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Manos abiertas hacia una luz brillante con un fondo de colores difuminados.
COLUMNAS

La energía universal sanadora del amor

Columna por Federico de Sánchez

                                                                                                          Del asombro sale el pensamiento.

                                                                                                                                                     Platón.

Bien es cierto que el ser humano tiene necesidades que deben ser cubiertas en su día a día; necesidades esenciales para su desarrollo biológico, psicológico, emocional y espiritual. Pero existe, además, una energía que es fundamental, consustancial y esencial a nuestra naturaleza: amar. ¿Podemos imaginar un mundo sin amor?, ¿puedes imaginarlo?

Para la inmensa mayoría de las personas resulta difícil expresar con palabras o gestos, en un lenguaje suficientemente claro, la esencia del significado amor.

Para ti que me lees, que desde este instante eres mi compañero de fatigas y alegrías en el campo de la vida, quiero hablarte del significado del amor, quizás una de las realidades más importantes para el ser humano. El amor es…vida, luz, fuerza, energía, vibración. Sólo aquellos que lo sienten y experimentan pueden saberlo. El insigne filósofo Federico Nietzsche ya apuntaba que “la verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor”.

¿Qué es el amor…? y ¿amar…?

Podríamos afirmar que desde que el mundo es mundo, desde el preciso instante que el ser humano toma conciencia de su propia entidad, el amor constituye un misterio difícil de desentrañar, del que sólo unos pocos privilegiados narran su extraordinaria naturaleza transformadora. Sí, el amor tiene la capacidad de transformación, permitiendo y posibilitando, en ocasiones muy concretas, sacar a la luz lo más valioso que llevamos en nuestro interior. Pero el amor es algo más que un “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”, según la primera acepción del Diccionario de la Lengua Española.

Amar no es un acto de insuficiencia o carencia, de imperfección o falta de plenitud. Amar implica comprensión y aceptación de una realidad, aunque pueda no gustarnos suficientemente.

Para Blas Pascal, “el amor no tiene edad; siempre está naciendo”. Bella definición de una realidad que es indefinible, que no podemos abarcar con nuestros cinco sentidos conocidos… pero que tendemos a expresar, como los buenos poetas que transmiten más que bellas palabras o sentimientos de sublime grandeza. En un mundo sometido a la dualidad constatable de las cosas más cotidianas (día-noche, luz-oscuridad, frío-calor…), donde la impermanencia es una de las características más significativas, hablar, sentir o expresar el amor es tarea de harta complejidad.

¿Cuál es el verdadero significado de amar? ¿Amor de pareja…de padres a hijos…entre amigos…hacia los animales, plantas o naturaleza? El amor es…esa es su verdadera esencia, más allá de una temporalidad con fecha precisa o cronológica concreta.

El amor es la energía más poderosa del universo. Es la fuente de creación permanente, sustentadora y posibilitadora de las leyes de la armonía que, a pesar de que no sepamos explicar o comprender, siempre están ahí, sosteniendo nuestra efímera realidad, próxima y cercana.

Personalmente, prefiero hablar o expresar el amor desde el corazón… incluso, desde el alma, para que los sentidos callen, la inteligencia de paso a la verdadera sabiduría y el corazón aflore como una rosa de inmarchitable fragancia. El amor siempre está ahí, a nuestro lado, sosteniendo situaciones y actitudes que pueden parecer chocantes, negativas o de elocuente ignorancia. El amor se manifiesta día a día, instante a instante como fuerza, luz y energía que nos guía, ayuda y permite seguir creciendo, a pesar de nuestras muchas limitaciones. El amor es compañía, ayuda ante la presencia o manifestación de la soledad; el amor es comprensión, respeto, diálogo; el amor es desapego.

Soltar, soltar, soltar…para llenarnos de su luz, fuerza y energía.

El amor es la comunicación que va más allá de nuestras débiles cuerdas vocales; el amor es aceptar lo que el otro dice, hace o manifiesta, aunque no estemos de acuerdo con ello, o pueda herirnos emocional o psíquicamente; el amor es dar…sin esperar recompensa alguna; es lo más alejado de aprehender, recoger o recibir.

Todo ello es sumamente difícil. Por eso mismo el amor es una ilusión de la que los poetas, filósofos y místicos tanto nos hablan. Pero una ilusión que llega a convertirse en firme realidad cuando realizamos el salto cualitativo desde nuestra egocentricidad (yo minúsculo y pequeño) hacia la unidad (lo global y armonioso).

Qué bien sabía lo que es el amor el apóstol Pablo, quién lo expresa de forma poética y sublime: "...El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad”.

La verdad y el amor no suelen ir unidos de la mano. Confundimos el amor con el deseo, la verdad con la conveniencia, y al unir ambas realidades formamos una pintura demasiado abstracta sobre la realidad, siempre en permanente estado de mutabilidad y cambio.

Amar no puede ser solo aprehender aquello que juzgamos bueno a nuestros intereses. Amar no puede convertirse en una relación asfixiante basada en un planteamiento poco sutil y edificante de una relación humana. El amor no puede confundirse con el interés mezquino que da satisfacción a una simple necesidad biológica o emocional.

El amor va al núcleo, al centro de nuestra existencia, llenando de contenido la unidad esencial que manifestamos ser. El amor desarrolla aspectos intemporales para la percepción humana… por ello es fuente inagotable y permanente de inspiración; aunque no sepamos definirlo, sentirlo o expresarlo adecuadamente, él siempre está ahí, en nuestra conciencia y alma.

Podemos partir de lo global y general, el AMOR (con mayúsculas) hasta lo pequeño y concreto, el amor (con minúsculas) en nuestra cotidiana existencia. Esta última clase de amor también es válida, aunque sea imperfecta o impermanente, pero es nuestra y debemos forjarlas con las manos delicadas del artesano que elabora sutiles perfumes.

¿Hay un amor profano (humano) y un amor divino? Pienso que sólo hay una clase de amor que posee la capacidad de expresarse de múltiples maneras, dando a cada persona, cosa o situación aquella vibración o energía que le corresponde y es capaz de comprender y asumir. Por eso mismo, Teilhard de Chardin apuntaba que “amar significa colocar la propia felicidad en la felicidad de los otros”.

Hay un texto muy hermoso que quiero compartir contigo, compañero del camino; la primera vez que lo leí me pareció un auténtico regalo; es de Agustín de Hipona:

“Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.

Es bien cierto que el Amor…es.

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