27 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Fueron un símbolo del estío español en las décadas de los 60 y 70 a orillas del Mediterráneo y en los pueblos del interior

Los cines de verano: Recuerdos de las noches entre pipas, pepsicolas y "olor a jazmín"

El Cierre Digital en Cine de Verano.
Cine de Verano.
Los cines de verano están desapareciendo. Aquella vía de escape para los niños de los sesenta que buscaban entretenimiento durante las noches de verano en la costa o el pueblo de sus abuelos, es recordada por grandes y pequeños. Durante los veranos de los viajes en el Seat 600 y la televisión en blanco y negro, el momento de bajar a la plaza para ver los reestrenos era lo más esperado del día.

Los estragos del calor durante la década de los sesenta y el 'boom' del turismo en la costa Mediterráneo provocaron la eclosión de las proyecciones de películas de la cultura clásica española, con la peculiaridad de que eran al aire libre. En la memoria colectiva de los españoles quedan los cines de verano como un recuerdo de los veranos en los pueblos o en la costa, como refleja uno de los capítulos de Verano Azul en el que la pandilla visiona una película en los cines veraniegos del pueblo malagueño de Nerja. La Familia Alcántara de Cuéntame cómo pasó durante sus primeras vacaciones en Benidorm también acude a ver una película en los cines de verano de la localidad valenciana.

El recuerdo de los cines de verano perdura en la memoria de aquellos niños de la década de los sesenta y setenta que veranaban junto a su familia a orillas del Mediterráneo o se desplazaba hasta los pueblos del interior peninsular. “Yo soy un niño de los años setenta, donde aún estaban en vigor. Por la noche no quedaba otra cosa que ir a los cines de verano. Recuerdo el de Calafell o Torrevieja donde veraneaba. Visitábamos nuestro bar, donde comprábamos pipas, altramuces o pepsicolas”, recuerda Javier López Galiacho, presidente de la Asociación de los Teatros Históricos de España (AMITHE) al 'elcierredigital.com'.

Los cines de verano, un símbolo del estío español

En España el número de cines de verano llegó a  hasta los 1800 y se ha convertido en todo un ícono del verano en España. Un emblema del entretenimiento durante los años en los que la juventud no estaba pegada a la pantalla del móvil o el ordenador. “Como no había pantallas, nos teníamos que inventar la vida”, afirma Javier López Galiacho a elcierrredigital.com.

Maquinaria antigua de cine.

El fenómeno del retorno de aquellos emigrantes a las principales ciudades españolas a disfrutar del verano en el pueblo también influyó en el auge de los cines de verano. Asistían desde los padres hasta los abuelos a disfrutar de películas como La Gran Familia, No os comáis las margaritas o El Turismo es un gran invento. “Eran reestrenos de salas privadas en salas al aire libre”, rememora Javier López Galiacho a elcierredigital.com.

“El bolso del bocadillo, la silla y la rebeca”

Los cines de verano sirvieron como un escape de las noches veraniegas y en aquellos puntos de España en los que la pantalla grande era un rumor de las grandes ciudades. “Eran las noches del bolso del bocadillo, la silla y la rebeca. Íbamos los hermanos o amigos y la entrada costaba 70 pesetas. Me acuerdo que bajaban las señoras con las sillas”, recuerda Javier López Galiacho.

Múltiples anécdotas e historias que a día de López Galiacho afirman que hoy ya son iguales a aquellas sesiones en las noches “con olor a jazmín”. “Recuerdo que las salamanqueras se comían las moscas que se posaban en la pantalla”, afirma.

Cine de verano antiguo.

La vida en la playa o en el pueblo de aquellas décadas de la televisión en blanco y negro o de los viajes en el Seat 600 no se concibe sin la presencia de los cines de verano. “Era una fiesta. Veías las estrellas. Para mí, como cinéfilo, era onírico”, afirma Javier López Galiacho a elcierredigital.com.

Un recuerdo icónico que se está perdiendo

Los cines de verano fueron un 'boom' durante las temporadas estivales. “Estaban enclavados en parcelas eliminadas durante la especulación inmobiliaria de la década de los ochenta y los noventa”, sentencia Javier López Galiacho a elcierredigital.comAlgunos de los cines míticos ya solo perduran en la memoria, como el Cine Calatrava en Ciudad Real. “Ya no es lo mismo. Los Cines Avenida de Albacete ya no existen”, recuerda Javier López Galiacho a elcierredigital.com.

Uno de los cines de Verano que se resiste a desaparecer es el Cinema Tomares, ubicado en el pueblo sevillano de Tomares. “Los cines de verano se están perdiendo. Solo son tres meses de negocio y tiene sus complicaciones”, afirma Rafael Cansino a elcierredigital.com. Una empresa familiar que ha sido abanderada del cine. “Desde 1964 aguantamos con el cine de verano en Tomares. En 1957 inauguramos el cine de invierno, pero lo tuvimos que vender en 2003”, afirma Cansino.

Cinema Tomares.

El intento de las instituciones por recuperar aquellas noches de horchata, pipas y palomitas no ha causado el mismo efecto que hace varias décadas. La sensación familiar que provocaba el visionado de las películas en la costa o en el pueblo es irrecuperable. “Nuestro pensamiento es seguir adelante. Somos tres hermanos y el cine lo llevamos en la sangre”, concluía para elcierredigital.com Rafael Cansino.

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