Ya se han quejado en otras competiciones, pero lo de las WTA Finals ha sido la gota que ha colmado el vaso. Es el evento del año, con las ocho mejores jugadoras de tenis de la temporada compitiendo por el “oro”. Este año, las protagonistas son Aryna Sabalenka, número 1 del ranking, Iga Swiatek, Coco Gauff, Elena Rybakina, Jessica Pegula, Ons Jabeur, Marketa Vondrousova (la ganadora del Grand Slam femenino en Wimbledon) y Maria Sakkari.

Pero el que podría (y debería) ser el mejor torneo de tenis femenino ha vuelto a quedarse a las puertas por culpa de la organización. Hasta la propia Sabalenka ha comentado a través de sus redes sociales que siente que la WTA le “falta al respeto”. “No es el nivel de organización que esperamos de unas finales”, comentaba en una publicación.

Jessica Pegula y Maria Sakkari se saludan antes de disputar el partido de las WTA Finals. | Foto: WTA

Y es que, en un torneo internacional que es teóricamente la joya de la corona del tenis, la sede se conoció hace menos de dos meses y las obras de la pista terminaron horas antes del inicio de la competición. Ni siquiera las jugadoras pudieron practicar antes de los partidos, como explicó la finalista tunecina de Wimbledon, Ons Jabeur: “Me gustaría que el estadio estuviera listo más de un par de días antes para poder tener una mejor preparación”. Pero no fue así.

Un futuro en duda y el “desprecio” de la WTA a las jugadoras

El problema de la WTA va más allá de la organización de este torneo, y es que la raíz está en un tenis femenino en crisis. La ATP (el equivalente masculino) tiene sus grandes estrellas, como Carlos Alcaraz, el incansable Novak Djokovic y la otra gran revelación de las últimas temporadas, Jannik Sinner. Pero la competición femenina no genera el mismo interés que la masculina, y no es un problema nuevo. Ya en el WTA de Texas, el año pasado, la organización no consiguió llenar el estadio ni rebajando a seis dólares las entradas.

Coco Gauff, en el partido que disputó contra Iga Swiatek en las WTA Finals. | Foto: WTA

Puede que sea cuestión de tiempo, que tengan que brillar futuras promesas del tenis como Ons Jabeur, Aryna Sabalenka o Marketa Vondrousova, o la nueva revelación estadounidense, Coco Gauff. Pero la WTA va a tener que sentarse a hablar con las jugadoras y a encontrar financiación, incluso en la posible fusión con la ATP, porque, de no cambiar la situación, la WTA podría caer en bancarrota en tres o cuatro años, tal y como estimaba Yuri Polski, el vicepresidente de la Federación de Tenis de Kazajistán.

De momento, el CEO de la WTA, Steve Simon, ha negado rotundamente una posible fusión con la ATP y ha hablado de un futuro prometedor para el tenis femenino. Pero el tenis agoniza, y Cancún ha sido un ejemplo más en una larga lista de desplantes que ya se vio en Montreal, donde el agotamiento de las jugadoras por la falta de coherencia en el calendario terminó en una final de 49 minutos.

Montreal, la enésima 'chapuza'

El pasado 13 de agosto, en la final femenina del Masters 1000, la tenista Liudmila Samsonova perdió una de las finales más cortas de la historia: la cita culminó a los 49 minutos de haberse iniciado.

Los inconvenientes meteorológicos fueron una presente durante el fin de semana y obligaron a retrasar o suspender varias eliminatorias. La organización tomó decisiones que no sentaron nada bien a las tenistas.

La tenista rusa se vio afectada desde el inicio de las eliminatorias. El viernes, 11 de agosto, la número 14 de la WTA tuvo que disputar dos eliminatorias en la misma jornada: los octavos de final ante Aryna Sabalenka y los cuartos frente a Belinda Bencic.

Samsonova lograba su pase para las semifinales que debían disputarse el sábado, pero la intensa lluvia y la falta de instalaciones donde pueda disputarse el torneo bajo lluvia obligaron a la organización a suspender la eliminatoria. Tras las incidencias climatológicas, la semifinal se jugaría el domingo a la 13:30.

La lluvia respetó la semifinal, Samsonova y Rybakina comenzaron a la hora estipulada en busca de una plaza para la final. La tenista rusa logró imponerse a su rival (6-1,1-6 y 6-2) en una hora y 48 minutos. Es decir, el partido terminó cerca de las 15:30, por lo tanto, Samsonova disputaría la final en menos de dos horas.

La rival de Samsonova fue la primera en quejarse de la desastrosa planificación del Masters 1000. "Estoy destrozada por la programación y toda esta situación. No estoy feliz por esto, pero es lo que es", declaró la tenista kazaja.

La final de la discordia

Jessica Pegula esperaba a su rival, Samsonova, para disputar una final que ya estaba condicionada desde el principio. La propia Pegula lo reconoció: "ha tenido unos horarios de locura y no estaba bien físicamente. Sé que la programación no la ha ayudado y apesta cuando sientes que no estás jugando con unas reglas justas".

La final se resolvió en 49 minutos y Pegula barrió a Samsonova tras un 6-1 y 6-0. La tenista rusa no pudo competir dado lo mermada que se encontraba físicamente. "No tuve tiempo para recuperarme. Ha sido una semana dura para mí. Muchos partidos, muchas experiencias, un clima complicado... He intentado dar lo mejor de mí, pero hoy no ha sido suficiente. Honestamente, me habría gustado tener más tiempo, pero han dicho que no es posible", declaró la tenista rusa tras la final.

Una Samsonova enfadada terminó cargando contra la organización y volviendo a poner de manifiesto la poca voz que tienen los deportistas: “Las jugadoras no importamos. Si sabes que va a llover, tienes que diseñar un calendario que te permita jugar".