¿Por qué no ensalzar la creación de la Constitución Española del 78?
Columna de opinión por Máximo González
Estamos asistiendo en estos días al reconocimiento de las víctimas del franquismo. Y la verdad sea dicha, parece que el franquismo en España hoy en día es como el chicle. Se estira y se encoge sin llegar a romperse siempre que se utiliza y va para largo. Al gobierno actual de España, da la sensación de que le “mola” hablar de algunos muertos. Hablar de ellos, relacionarse con ellos, mezclarse con ellos y “huir” de ellos dándole aparentemente buenos resultados electorales. Y permitiéndole unir distintas ideologías con y sin conocimiento de causa, aunque parecen ignorarlo.
Lo importante parece ser llevar a la “plebe” por la rienda trazada sin que se desmadre demasiado ni alce la voz, ni modifique la “hoja de ruta” prevista. En cuanto se formó como gobierno en junio de 2018, lo primero que hizo fue desenterrar al dictador Francisco Franco, que llevaba 43 años enterrado. Le paseó dentro de su ataúd colgando de un helicóptero por el cielo burlonamente el 24 de octubre de 2019 ante propios y extraños. Como si no hubiera métodos más discretos y sensibles de trasladar a un muerto de un sitio a otro. Al igual que los “bambi buckets” que los helicópteros llevan llenos de agua para ser descargados en los incendios.
El 1 de marzo de 2020 comenzó la pandemia del Covid en España provocando unas pérdidas humanas aún no reconocidas oficialmente en su totalidad. Superan los 121.852 fallecidos, según datos estadísticos de varias fuentes.
El 19 de septiembre de 2021, el terremoto de la isla de La Palma en Canarias causó un solo muerto pero innumerables daños a los habitantes de la isla. Muchos de ellos perdieron sus casas y medios de vida sin haberles resuelto todavía sus problemas. El año 2022, fue el año con más fallecidos por incendios en España llegando a la cifra de 235 y la destrucción de 176 viviendas, según un informe de la Fundación Mapfre.
En el año 2023, la “Dana” de Toledo” dejó la cifra de 5 muertos, 3 desaparecidos e innumerables daños materiales en toda la provincia. En el año 2024, y bien reciente aún pues sus efectos siguen sin resolverse al estar trabajándose aún en la reconstrucción de los daños materiales producidos, la DANA de Valencia, Castilla La Mancha y Andalucía. Dejó en 225 la cifra de fallecidos (218 en Valencia, 7 en Castilla La Mancha y 1 en Andalucía, además de 3 desaparecidos.
Viendo esta evolución, miedo da tener prisa por llegar a 2025, no vaya a ser que la racha continúe y tengamos que escondernos como sea y dónde sea para evitar males mayores. Máxime cuando está empezando a aflorar el problema de la Seguridad Social de Muface. Este está comenzando a colapsar las pruebas y el retraso en las citas médicas en la sanidad privada. El desbordamiento de la Seguridad Social pública, si esto sigue así, no tardará en llegar. Y estos retrasos provocarán más de un serio problema a la salud de los ciudadanos los cuales recurrirán contra las Comunidades Autónomas que son en definitiva las que tienen cedidas estas competencias y que en su mayoría son del Partido Popular.
Ninguna Comunidad Autónoma está debidamente preparada para asumir un sinfín de asegurados de Muface si son desplazados a la sanidad pública. Como ninguna Comunidad Autónoma está preparada para acometer en solitario un problema como el de la DANA pasada.
La cuestión es que “remover” el pasado, nada bueno trae consigo y a las pruebas nos remitimos. Dejemos a los muertos en paz, dejemos las heridas del pasado cerradas y miremos al futuro sin rencor. Los bandos, las dos “Españas” si se quiere decir, ya pasaron a la historia. El pasado nunca vuelve y tan solo el futuro debe ser el camino a seguir. Sin lucha, no hay libertad y sin progreso, no hay futuro. Sin altura de miras, no hay generaciones independientes y libres y sin ellas, solo hay países empobrecidos dirigidos por dictaduras.
Si en un país se elimina la democracia conseguida anteriormente con sudor y lágrimas, llegará la dictadura de nuevo. Si en un partido político no hay voces discordantes, ni discursos alternativos, no habrá nada que hacer. No habrá futuro y nada es perenne en la vida; no se debe luchar constantemente por impedir una alternancia política, porque eso es un fraude político en grado superlativo. Solo las obras de los hombres perdurarán para lo bueno y para lo malo y el cuerpo físico desaparecerá como una vela encendida desaparece cuando luce hasta su final; luego se apaga y deja de existir.
A Mahadma Gandhi, ¿por qué se le recordará?. A Martin Luther King, ¿por qué se le recordará?; a Adolf Hitler, ¿por qué se le recordará?; a la madre Teresa de Calcuta, a Nelson Rolihlahla Mandela, a Alexander Fleming, a Thomas Alva Edison, etc. ¿Por qué se les recordará?
Los gobernantes tienen en su mano la posibilidad de pasar a la historia y ser reconocidos por sus actos y sus obras. Y la historia evaluará sus expedientes con el paso del tiempo como a cualquier estudiante y ya se verá si aprueban su asignatura o suspenden; de ellos mismos dependerán. Pero lo cierto es que “removiendo” de forma interesada el pasado para abrir con ello heridas ya cerradas, creando divisiones donde reinaba ya “una paz duradera” y además realizarlo por personas que ni siquiera vivieron lo que conmemoran en estos momentos o estaban con el chupete en la boca todavía, parece a todas luces un “extraño” ejercicio de malabarismo con red.
Porque digo yo. Si reconocemos a los fallecidos en la Guerra Civil Española por el franquismo y en la que murieron muchos inocentes (y no olvidemos que en ambos lados), ¿por qué no se hacen reconocimientos por todos los fallecidos a manos de la banda terrorista ETA? Estos también fueron asesinados injustamente, por cierto, estamos haciendo homenajes incompletos ¿no?
Así que, yo creo que en lugar de remover el pasado, ¿por qué no celebrar conjuntamente todos el fin de la dictadura y festejar la apertura a la democracia española realizada por todos los intervinientes con tanta generosidad. Ya que hemos puesto tanto empeño en su consecución cada uno, valorando y ensalzando y eso sí y bien alto, a todos los intervinientes de aquélla “hazaña” española del siglo XX que a todo el mundo asombró como fue la Transición Española.
Ya lo dice el sabio refrán español: “Es de bien nacidos, el ser agradecidos”. Y nunca deberíamos olvidar ni dejar de agradecer ni reconocer a todos los que hicieron posible la firma de la Constitución Española de 1978 liderada por el Rey Emérito Juan Carlos I (incluso con sus luces y sus sombras) y el primer presidente de la Democracia, Adolfo Suárez. Sin aquella “hazana” de entonces, no tendríamos la sociedad libre y democrática que tenemos hoy en día. Y todos tenemos la obligación de aceptarla, respetarla y luchar por mantenerla viva y activa día a día por el bien y el futuro de todos.
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