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Mujer de pie junto a una pared blanca sosteniendo un libro.
COLUMNAS

Transmigración de almas

Columna de opinión de Pilar Redondo

Él dignifica la "alta cultura" con su labor de bibliotecario. Cultiva el alma, interpreta la esencia del arte. Comparte el eco del aliento de la madrugada. De cada pincelada extrae la banda sonora del silencio que ruge salvajemente esperando al corazón de la pintura. Traduce las sensaciones a palabras. Hablo de Roberto Carlos Roldán Velasco.

Roberto es el autor del libro Las artes plásticas en el Real Círculo de la Amistad. Es un volumen magnífico, muy completo. Nos detalla la gran colección pictórica sobre todo, y escultórica de esta, nuestra casa.

Esta guía nos da a conocer el amplio Patrimonio del Real Círculo de la Amistad. Hay obras de artistas tan reconocidos como José María Rodríguez de los Ríos Losada. Algunos de sus cuadros más representativos: "La presentación de Cristóbal Colón a Isabel la Católica". "La entrada del Gran Capitán victorioso en Nápoles".

También de José Fernández Alvarado (que al igual que Romero de Torres tiene una serie de alegorías dedicadas a las disciplinas artísticas y además él añade la danza). Igualmente de Ginés Liébana, Enrique Romero de Torres, Juan Cantabrana, Rafael Botí Gaitán. Pero todo aquel que visita El Círculo no quiere marcharse sin admirar los cuadros de Julio Romero de Torres, en los que el pintor capta la experiencia personal y la dimensión íntima de la modelo... 

Estéticamente es muy elegante. Las fotografías son de Pepe Cañadilla, está editado en Almuzara. Y tiene un amplio recorrido, ya por varios continentes. Lo podemos encontrar en los anaqueles de muchos museos e instituciones culturales, entre otros: en Madrid: "Museo Nacional del Prado". "Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía". "Museo Nacional Thyssen-Bornemisza". Barcelona: "Museu Nacional d´Art de Catalunya". Roma: "Real Academia de España en Roma". Alemania: "Kunstmuseen (Berlín)". Estados Unidos: " The Frick Collection (Nuena York)". 

Roberto, con su sapiencia, nos muestra la transmigración de almas de las obras, que están realizadas en diferentes técnicas, y este es el contexto en el que se desarrolla este libro que habla de arte, y que es una obra de arte en sí mismo. Es un excelente ejercicio de écfrasis. Por medio de sus textos nos evidencia ineludiblemente la inmersión mental como vía de aprendizaje.  Nos revela la materialidad de la voz de cada trazo que en ocasiones nos acercan a la reflexión. Hay pinturas hipnóticas, enigmáticas, otras en las que los secretos permanecen encerrados, y las que tienen detalles autorreferenciales, o recrean un espacio monumental íntimo. Lienzos que acunan lo efímero de la vida, que atrapan la fugacidad del instante. Incluso algunas que parecen formar parte de una tabla pictográfica. 

Sombras, reflejos, pigmentos, texturas, punto de fuga (está muy bien representado en el titulado: Paisaje, y cuya autoría es de José Duarte Montilla), tonalidades cromáticas, degradaciones, grados de saturación, todos adquieren protagonismo porque tienen personalidad propia.

El autor nos muestra el arte sin fronteras y que las paredes de lo que fue el convento de Nuestra Señora de las Nieves respiran vida y nos exponen su entraña. 

Este tomo revitaliza los sentidos, es envolvente, ejerce de elemento aportador de memoria que conecta pasado y presente. Nos permite asomarnos al latido y a la sensorialidad de cada composición pictórica. Parece que quisiera intimar con el lector en una especie de acto performativo. La palabra descalza y con el torso desnudo acomoda en su seno a la belleza y en ella la luz pierde la virginidad...

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