41 años de la muerte de Grace Kelly, la actriz de Hollywood convertida en reina
El 14 de septiembre de 1982, Grace Kelly murió en un accidente de coche en Mónaco a los 52 años.
Grace Kelly fue una de las figuras mediáticas que más han fascinado a la sociedad. La actriz irrumpió en el cine americano de los cincuenta destacando por su gran naturalidad. Tras ganar un Oscar y encontrarse en la cúspide de su carrera renunció a Hollywood por el príncipe Rainiero III de Mónaco en 1956, cuando tenía 28 años. Así, Kelly reunió dos de los mundos que más han atraído a la sociedad: las monarquías y el cine.
Esta unión con Rainiero III cambió su vida y también abrió la veda en las Casas Reales. Lo que para entonces fue un escándalo, que una actriz, por muy prestigiosa que fuera, se casara con un soberano, se convirtió en pauta en las décadas posteriores. Abogadas, modelos, secretarías y hasta periodistas acabarían por casarse con miembros de la realeza. Ahora se cumplen 41 años de su fallecimiento.
Kelly tuvo que hacer frente a un implacable rechazo. Ningún representante de las casas reales europeas quiso acudir a la celebración del enlace matrimonial, ya que consideraban que Kelly era una plebeya. A este enlace tampoco acudió la reina Victoria Eugenia de Battenberg, bisabuela del rey Felipe VI, que se encontraba en su exilio en su residencia de Lausana, Suiza, tras la muerte de Alfonso XIII.
Sin embargo, en los años posteriores entabló una sólida amistad con la actriz. Se aprovechó de sus estancias en Montecarlo para frecuentar la residencia de los Grimaldi y fue uno de sus mayores apoyos. Tanto es así que el 20 de abril de 1958 ejerció de madrina del príncipe Alberto en su bautizo.
Desde entonces, Grace y Rainiero tuvieron una corriente de afecto para con los Borbones españoles, que no cotizaban precisamente alto en la bolsa de la realeza. Así, Grace y Rainiero fueron de los pocos miembros reales que asistieron a la entronización de Juan Carlos I tras la muerte de Franco. Una nota de color entre invitados como Pinochet o Imelda Marcos.
Los problemas del enlace matrimonial
El 14 de septiembre de 1982 fallecía Grace Kelly a los 52 años en un accidente automovilístico. Su enlace, en el panorama de las casas reales en los años cincuenta, suponía una bocanada de aire fresco para algunos y una irreverencia para otros. Isabel II legó a boicotear la boda y prácticamente ninguna monarquía estuvo representada. De poco le sirvió esta maniobra ya que Montecarlo se convirtió en un foco de atención mundial.
Cuando la princesa Grace murió, ya nadie la cuestionaba en los círculos monárquicos. Había interpretado el papel de consorte mejor que muchos de sangre real. Un papel que había empezado a cansarle. Los años previos a su muerte procuraba pasar el menor tiempo posible en el Principado. Un lujoso piso en la Avenida Foch de París era su refugio a finales de los años 70. En un principio aseguró que lo hacía para estar cerca de su hija Carolina, que estudiaba en la capital francesa, pero después del matrimonio de ésta con el playboy francés Philipe Junot en 1977, Grace siguió con sus estancias parisinas.
Además, a partir de 1976 había comenzado a aceptar trabajos lejos del Principado. Realizaba recitales de poesía con carácter benéfico, puso voz a una serie de documentales sobre jardinería y pasó a formar parte del consejo de administración de la Fox, lo que le obligaba a viajar con frecuencia a su país, los Estados Unidos. Muchos creen que en esos años echaba de menos su época de actriz y que con estos trabajos cubría esa necesidad.
El matrimonio, que había roto tabúes en las monarquías europeas, no atravesaba buenos momentos en los años previos a la muerte de la princesa. Mientras Grace pasaba cada vez más tiempo en Francia, Rainiero debía permanecer en Montecarlo al frente de un minúsculo país donde el soberano sí tiene poder político y que se administra casi como una empresa particular. Además, la rumorología de la época asegura que la que fuera reina de Hollywood había iniciado un romance con el director de escena francés Robert Hossein, uno de los renovadores del teatro francés.
Unos meses antes del fatal accidente que acabó con la vida de Grace Kelly, durante una visita oficial del matrimonio a Tailandia protagonizaron una sonada discusión que ocupó el interés de la prensa internacional. La revista sensacionalista estadounidense National Enquirer afirmó en su portada que la princesa había comunicado a sus más cercanos la intención de divorciarse.
Lo cierto es que en el mes de agosto el matrimonio y sus tres hijos (Carolina, Alberto y Estefanía) se embarcaron en un crucero por los Fiordos noruegos. En esos momentos, Estefanía, de 17 años, vivía un romance con Paul Belmondo, hijo del mítico actor francés, que no gustaba nada a sus padres.
El día que lo cambió todo
El 13 de septiembre el matrimonio principesco y su hija pequeña se encontraban en su residencia de Roc Argel, muy cerca de Montecarlo. A primera hora de la mañana Rainiero se dirigió al Principado. A las diez de la mañana lo hicieron Gracia y su hija Estefanía. La princesa llenó de ropa y sombrereros la parte de atrás del coche, por lo que decidió conducir ella, algo que no le gustaba demasiado, quedándose en Francia su chófer particular. Así, se puso al frente de un Rover marrón 3500 que había comprado cinco años antes.
Cuando el coche enfiló su camino rumbo a Montecarlo les seguía una camioneta Renault. Tras el accidente, el conductor Yves Phily declararía que en un momento determinado vio que el coche comenzaba a zigzaguear y que llamó su atención con unos toques de claxon. El coche se enderezó, pero cuando llegaron a una curva cerrada vio que no se encendían las luces de freno y no se disminuía la velocidad. El coche atravesó la curva y se despeñó dando varias vueltas a 45 metros de altura.
El coche cayó en una huerta. El matrimonio dueño de la misma salió al oír el estruendo y se encontraron con la dantesca escena. El coche estaba destrozado y por la ventanilla del conductor salió la princesa Estefanía quien pidió ayuda en estado de shock. Los granjeros avisaron a los gendarmes y al palacio de Montecarlo.
Cuando las autoridades llegaron intentaron sacar del coche con mucha dificultad a la princesa Grace que presentaba los ojos abiertos y una enorme brecha en la frente. Aunque tenía pulso no respondía a los estímulos. La madre y la hija fueron trasladas al Hospital Princesa Gracia de Montecarlo. En un momento determinado se hizo evidente la necesidad de realizar un escáner.
Como el hospital estatal no tenía el aparato necesario la princesa fue traslada a una clínica privada. La camilla no entraba en el ascensor y tuvieron que subirla por las escaleras. Una escena con tintes tercermundistas en un país de millonarios. En esos momentos llegó al país la princesa Carolina, proveniente de Inglaterra.
Finalmente, no se pudo hacer nada por la vida de la princesa y su muerte fue certificada a las 10:30 de la noche del día 14 de septiembre. Cuatro días más tarde se celebró el funeral de Estado. Estefanía no acudió al entierro porque continuaba ingresada. Al mismo asistieron Fabiola de Bélgica o Farah Diba. En representación de Francia lo hizo la Primera Dama, Danielle Mitterrand, y de Estados Unidos, Nancy Reagan. El Reino Unido estuvo presente con Diana de Gales que, quince años más tarde, moriría de forma similar a Grace Kelly.
La versión oficial de la muerte es que la mujer de Rainiero de Mónaco sufrió un ataque mientras conducía y perdió el control. Sin embargo, nunca se especificó el tipo de ataque que afectó a la que fuera musa de Hitchcock. Por otro lado, durante la investigación de la policía francesa el Palacio de los Grimaldi prohibió que la princesa Estefanía declarase. La Constitución monegasca permite que cualquiera de los miembros de la Familia Real estén exentos de responder ante la Justicia.
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