
Kate Middleton recibe un aviso que no esperaba: Kensington Palace es así
La princesa de Gales, Kate Middleton, advertida por la Institución Británica sobre sus viajes programados
Cuando los miembros de la realeza británica viajan, no se trata solo de hacer maletas y subir a un avión. Detrás de cada desplazamiento hay un complejo sistema de normas que regula cada detalle. Así lo explica la experta en protocolo María José Gómez Verdú, quien ha desvelado las reglas que deben seguir figuras como Kate Middleton, el príncipe Guillermo o el propio Carlos III.
Una rutina de viaje muy lejos de lo común
Las directrices empiezan antes de despegar. Uno de los aspectos más curiosos es que dos herederos directos, como Guillermo y su hijo George, no deben volar juntos por precaución. Aunque esta norma se ha flexibilizado en los últimos años, sigue vigente como medida simbólica para garantizar la línea de sucesión.

También el equipaje está marcado por el protocolo: no solo deben llevar conjuntos preparados para cada evento, sino que también incluyen siempre un atuendo negro. Deben estar listos en caso de que se dé una muerte en la familia. Para evitar le que le ocurrió a la reina Isabel II cuando era princesa y se enteró de la muerte de su padre en Kenia, sin ropa de luto a mano.
Del código de maletas a la sangre de repuesto
Cada maleta lleva una etiqueta con las iniciales del propietario y un sistema de colores que indica su destino. Verde para el hotel, azul para viajar en cabina y amarillo si se dirige a una residencia específica. Esta logística ayuda a que todo esté organizado al milímetro sin margen para errores.
Pero la organización no acaba en la ropa: la seguridad sanitaria también es clave. “Cada viaje incluye un equipo médico y una reserva de sangre compatible con cada miembro real, por si ocurre una emergencia médica en el extranjero”, afirma Gómez Verdú. Esta práctica también se ha aplicado en la Casa Real española desde el reinado de Juan Carlos I.

En cuanto a documentación, el rey Carlos III no necesita pasaporte, ya que todos los documentos se emiten en su nombre. El resto de la familia sí debe llevar el suyo, algo que también ocurre en España, donde Letizia tiene DNI porque no nació dentro de la familia real.
Reglas curiosas y manías reales que sorprenden
Una vez llegan a destino, el protocolo continúa: desde cómo hacer una reverencia hasta dónde pisar en la alfombra roja, todo se ensaya antes. Nada queda al azar. Incluso hay prohibiciones claras: no se permiten selfies, ni autógrafos, ni comer mariscos durante los viajes oficiales para evitar intoxicaciones.

Los regalos tampoco se aceptan libremente: cada obsequio recibido pasa a formar parte del inventario de la Corona, reforzando la idea de que la figura del royal es institucional, no personal. Otro detalle llamativo: los Windsor llevan su propio licor. Una costumbre que tiene tanto que ver con la seguridad como con el gusto personal.
Y aunque estén lejos, las responsabilidades los siguen. El famoso 'Red Box' con documentos del gobierno acompaña al rey allá donde vaya. Como recuerda Gómez Verdú: "Ni siquiera el monarca está exento de la rutina".
En definitiva, los viajes de Carlos III, Camilla, Guillermo o Kate Middleton están regulados por un sistema donde todo está pensado. “Todo este ceremonial puede parecer excesivo, incluso anacrónico”, señala la experta. Pero también es parte de lo que convierte a la monarquía británica en símbolo y una fuente inagotable de curiosidades.
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