Ha quedado sobradamente acreditado que Andrés Manuel López Obrador, AMLO como gusta llamarse, no quiere ningún bien a España, porque igualmente ha quedado sobradamente acreditado quién es el flamante Presidente de México, un chavista radical, tanto como Chávez y Maduro, instalado ni más ni menos que en el patio trasero de EE.UU.

Los chavistas tienen un particular odio a España, que surge de su comunismo indigenista, el cual tiende a atribuir todos los males de la América Hispana, al Descubrimiento y a la conquista de dichos territorios. Además, como España es poco dada a defender con firmeza su grandeza como Nación y sus legítimos intereses en las relaciones internacionales, es más fácil que la demagogia totalitaria del chavismo, tienda a ensañarse con España, mucho más que con su vecino del Norte, que por si fuera poco es “la” gran potencia, en singular.

 La arremetida de López Obrador y su exigencia de petición de perdón por la magna gesta civilizadora y evangelizadora llevada a cabo en Hispanoamérica, se centra en dos bestias negras del chavismo. En la dimensión indigenista del mismo, busca humillar a la antigua potencia hispana y en su vertiente comunista lo que aflora es la animadversión hacia la religión católica, por lo que también pretende humillar al Papa con otra petición de perdón tan injustificada y rechazable como la anterior.

López Obrador ha calculado mal. Es prácticamente seguro que Pedro Sánchez se hubiera achantado si llega a hacer pública la cuestión en cualquier otro momento, que no fuese en plena campaña electoral. Pero ahora toca dar la cara y en la contundente respuesta que se le ha dado a Obrador, ha habido unanimidad en las fuerzas políticas constitucionalistas. El único partido que se ha retratado a favor de López Obrador, o lo que es lo mismo, contra España, es Podemos, que no en vano es otra derivada del chavismo, en otras palabras del comunismo en versión latina, vociferante y radicalmente demagógica.

AMLO se ha llevado un sopapo e inmediatamente ha surgido la primera venganza que tenía preparada. Cuando estaban todavía frescas las palabras de los políticos españoles constitucionalistas, en la tarde del día 26 todos los trabajadores españoles con contrato laboral fijo de la Agregaduría de la Fiscalía General Mexicana, de la Embajada de México en España, recibían una fulminante carta de despido. Con indemnización, pero despido. Cierto es que la indemnización sólo se daría si aceptaban el despido, que ellos reconocen como improcedente, sin rechistar, renunciando expresamente a cualquier derecho a reclamar. Además le han dado forma de acuerdo transaccional, para cerrar el paso a cualquier tipo de recurso ante la autoridad judicial. O se acepta el trágala o no se cobra y el trabajador queda sujeto a la incertidumbre de un juicio por despido, cuando ellos mismos reconocen que es improcedente, si el trabajador renuncia a sus derechos. Ahí queda clara otra dimensión del nuevo chavismo mexicano, ensañarse con el débil, con el empleado, desde la prepotencia de un poder que, en el colmo de la desfachatez, se vende a sí mismo como la expresión del socialismo más obrerista.

Es verdad que López Obrador, desde que llegó al poder, ha efectuado auténticas purgas en la Administración mexicana, con el clásico programa del chavismo: echar a todo el mundo y abrir tantos huecos que la Administración mexicana quede inmediatamente ocupada y capturada por los acólitos de Obrador; es decir, por el chavismo.

Lo que ha pasado con los contratados laborales fijos españoles de la Agregaduría de la Ficalía General de la Embajada de México, forma parte de esta estrategia de ocupación y captura totalitaria de las instituciones mexicanas, pero con un agravante. Mientras que entre el personal diplomático de nacionalidad mexicana, quedan personas que no han sido despedidas, entre los contratados laborales españoles se ha hecho tabla rasa. En resumen, nos hallamos ante una venganza por el hecho de que España no se haya plegado a su intolerable exigencia de pedir perdón, por nuestra inmensa labor civilizadora en tierras americanas. Es de suponer que este es sólo el primer paso de una venganza premeditada y es de temer que el chavista López Obrador siga adelante con más actos de hostilidad y venganza, si nadie lo remedia.

Emilia Zaballos es directora del bufete Zaballos Abogados.