La Feria de Albacete
Columna de opinión por José Francisco Roldán
Aunque la tentación nos pueda vencer, es bueno buscar excusas para decretar una especie de tregua en la cotidiana beligerancia de la opinión. Quienes pueden y quieren procuran difundir modos de pensar y decir para compartir con los que deseen escuchar o leer. Ha habido ejemplos paradigmáticos de lo que es una tregua para recuperar aliento, heridos, muertos y recomponerse para el seguro restablecimiento de las hostilidades.
La última demanda mundial se encuentra en Oriente Medio, escenario de luchas constantes sin reconciliación. La historia, más o menos inventada, el credo religioso y cualquier otra artimaña ideológica o política se han encargado de alimentar el odio. Siempre es complicado posicionarse sin la información correcta, lo que engorda una propaganda ideológica dispuesta a tergiversar.
Sobre la pertinaz contienda política española habrá tiempo para entretenernos. Porque hay muchas ganas de opinar y denunciar la despreciable actividad gubernamental. Esta parece buscar la destrucción del sistema democrático occidental, en el que estábamos muy cómodos.
La desfachatez de los mentirosos ha conseguido polarizar y reverdecer esa dos Españas, que no tienen reparos en suicidarse de nuevo y arrasar sin tapujos una manera de entender la vida. Son muchos los que estamos empeñados en progresar para consolidar el bienestar adecuado a una sociedad moderna.
Las fiestas sirven de coartada para frenar fobias y dejar pasar los días con cierta paz social. Aunque no faltan los que desean malmeter ensañándose con quien se dejan o no sabe evitarlo. Son los que declaran abiertamente y sin rubor que para gobernar no necesitan el poder legislativo. No se arredran mientras vociferan que la división de poderes está superada por otros modelos, a los que llaman democracia de nuevo cuño.
La extorsión se considera el modo de consensuar y la igualdad es asumir que no existe. Como también se etiqueta como solidario lo que no es más que la trágala de quienes ostenta el poder, pero huérfanos de autoridad.
En esta tierra nuestra, La Mancha, se da una paradoja incuestionable, ejemplo de desvergüenza política. El mismo partido que gobierna y vota en el Congreso a favor de la amnistía, recurre al Tribunal Constitucional, que no es un órgano judicial, para impedir que entre en vigor semejante atrocidad moral.
El mismo partido que respalda la financiación singular de Cataluña, denuncia la imposición injusta de semejante trato privilegiado. Pero debemos obviar tanta miseria ética para imponer la tregua de la mejor feria de España y parte del extranjero, como es la Feria de Albacete. Un espacio y tiempo donde el talante conciliador se impone sobre la crispación. A pesar de las escenas lamentables que nos regala la casta política, envanecida y prepotente acaparando una atención excesiva.
No es sencillo explicar las razones por las que esta enorme aglomeración de personas comparte lugares y horario disfrutando de un acontecimiento participativo singular. Los ciudadanos aportan su incuestionable capacidad de tolerancia y solidaridad, muy por encima de los mal entendidos representantes políticos.
El recinto de la Feria de Albacete es como una gran casa de muñecas, perfectamente amueblada, repleta de personas acomodándose en reductos de toda condición deseando disfrutar y olvidar las cuitas, que se aplazan para después. Ejemplo de calidad y cantidad para orgullo de los que viven en una ciudad pendiente de dar el salto para equipararse con otras de su entorno geográfico.
Esa construcción de ladrillo, iluminada y bendecida con tanta ilusión, como devoción, no ceja en su empeño de seguir acaparando atenciones y aprecios inconmensurables. Hay deudas pendientes, que se deberían afrontar. Las atracciones para los más pequeños ofertan precios inasumibles para demasiadas familias. Debería estudiarse el modo de aplicar precios políticos como se hace en otros servicios colectivos.
Los que amasan grandes beneficios, de algún modo, deberían asumir parte del coste que afecta a los más menudos, empeñados en repetir mucho y bien. Probablemente se trate de una deuda de atención. A pesar de todo, ¡Viva la Feria de Albacete!
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