El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha vuelto a aderezar uno de sus interminables discursos con un componente extra: un eructo. En plena arenga, con las cámaras la televisión pública venezolana en directo, y después de cuatro horas de verborrea bolivariana, el dirigente revolucionario le dedicó a su audiencia ese exabrupto, por el que ni siquiera pidió perdón.

No es la primera vez que los gases le juegan una mala pasada en público a Maduro. Pero, claro, como habla y habla y pasan las horas, le ocurren cosas. En 2014 ya soltó un eructo en mitad de un discurso. Después llegarían más. En 2018 no fue un eructo lo que se le escapó, sino un "verga", también muy comentado, pero el vídeo de cuando citó "penes" en lugar de "peces" ha sido lo que más ha hecho sonreír a su audiencia. 

Durante sus discursos televisados, Nicolás Maduro también ha llegado a comerse una empanada y a almorzar en directo. Quizá sea esa la razón de sus eructos. Lo que está claro es que Maduro no controla sus gases ni siquiera ante su Asamblea Constituyente y su audiencia televisiva, y tampoco estima oportuno pedir perdón por tan desagradables y sonoras acciones. Nunca lo ha hecho.