La escarcha sin abrigo
Columna de opinión por Pilar Redondo
Andaluz de tierra cordobesa y de formación intelectual en Granada. Don Juan Valera acertó a absorber, desde el comienzo de sus estudios, las esencias de la cultura antigua, la grecolatina y la oriental. Con amplitud y profundidad tales que bien pudiera haberse dedicado al cultivo directo de las Humanidades en adecuados estudios de Filosofía o Historia, Lingüística o Literatura.
Pero prefirió la libre creación literaria, si bien un hondo saber humanista no dejó de impregnar, sutil y poderosamente, las novelas, ensayos y poesías de Valera. Las más sinceras e íntimas vibraciones de su ser, tan castizamente andaluz y tan universal. De ahí el alcance de su obra variadísima y el valor de su prosa, nutrida por la substancia del habla popular tanto como por la de la lengua culta y clásica, en estilo de acento inconfundible: instrumento de extraordinaria precisión para dar nombre a todas las cosas y fijar los matices de todo sentimiento o idea. (Autor: Don Ramón Menéndez Pidal. Director de la Real Academia Española).
En el año 2024 se ha conmemorado el 200 aniversario del nacimiento del escritor Juan Valera. Con ese motivo, don Rafael Luna García ha coordinado una interesante antología poética. Gracias por contar con mi modesta colaboración. Dicho volumen cuenta con un numeroso grupo de escritores. Comienza con un prólogo y una introducción muy cautivadores, autoría del señor Luna. Unas fotografías muy notables que recogen diferentes momentos vitales del escritor.
La imagen de portada es un retrato de don Juan Valera y Alcalá Galiano, realizado por Enrique Romero de Torres (1891). Ha sido impresa en la Excma. Diputación Provincial de Córdoba, allí mismo ha sido presentada. Agradecer a su presidente don Salvador Fuentes Lopera, también al delegado de Cultura don Gabriel Duque Moreno que nos acompañó en la presentación.
Quiero felicitar a don Rafael Luna por el buen trabajo realizado.
"Han sobrevenido tantos recuerdos al traer a este tiempo la obra más conocida de Juan Valera. (...). Sigo siendo una idealista que borda poemas de amor y nostalgia con hilos de amapolas porque la vida es demasiado lóbrega en este momento. Y me quedo con esa mujer delicada que sigue creyendo en el amor más allá de todo mutatis mutandis.
La mujer en la literatura, como en la vida real, ha evolucionado pero permítanme aclarar que me siento más "Pepita" que aquella otra que reitera un nombre que me niego a recordar en una melodía sin sentido. Me agrada cuidar las palabras, que prime la belleza y la elegancia, lo sutil. Quizás Pepita Jiménez dejó una huella en mí que no conocía." Autora: Rosario Santana. Incluida en la antología.
Juan Valera nació predestinado. Desde temprana edad destacó por su madurez intelectual, expresiva y vital. Ya de muy joven leía a Voltaire y todo lo que caía en sus manos. Admiraba y se identificaba con los clásicos que se imponían a los contemporáneos: Sexto Propercio, Cátulo, Horacio. Es uno de los más sobresalientes escritores del género epistolar, desde Madrid la primera carta está fechada en enero de 1847.
Confiere una cosmovisión personal, propia y singular.
Verdaderas lecciones de filosofía popular son sus intensas conversaciones con "don Juan Fresco". En su casa hablaba como si de amigos se tratase de: Larra, Walter Scott, Espronceda, Lord Byron, al que tradujo. Escribió en más de medio centenar de periódicos, revistas, etc, pero sus primeros versos los publicó en "El Guadalhorce", Málaga.
Está considerado como un gran conocedor del idioma castellano. A "Azorín" en una ocasión le preguntaron que donde había aprendido a escribir tan bien, a lo que respondió: "Se nota que no han leído ustedes al cordobés Valera, porque he de decirles que nadie ha escrito en castellano como don Juan Valera".
"En tierras de Egabrense cuna/ nació tu voz, Valera, clara y pura,/ con palabras que el alma arrullan,/ dando vida a la tinta que murmura./ Tus letras de esencia española,/ plasmaron historias con fervor,/ mostrando al mundo tu aureola,/ de poeta, novelista y soñador./ (...)." Autora: María Piña. Incluida en la antología.
Con 11 años escribe sus primeros poemas. Gran alegría le dio recibir el obsequio que le hizo su padre por su graduación como bachiller en Jurisprudencia en 1844, la edición de sus versos. Un volumen de 113 páginas titulado: Ensayos poéticos, que tuvo muy poca aceptación entre el público, tanto es así que lo retiró del mercado.
"Fue una fantasía un campo con corazón./ Es mi fantasía real: un nombre propio/ que no me atrevo a verbalizar por miedo al vómito de Luzbel./ No quiero flores marchitas/ ni sentimientos condenados en sepulcros;/ Tampoco ilusiones si no están llamadas a erigirse tempestad,/ a enraizar con alma,/ a ser única verdad./ (...)." Autora Raquel Gil. Incluida en la antología.
* Rafi Hames: En su pluma la palabra adquiere múltiples dimensiones expresivas. Letras que son un encuentro en el espacio de su propia alma. Las mullidas nubes sin pudor se desnudan y arrastran los pies por los florecidos versos. Vaciar y transicionar la luna en cada fonema...
* Pilar Sanabria: Pilar habita en los pliegues de la poesía. Acodada en el jardín de Venus captura y moldea la entraña de la escarcha sin abrigo para reconstruir su mundo interior. La espuma dormida y la sedienta luz se transforman en amapolas de azúcar.
"Sentado en un banco clavado en un tiempo de albero/ contemplo al niño que un día fui circunvalando la tarde,/ cosido a unas rejas de eclipses verdes y pernos anclados/ a la piedra donde se sentaban mis sueños de verano./ El sonido del agua de la fuente fluye en mí, entre el verde/ que viste los zapatos enormes de unos castaños gigantes/ que dan sombra a D. Juan Valera que siempre estuvo ahí/ observando los años que se desprendían cada abril de primavera./ (...)." Autor: Rafael Luna García.
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