Ayer, Joana Pastrana decepcionó. La boxeadora madrileña perdió su título mundial de peso mosca frente a la costarricense Yokasta Valle en el Arena de Marbella. Era la tercera vez que Pastrana -una profesional como la copa de un pino- defendía el título y fue la vencida.

Pastrana buscó durante todo el combate un golpe de suerte que nunca encontró. Se olvidó de boxear y de una de las máximas de este deporte: una mano pega y la otra tapa, una mano tapa y la otra pega. Nada más comenzar el primer asalto lanzó un potente swing para pillar en frio a su oponente, táctica que repitió sin éxito en sucesivos asaltos.

Una campeona del mundo (ya ex campeona) no puede subirse al ring a buscar un golpe de suerte. Salió con la guardia baja en exceso y así estuvo todo el combate. Todo su tren delantero desguarnecido era un goloso objetivo para una rival que era lo más parecido a un molinillo de golpes interminable. Yokasta Valle demostró cómo con fe y buenas series de golpes se puede desestabilizar a toda una campeona.

Pastrana se proclamó campeona del mundo del peso mínimo en junio de 2018

Pastrana se olvidó de otra máxima: se boxea con las piernas y se golpea con las manos. Ni boxeó ni golpeó. Era como una pantera agazapada a la espera de que se acercase su presa para asestarle ese deseado gancho que nunca llegó.

La presa se acercaba pero no para ser comida sino para comer. Izquierda, derecha, crochet, gancho. Izquierda, izquierda, directo, gancho, crochet. Son series de golpes que Pastrana domina a la perfección pero que ayer no supo aplicarlos.

Sirva como excusa que su mano se lesionó de nuevo en el primer asalto y le impidió desarrollar todo su potencial. Pero nada más.