejar de ser lo que es, como dice Atahualpa Yupanqui, “El hombre es tierra que anda” y yo soy tierra colorada, el color de mi tierra, lo que se ha cristalizado en mi infancia.

En esa búsqueda, hay muchas cosas puestas en juego, intento con las herramientas que tengo, con mis limitaciones buscar la belleza, como un alimento que da sentido al tiempo que le toca a uno estar en el camino. Cuando hablo de mi provincia, hablo de Misiones y cuando hablo de pueblos originarios, hablo de Mbya Guaraní antes de que llegaran los jesuitas, los franciscanos, su presencia y su influencia sigue siendo muy fuerte dentro de nuestra cultura.

-Su infancia en Misiones, con influencias ucranianas y guaraníes, parece haber marcado profundamente su estilo. ¿Qué recuerdos siguen presentes en su obra hoy?

-Es difícil contestar esta pregunta porque no todo es tan literal, uno está pensando en el paisaje o momentos vividos intensamente en el lugar donde uno nació y se crió, tus padres el clima, el calor, porque es una zona subtropical. En el fondo lo que uno siempre estaba buscando es un estado del corazón. Cuando eres niño hay una plenitud, simplemente es, con el sonido, y cuando eres grande lo llenas de palabras, pero buscas ese vacío, ese vacío pleno.  

Atahualpa otra vez dice “Uno busca la sombra que el corazón ansía”.  De alguna manera trato de reencontrarme con cómo se siente tocar el acordeón cuando eran niño, con una felicidad, con una sonrisa, con una plenitud y tratar de tener la cabeza bastante desocupada para poder fundirte con el sonido, uno lo intenta y cuando sucede, realmente es un regalo.

-Ha colaborado con artistas de la talla de Mercedes Sosa, Chucho Valdés o Lila Downs. ¿Qué aprendizajes le han dejado estos encuentros musicales?

-La vida ha sido muy generosa conmigo, de hecho, he coincidido con personas maravillosas que me he encontrado en el camino, tocar con ellas y compartir un escenario. Todo eso ha venido de manera inesperada, lo he disfrutado y celebrado. Cuando uno se encuentra con artistas de esa talla es una especie de combustible muy refinado, te dan ganas de seguir buscando tu rostro dentro del arte. Te estimulan, te dan impulso para que vuelvas a tus pequeñas cosas y lo siguas intentando. Me han dado mucha fuerza sin saberlo a la hora de compartir un escenario, de grabar o de desarrollar un proyecto. El estar cerca de ellos en ese tiempo ha sido enriquecedor, una experiencia que valoro y agradezco mucho a la vida.

Chango Spasiuk Trio / Taco y Suela Tradicion / El Curuzucuateño

-Se dice que el Chamamé se aprende por transmisión oral, de padres a hijos o de vecinos. ¿Cómo ve el futuro de esta tradición en un mundo tan digitalizado?

-Qué buena pregunta. Es cierto, creo que todas las músicas de raíz en el mundo son de tracción oral porque hay una transferencia cuando se está frente al otro que es imposible que el mundo digital te pueda dar eso. El mundo digital es una herramienta maravillosa porque acorta un montón de caminos de acceso a muchísima información, tutoriales, cosas que no existían cuando yo empecé a tocar música y ahora facilita mucho. Jamás el mundo digital con todas las herramientas y la inteligencia artificial van a poder reemplazar algo que tiene que ver con nuestro mundo anímico y emocional.

Hay otro tipo de inteligencia aparte de los procesos intelectuales, transferencia de información para saber más, una transmisión de otras cosas que son indispensables para ser un ser humano con toda la complejidad que hay y esas herramientas se quedan en la superficie. Una alineación, una excesiva acumulación de información, es necesario aprender a tener una disciplina, de qué manera saber relacionarnos con estas herramientas fundamentales para el ser humano. Entenderlo como un instrumento para construir un espacio en el cual podemos pensar y reflexionar en voz alta, nutrir algo de nosotros; es evasión, entretenimiento, y celebrar el misterio que somos, el misterio que es cada uno de nosotros.

-En su carrera ha compuesto también para cine, teatro y documentales. ¿Qué le aporta este tipo de trabajo más narrativo o visual?

-Me encantan los desafíos, los proyectos como el cine, el teatro o componer una pieza que me invite a salir del lugar de confort. Me gusta mucho el piano y su sonido, a veces veo el cine como una oportunidad de componer con esos instrumentos que a lo mejor son poco habituales en mis giras. Hay una puerta que quiero abrir y ver qué sucede. Cada vez que me ha invitado algún director a crear música siempre he aceptado, pienso “ a ver qué puedo aprender, qué nuevo puedo aportar en esta dirección”.

En el estudio hay un papel en blanco para pintar y dibujar en términos de sonido y cada vez que hay una oportunidad, lo hago. Eso es lo que me da el cine, el teatro o la danza contemporánea; siempre estoy con mis ojos, mirando qué sucede alrededor mío.

-Su presencia en escenarios internacionales ha sido constante. ¿Cómo reacciona el público europeo ante una música tan enraizada como el Chamamé?

-El Chamamé, se suele decir, es una música muy poderosa físicamente, pero a su vez tiene una profunda melancolía. Grandes poetas han dicho que el Chamamé es como un rezo que se baila y un baile que se reza. Es una música muy poderosa para mí y me gusta ver lo que sucede en escenarios y en oídos nuevos. Siempre hay algo que acontece, que hace sonreír y que da una sensación esperanzadora. Imaginarte lo que podría ocurrir y otra es poder viajar y tener la experiencia empírica, real, cotidiana, ver que eso es posible.

En Argentina escuchamos mucha música de otros lugares del mundo sin conocer su cultura, sus historias, simplemente porque esos sonidos nos estimulan y nos motivan, por eso podemos escuchar una música con tanta historia, raíz y peso como el Chamamé que va a generar algo distinto en otras personas y escenarios. Es muy bonito eso que sucede, lo celebro, no en términos marketing o comerciales, gracias al arte, el mundo está cerca, siempre la música es como una mano estirada esperando encontrase con otra para dar sentido a todo.

-En una época de globalización cultural, ¿cuál cree que es el papel de las músicas de raíz en la construcción de identidades?

-Es importante poner en valor el verdadero sentido de la cultura, de la música, de las expresiones estéticas como una herramienta de evasión o entretenimiento en este momento global y como un instrumento para construir un espacio en el cual pensamos en voz alta.

Reflexionamos en voz alta sobre lo que queremos. Lo que somos sobre todas las cosas y toda esta historia que nos atraviesa a cada uno de nosotros, al lugar que pertenecemos y que de alguna manera eso nos hace ser lo que somos y reafirmar nuestro modo de ser, de pensar, de ver el mundo y compartirlo con los demás para enriquecer la mirada de los otros.

Es fundamental en este momento en que vivimos. Creo que hay un montón de cuestiones que están demasiado sobrevaloradas, que han fracasado, la cultura sigue siendo una herramienta impecable para dialogar y cuanto más diversa mucho mejor porque la variedad es un verdadero tesoro sobre el cual estamos parados. La ignorancia, la necedad nos hace creer que la diversidad es un problema y en realidad es enriquecedora.

Hombre con boina y barba abrazando un acordeón rojo entre hojas grandes de monstera en un entorno selvático
Chango Spasiuk. | Yonathan Adamchuck

-¿En qué nuevos proyectos está trabajando Chango Spasiuk?

-Siempre estoy haciendo muchas cosas. Estoy de gira hasta final de julio con este proyecto “Taco y suela, Trío” aquí en Europa y regreso a Argentina, seguiré tocando con el ensamble, en donde hay más instrumentos y trabajando en la posproducción de algunos discos.

Hay un concierto que grabé en vivo en el teatro Colón en septiembre del año pasado celebrando mis 35 años. Hay un disco con músicos cubanos que empecé a grabar en La Habana y que está en proceso.

Muchas cosas en las cuales me voy a enfocar de aquí a fin de año y que, por supuesto las iré compartiendo en mi Facebook, Instagram, en mi página oficial y en las plataformas.

Estén atentos porque estaremos subiendo nuevas músicas y nuevas ideas. También hay dos cosas que me animan mucho, un libro de 15 composiciones mías escritas para piano arregladas por el pianista Matías Martino, un gran conocedor de la tradición oral y que conoce mi música. Ha hecho un gran trabajo de arreglos para piano y orquesta para poder tocar en formato de cuarteto o de orquestas de cuerda, que me da la posibilidad de poder viajar y de interactuar con diferentes organismos académicos.

Me gustaría invitar a todo el público de Madrid a que vengan y me acompañen en este único concierto que daré en Madrid, este año el día 9 de julio en la Sala Galileo Galilei a las 21.00 horas.

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