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Tres personas están sentadas en una mesa de restaurante con paredes de piedra, hay menús y vasos sobre la mesa.
COLUMNAS

Espuma blindada

Columna de opinión por Pilar Redondo

Desenredar el viento, talar las deshidratadas lágrimas vestidas de firmamento. Cortejar el proceso evolutivo y la voz interior que dialogan con las venas desbordadas que sangran belleza. Acodada sobre un suspiro la palabra como herida simbólica, que embiste en la linde de la poesía desnudando de piel a las letras abiertas en canal. Parece que posee la llave de Bará. Estas son las constantes vitales de la escritura de María Sangüesa. 

Escritora española nacida en Alhucemas (Marruecos), aunque la mayor parte de su vida la ha desarrollado en Madrid y algunos años en la Comunidad valenciana. 

Escribe desde las emociones puras. Cada poema tiene un corazón, es una salida a la vida. En el desdoble de cada latido en las profundidades del alma, detrás de cada sílaba, en la abertura de cada lexema María emerge reencarnada en la diosa Eunice.

"Mujer de alas de trapo,/ siempre quieres/ lograr algo de altura sobre el suelo/ y gritar libertad contra la tierra./ Mas son tantos los cabos que te atan,/ trenzados por costumbres milenarias,/ con puños que mantienen bien sujeto/ el rumbo del camino que te lleva./ Mujer de alas de trapo,/ siempre quieres/ volar fuera del sueño y los cristales/ que enjaulan tus mil noches sin estrellas./ Mujer de alas de trapo,/ no dejes de soñar que vuelas libre./ No dejes de soñar aunque despiertes/ ni dejes de soñar aunque te duermas." (Del poema: VI).

Esta poeta tiene un dilatado currículum, entre otras cosas es Licenciada en Historia de España por la UNED. También, Biblioteconomía  y Documentación, IMED. 

Algunos de sus libros son:

- "Del más allá, cuentos de fantasmas".

- "El quetzal y la jungla", edición trilingüe en español, inglés y maya.

- "Memorial de arena", edición bilingüe en español y árabe. 

- "Alas de trapo".

La luna ebria de luz se coloca las alas de Isis y los zapatos nuevos, mudamente, le cuenta su secreto a la madrugada que desemboca en las comisuras de la sangre encendida que es su eterna confidente.

Tres personas están sentadas en una mesa de restaurante con paredes de piedra, hay menús y vasos sobre la mesa.
as escritoras María Sangüesa y Pilar Redondo y el director de cine Goyo Parreño | El Cierre Digital

La nieve olvidadiza, sin aliento, cimbreándose se coloca el corsé y apoya los pies en el insondable crepúsculo del que emana la esencia de Oshun. Naufragar irremisiblemente en la espuma blindada que evoca la aritmética del olvido.  

María habita en sus versos vertebrados en la concisión, que son mariposas y sus ciclos, luminosa serenidad. Ella piensa desde la escritura, fascinante universo, fuerza expresiva. Reconocerse en el verbo en el que el cuerpo se convierte en lenguaje y nos proyecta un recorrido hacia el futuro, nos enlaza con el presente y no olvida el pasado.

Textos con poder conciliador, como punto de encuentro entre creadores.

"En las tardes de lluvia y vacaciones/ la familia narraba sus historias./ Mi padre hablaba de bandidos/ mi madre de novelas/ (...)./ Los pequeños mirábamos las gotas/ que iban trazando sendas en cristales/ mientras temblaban brillos en el cielo./ Buscábamos raíces en las nubes." (Del poema: Raíces en las nubes).

Textos fervorosos que mimados por el viento reman hacia el profundo infinito para anudar a su cuello las pisadas latentes y el pulso de lo primigenio. Entre ellos y el lector se establece una relación especial, íntima, nos hacen tomar conciencia de nuestra mortalidad.

En algunos parece que el calendario se revela y nos pone de manifiesto que el tiempo es de las pocas cosas que de verdad y en plenitud nos pertenece, y que casi todo lo tenemos en préstamo...

"Estalla la clepsidra de aguas negras./ Ira y dolor se enredan en los muros/ y es cada jazmín espina que se hinca/ sobre acres celosías de alcoba y fuego./ Sierpes de lenguas que restallan, dudas/ que toman cuerpo de evidencia, hondas vilezas./ Wallada, la princesa que escribe y borda versos/ hoy fue humillada por su esclava./ (...)./ Quiere arrasar la angustia y el tormento/ de esa noche de ausencia./ (...)./ Escritura de sangre que devora/ la inmensa sajadura de su cuerpo/ mientras traza perennes cicatrices/ sobre honduras dolientes de su alma." {Del poema II, del libro: Memorial de arena}.

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