Dicen los epidemiólogos que el SARS-CoV-2 es una de las peores pesadillas que pueden tener. El virus es nuevo y por tanto no existe ningún porcentaje de inmunidad en la población en general. Se transmite por vía aérea y además los enfermos pueden estar contagiados sin saberlo porque no tienen síntomas y transmitir la enfermedad durante días.

Se han publicado ya miles de artículos sobre el COVID-19 y todos parecen coincidir en lo mismo, esto es un resumen ordenado de lo que se conoce y no sobre el coronavirus.

Lo que ya se sabe a ciencia cierta

- El virus ya está identificado y se conoce su genoma y la relación con otros coronavirus. Gracias a ello se pueden detectar y rastrear nuevos casos y detectar los nuevos brotes mejor de lo que nunca se ha hecho con ningún otro virus de la historia de la medicina.

- Los expertos consultados por elcierredigital.com explican que ya se conoce el ciclo biológico del virus, que usa la proteína S (spike) de su envoltura para unirse "al receptor ACE2 de nuestras células y que las proteasas celulares (la furina y la TMPRSS2) facilitan su entrada al interior". Esta información es sido esencial para proponer posibles tratamientos y el desarrollo de los candidatos a vacunas

- Esta pandemia es mayor que una neumonía. Con el transcurso de los meses parece evidente, pero en un principio la COVID-19 se describió como una neumonía atípica grave, a diferencia de muchas otras enfermedades respiratorias este coronavirus genera una hipoxemia silenciosa, priva de oxígeno al paciente sin que la respiración se vea afectada. Además, un gran número de pacientes sufre problemas de coagulación  y una respuesta inmune exagerada (tormenta de citoquinas) que acaban en embolias pulmonares, infartos, ictus, problemas hepáticos, de riñón, e incluso alteraciones en el sistema nervioso. Precisamente para evitar estos problemas unos laboratorios canarios estudian un medicamento para paliar estos efectos.

- Los grupos de riesgo están perfectamente identificados: Personas mayores, diabéticos, obesos… y esto supone que el cuidado de estos enfermos se puede mejorar al igual que la prevención de contagio.

- La dinámica de transmisión del coronavirus se entiende cada día mejor. El COVID-19 se transmite principalmente de persona a persona mediante las gotículas respiratorias, por vía aérea y el contacto físico. La transmisión por gotículas se produce cuando una persona entra en contacto cercano con un individuo infectado y se expone a las gotículas que este expulsa, por ejemplo, al toser, estornudar o acercarse mucho, lo que da como resultado la entrada del virus por la nariz, la boca o los ojos. El virus se puede transmitir también por objetos contaminados, aunque su vida es limitada.

La lucha contra el COVID no ha parado.

Se sabe que los asintomáticos pueden tener la misma carga viral que los que están con síntomas y por tanto, transmiten el virus. Se conoce también que existen personas y eventos “supercontagiadores”, es decir lugares cerrados donde es sencillo contagiarse, como conciertos, discotecas o acontecimientos multitudinarios.

- La cooperación internacional puede ayudar al desarrollo más rápido de una vacuna. Se ha promovido el desarrollo de ensayos clínicos para lograr medicamentos promovidos por la OMS y otros países, hasta el diseño, evaluación, fabricación y distribución de las futuras vacunas, muy variadas y con tecnologías muy diferentes.

Lo que no sabemos del COVID-1

- Una de las mayores incógnitas consiste en saber por qué hay miles de contagiados que no presentan síntomas.  Algunas respuestas apuntan a una inmunidad muy rápida o que los afectados ya tenían una inmunidad previa por una reacción cruzada con otros coronavirus, quizás influyan los factores genéticos o porque la carga viral sea muy baja en el momento de la infección.

- Hay poca incidencia entre los niños más pequeños y también se ha especulado con que las presencia de estímulos inmunológicos recibidos por las vacunas infantiles tengan cierto papel protector contra el coronavirus.

- ¿Por qué hay reinfectados?  ¿Cuánto dura la inmunidad?, ¿de qué depende en este caso concreto?, ¿el haber pasado la enfermedad, protege, cuánto, hasta cuándo? Hay una larga lista de preguntas que todavía no tienen respuesta porque los reinfectados todavía no se han convertido en un grave problema.

- Efectos del COVID-19 a largo plazo: Las secuelas van desde la disnea a la fatiga, pero el virus también provoca daños en tejidos, pulmones, articulaciones, corazón e hipertensiín. El miedo es que el COVID se convierta en una enfermedad crónica.

- Faltan diagnósticos rápidos y fiables. El problema ahora son los reactivos, que faltan en toda España, para realizar las pruebas PCR. Lo ideal sería tener pruebas que se pudiesen realizar a partir de la saliva, sin necesidad de personal sanitario. Esta tecnología ya está desarrollada, pero es cara y no se implanta no solo por motivos económicos sino también porque su sensibilidad es más baja que las PCR. Otras tecnologías como la plataforma de diagnóstico Carmen que combina microfluidos con otras tecnologías se han mostrado eficaces en la detección de estos virus.

- Todos los expertos consultados coinciden en que es sorprendente que no existan datos fiables y coordinados sobre las pruebas que se hacen, los resultados que arrojan esas PCR, número de positivos, ingresados, en la UCI y todo ello en tiempo real. Es increíble que algunas comunidades faciliten esos datos con varios días de retraso. Los epidemiólogos coinciden: "Sin datos reales es muy difícil luchar contra una pandemia".

- Aumentan los asintomáticos. ¿Esto significa que se debilite el virus? La respuesta es un tajante no. "No tenemos evidencias en este momento de que haya cepas más o menos virulentas. El SARS-CoV-2 es relativamente estable, al menos mucho más que otros virus como el de la gripe, que es el campeón de la variabilidad. Eso es debido a que tiene un mecanismo de control de las mutaciones, una proteína (nsp14-ExoN) que actúa como una enzima capaz de reparar los errores que pueden ocurrir durante la replicación del genoma", explican los expertos.

También puede ocurrir que al aumentar un 165 por ciento las PCR se hayan detectado muchos más casos que antes permanecían ocultos. Durante las últimas semanas también se ha detectado que el virus ha mutado, en concreto a una denominada D614G. Se ha bautizado así porque "el aminoácido en la posición 614 de la proteína S del coronavirus ha mutado de un ácido aspártico a una glicina. Los estudios demuestran que la nueva cepa con la mutación G614 infecta con mayor eficiencia las células que la cepa original", explica un epidemiólogo. Esta variante comenzó a circular de manera frecuente a partir de febrero y ya es predominante en Europa, Estados Unidos y América del Sur. Aunque sea más infecciosa no significa que sea más grave. No se ha probado que esta mutación sea más agresiva que el virus original.