António Costa, primer ministro de Portugal desde el año 2019, ha dimitido de su cargo después de que se dé a conocer la investigación que la fiscalía portuguesa está llevando a cabo contra él y varios miembros de su gabinete. El motivo, unos presuntos delitos de corrupción, prevaricación y tráfico de influencias debido a varias concesiones de explotaciones de litio así como un proyecto para producir hidrógeno verde.

A estas alturas de la investigación, se ha detenido a cinco personas, entre ellos Víctor Escária, jefe del gabinete de Gobierno de António Costa; un hombre de confianza del ahora primer ministro en funciones y el empresario Diego Machado. Más personas del gobierno socialista están siendo investigadas.

La noticia, adelantada por la cadena CNN, fue confirmada por el propio Costa en un comunicado televisado en el que afirmaba que “la dignidad de las funciones del primer ministro no es compatible con ninguna sospecha sobre su integridad”. Según Costa, tiene la conciencia tranquila: “No me pesa en la conciencia la práctica de cualquier acto ilícito o ni siquiera acto censurable”, declaró. Afirmó, además, que nunca escuchó nada sobre el proceso judicial en el que se ha visto envuelto: “Desconocía la existencia de este proceso”.

La producción de litio e hidrógeno en Portugal, en auge

El motivo que ha llevado a la dimisión del primer ministro portugués no es otro que las concesiones a diversas empresas para explotar dos negocios que aspiran a convertir Europa en un continente más “verde”: el litio y el hidrógeno verde.

Imagen de los campos de litio de Chile. / Tom Hegen.

Con respecto al litio, este metal ligero es utilizado para las baterías de los teléfonos móviles y de los vehículos eléctricos que Europa prioriza sobre los que utilizan carburantes fósiles. Debido a que el continente apuesta por las energías limpias para reducir la contaminación, las reservas de litio se han convertido en algo indispensable para atender a la alta demanda que supondría sustituir los vehículos actuales por coches eléctricos. En Portugal, el gobierno de Costa estos últimos años ha intentado reinventarse en este aspecto.

En Europa, el litio principalmente proviene del extranjero. Los mayores exportadores son Australia, que produce unas 42.000 toneladas al año, y Chile, con 18.000. Portugal solo produce 1.200 y tiene unas reservas de 60.000 que podrían ser ampliadas si se explotasen nuevas minas en diferentes regiones portuguesas. Una medida que no apoyan los ganaderos de la zona.

Y es que, por bueno que sea el propósito, para producir litio se necesitan altas cantidades de agua. Su escasez en las inmediaciones de estas minas, podrían provocar la pérdida de biodiversidad, así como la sequedad del suelo.

A pesar de la oposición de algunos sectores, Portugal apuesta por la producción nacional de litio para cubrir la alta demanda de este metal. Del mismo modo apuesta por el hidrógeno verde, que se ha convertido en los últimos tiempos en una alternativa interesante al gas natural. Sobre todo en Europa, continente que dependía de las reservas rusas que tanto están afectando en la guerra de Rusia contra Ucrania.

Junto con España, Portugal se considera una de las principales potencias de hidrógeno verde en el continente. De hecho, es por estos dos países por los que discurre el gasoducto H2Med, también denominado Corredor Verde Mediterráneo, al que se unió Alemania este año.

El objetivo de Portugal es que el hidrógeno verde crezca en los próximos dos años hasta alcanzar el 20 por ciento de proporción dentro de las mezclas que se están haciendo con gas natural para reducir el consumo de este último.

A pesar de las buenas intenciones del país luso con respecto a las energías renovables, ha sido esto precisamente —y la sombra de la corrupción que pesa sobre la adjudicación de sus concesiones— lo que ha hecho caer al hasta ahora primer ministro, António Costa.

António Costa, en política desde la cuna

Nacido el 17 de julio de 1961 en Lisboa (Portugal), António Costa, de 62 años, es hijo de la periodista abanderada del feminismo Maria Antónia Palla y del poeta comunista Orlando da Costa, nacido en Mozambique pero criado en Goa, una colonia portuguesa en la India.

Orlando da Costa, padre de António Costa.

Los intereses de sus padres hicieron que con tan solo 14 años António Costa se iniciara en la política, entrando en las Juventudes Socialistas. Su activismo en el Partido Socialista fue una constante para él desde entonces, incluso en la universidad, donde estudió Derecho. Uno de sus profesores fue el actual presidente de la república de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, de ideología conservadora. El tiempo acabaría haciendo que ambos tuvieran que entenderse para sacar adelante a Portugal. Uno como presidente de la República; el otro como primer ministro del país. Ambos de ideologías opuestas.

Desde que empezó en política, António Costa ha pasado por multitud de cargos: concejal, portavoz parlamentario, ministro, vicepresidente del Parlamento Europeo, alcalde de Lisboa y primer ministro, cargo del que ahora presenta su dimisión. Le quedaba por alcanzar la presidencia de la República, pero en una entrevista afirmó que tenía “la certeza” de que es un cargo que nunca ejercería.

“Amigo” de Pedro Sánchez

No obstante, el verdadero ascenso en su carrera política comenzó en 2007, cuando fue elegido como alcalde de Portugal, un cargo que mantuvo hasta el año 2015 debido a las dos mayorías absolutas que obtuvo. Esto hizo que en noviembre de 2014 fuese elegido como secretario general del Partido Socialista.

En las elecciones generales del año 2015, Costa no logró alcanzar la mayoría; se quedó en un segundo puesto, por detrás de la coalición conservadora Portugal al Frente, unión del PSD (Partido Social Demócrata) y del CDS. Pero en un giro de los acontecimientos acabó convirtiéndose en primer ministro de Portugal. ¿Cómo? A través del diálogo, con el que pactó con el Partido Comunista y el Bloque de Izquierda.

António Costa y Pedro Sánchez.

La unión de estos partidos él mismo la denominó 'geringonça', que traducido al español podría ser artilugio, en muchas ocasiones utilizado como algo inútil. Así lo consideraban muchos: una coalición que no tendría mucho futuro. Pero lo tuvo. Costa consiguió que las izquierdas se entendieran y sacar adelante a un país acuciado por la crisis. A través de una política de gasto y menos austeridad, impulsó la economía.

También logró mantener buenas relaciones con el presidente de la república, Macelo Rebelo de Sousa, elegido en marzo de 2016.

Para Pedro Sánchez, actual presidente en funciones español, la gestión de Costa se convirtió en un referente. “De mi amigo António aprendo todos los días”, llegó a declarar. Como él, Sánchez quedó segundo en las anteriores elecciones generales del 23 de julio, por detrás del Partido Popular. Ahora, espera a una posible investidura que depende de que se ponga de acuerdo con el bloque de izquierdas y los partidos autonómicos.

Se agota la batería de António Costa

El entendimiento con los partidos de izquierdas, no obstante, no duró para siempre. Los partidos que pactaron con Costa, así como los que no, no apoyaron los presupuestos de Costa para el año 2022, lo que llevó a unas elecciones anticipadas. Costa ganó por mayoría absoluta. La anterior ocasión en la que esto había ocurrido con el Partido Socialista había sido con José Sócrates a la cabeza. Sócrates también ha sido investigado por presuntos delitos de corrupción, de los que finalmente no será juzgado.

Ahora, la historia se repite. António Costa consiguió la mayoría absoluta y, apenas un año después, dimite de su cargo por una investigación sobre un presunto delito de corrupción que pesa sobre él. Queda en manos del presidente de la República de Portugal el futuro político del país: elegir a un nuevo primer ministro y continuar con la actual legislatura, o convocar elecciones anticipadas.

Atrás queda el tiempo en el que los medios portugueses pronosticaban una mayor permanencia como primer ministro que Aníbal Cavaco Silva (10 años en el cargo) o el sobrenombre de “político Duracell” que se ganó a lo largo de su carrera política. La investigación judicial activa ha hecho que la batería política de António Costa finalmente se agote.