
Mario Vargas Llosa: Un Nobel por la libertad y por la Tauromaquia
Columna por Antonio Martínez Iniesta
La literatura universal despide a uno de sus más grandes exponentes: Mario Vargas Llosa. Premio Nobel, humanista, intelectual comprometido... y también, defensor valiente de la Tauromaquia.
Su vínculo con el toreo fue mucho más que una afición, fue una convicción cultural, estética y ética. Lo dejó escrito con claridad: "El toreo es una ceremonia que exige de quienes la practican una forma de heroísmo[...]El toro debe ser tratado como se trata una obra de arte, con respeto, con amor."
A Vargas Llosa no le tembló el pulso al defender la Tauromaquia cuando tantos callaban. Lo hizo desde la palabra escrita, pero también con su presencia. Participó en La última lidia, un documental que reúne voces a favor y en contra del toreo, y que plantea un debate sereno y profundo sobre su dimensión cultural. En esa obra, compartió espacio con nuestro querido amigo y miembro del Capítulo de la Fundación Toro de Lidia en Albacete, Javier López-Galiacho.
Y fue precisamente nuestro Capítulo quien promovió el brillante estreno de La última lidia en Albacete, en noviembre del 2023. Llenando el auditorio de la Diputación Provincial y convirtiendo aquella noche en un acto de compromiso con la libertad y la cultura.
La pasión de Mario Vargas Llosa por la Tauromaquia no solo se manifestó en su defensa pública, sino también en su apoyo a jóvenes figuras del toreo. En una ocasión, al preguntarle si valía la pena ver a un torero peruano que recién comenzaba, respondió sin dudar: "¡Sin duda!".
Ese joven era Andrés Roca Rey, quien con el tiempo se ha consolidado como una de las grandes figuras del toreo actual. Vargas Llosa vio en él no solo a una promesa del toreo, sino también a un símbolo de continuidad cultural para el Perú, destacando su capacidad para conectar con las comunidades populares y representar al país dentro y fuera de los ruedos.
Además, su estrecha relación con el crítico literario y taurino Andrés Amorós fue significativa. Desde que Amorós le dedicó un capítulo en su libro Introducción a la novela hispanoamericana actual en 1971, mantuvieron una amistad ininterrumpida. Vargas Llosa prologó el libro Enrique Ponce. Un torero para la historia, escrito por Amorós, y fue incluido como uno de los retratados en La inteligencia del toreo. De Marcial Lalanda a Vargas Llosa, donde Amorós destaca su visión estética y ética del toreo.
Hoy, desde Albacete, desde el Capítulo de la Fundación y desde nuestra afición agradecida, rendimos homenaje a un hombre que entendió la Tauromaquia como lo que es, un arte libre, ancestral y profundamente humano. A un autor inmortal, a un intelectual íntegro, a un taurino de alma y palabra. Su legado no solo habita en los libros, también en las plazas, en los callejones.
Vargas Llosa no solo forma parte de la historia de la literatura: también ocupa ya un lugar en la historia de quienes defendemos que la cultura taurina merece ser contada... por voces tan altas como la suya.
Gracias, D. Mario. Que allá donde esté, no le falten faenas eternas.
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