En el mes de septiembre de 2021 se cumplirán 75 años de la celebración de la Gran Corrida Extraordinaria de Beneficencia que tuvo lugar en la plaza de toros de Las Ventas en 1946. Cada año, con este tipo de corridas, la Diputación de Madrid recaudaba dinero para donarlo al Hospital Provincial y en esta ocasión el resultado artístico de la corrida fue completamente extraordinario, no solo por la gran calidad de los maestros, sino también por la bravura de la mayoría de los toros de la ganadería de Carlos Núñez.

La popularidad que alcanzaron este tipo de corridas en la capital de España indujo a un gran número de torerosofrecer sus servicios de manera gratuita, lo que obligó a la Diputación Provincial de Madrid a realizar una minuciosa selección de los protagonistas que participaban en cada corrida.

En principio, las figuras principales de este cartel iban a ser el rejoneador Álvaro de Domecq y los toreros Rafael Vega de los Reyes -conocido como Gitanillo de Triana-, Antonio Mejías, Bienvenida y Manuel Rodríguez, Manolete, que, durante ese año, no había toreado en ninguna plaza española y los aficionados estaban deseando volver a verlo. Por eso y porque podía ser la última ocasión en la que se viera al diestro en una plaza de toros (algo que no sucedió, ya que en 1947 decidió volver a vestirse de luces con un final trágico), los aficionados no dudaron en agotar todas las entradas.

Cartel de la corrida.

Pocos días antes de la corrida hubo un cambio de última hora, incluyéndose al torero Luis Miguel Dominguín. El responsable de esta novedad fue el propio padre del diestro que, pensando que era una de las corridas más prestigiosas del año por su popularidad y que la presencia de Manolete era garantía de éxito, consideró que su hijo debía estar en ella. Para conseguirlo, le dijo a Dominguín que fuera a ver al presidente de la Diputación y le ofreciera sus servicios de manera gratuita, además de un donativo de cien mil pesetas y el pago de todos los gastos personales, incluyendo el de sus toros, una propuesta que el Marqués de la Valdavia no pudo rechazar.

Entrada de la corrida.

El día llegó y los cuatro matadores se presentaron en la plaza junto al rejoneador. Gitanillo de Triana lucía un traje grana y oro al igual que Bienvenida, mientras que Manolete iba ataviado de celeste y oro y Dominguín de blanco y oro. La primera labor del rejoneador Álvaro Domecq fue buena y se le concedió una oreja, al igual que a Gitanillo de Triana y Dominguín, Manolete recibió una gran ovación y Antonio Bienvenida no tuvo la misma suerte, ya que llegó a recibir pitos por sus estocadas defectuosas.

La segunda ronda fue la que quedó marcada para la historia del toreo. Tanto Manolete como Dominguín lograron poner en pie al público y realizar sendas faenas que demostraron su gran talento. El torero cordobés realizó una faena extraordinaria con la que se ganó dos orejas y los elogios de los medios de comunicación, que la catalogaron de “maravillosa y emocionante”, pero el protagonista indiscutible de la tarde fue Dominguín que, gracias a las dos orejas que obtuvo en su última faena, logró acumular tres orejas en la plaza más importante de Madrid y junto al legendario Monstruo de Córdoba.

Manolete.

Este fue un claro presagio de lo que sucedería posteriormente en el mundo de la tauromaquia ya que Luis Miguel Dominguín consiguió asaltar el trono del toreo que dejó vacante Manolete al perder la vida en aquella trágica corrida del 28 de agosto de 1947. Pese a este triste momento, el maestro cordobés y Luis Miguel Dominguín dejaron esa tarde de septiembre de 1946 un recuerdo imborrable para los amantes de la fiesta nacional que, gracias a la hemeroteca, quedará para la historia.