26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Tras la campaña de descrédito en su contra, el cineasta se despacha contra su exmujer y musa al afirmar "está perturbada, psicológica y corporalmente"

La intrahistoria y lo que esconden las memorias de Woody Allen tras denunciar Mia Farrow abusos sobre su hija Dylan

Woody Allen y Mia Farrow.
Woody Allen y Mia Farrow.
Woody Allen por fin ha publicado sus memorias, tituladas 'A propósito de nada'. Lo hace años después de la campaña de desprestigio sufrida por el cineasta tras recrudecerse las acusaciones de supuesto abuso sexual hacia su hija Dylan. Su ex Mia Farrow ya lo acusó en 1992, pero nunca le denunció. Para muchos en su ánimo estaba la venganza de la actriz por la infidelidad de Allen con Soon-Yi, también hija de Mia. En libro, el actor neoyorkino habla por primera vez de Farrow y se despacha a gusto.

Pedro Almodóvar hace decir a su alter ego Antonio Banderas en Dolor y Gloria que “los chismes envejecen” pero la era de internet contradice al cineasta manchego. Cuando hace dos años Woody Allen anunció que tenía la intención de publicar sus memorias el movimiento #Metoo estaba en pleno apogeo. Las nuevas generaciones de actrices, comentaristas y prebostes de la opinión pública rebuscaron en ese dios de la memoria que es Google y se toparon con un viejo escándalo que vivió su punto álgido en 1992. Esto evitó que ninguna editorial quisiera publicar su libro, hasta ahora. El libro, titulado A propósito de nada, da lo que promete. Un señor de 85 años, demasiado inteligente para los tiempos que corren que se asoma a su pasado con una mezcla de ternura y vitriolo.

Los fantasmas del pasado surgieron cuando Mia Farrow, ex mujer del cineasta, y su hijo Ronan Farrow iniciaron una fuerte campaña contra él. Ronan, periodista de profesión, lleva la voz cantante en las acusaciones de pederastia contra el cineasta. Hasta ahora habían surtido efecto. The New Yorker y The New York Times clamaron contra el otrora ídolo de la alta cultura en Estados Unidos. La editorial Hachette se negó a publicar el libro del director de Annie Hall y Amazon a distribuir sus películas. Incluso la actriz Geraldine Page llegó a donar lo que ganó en una de las películas del neoyorkino a una asociación feminista. Arcade ha publicado finalmente el libro. En España lo hará Alianza editorial.

Pero, volvamos al origen del escándalo en 1992. Por entonces Mia Farrow y Woody Allen eran la pareja de cine más respetada en los círculos intelectuales en Estados Unidos. Cuando se conocieron en 1980 Mia llevaba una errática carrera trabajando más en teatro que en cine. Quedaban lejos los años en los que representó la moda andrógina gracias el peinado conocido como pixie con el pelo muy corto. Su imagen fue un icono de los 60 gracias a la película La semilla del diablo de Roman Polanski, una de las obras fundamentales de aquel periodo. Nada quedaba de eso en 1980. No había obtenido ningún éxito desde el film clásico del terror.

Woody Allen, por su parte, buscaba una musa después de su separación de Diane Keaton, la actriz que, hasta entonces, mejor le había entendido. Mia encontró en él oportunidades que el cine americano convencional jamás le habría dado y con ella, Allen encontró una intérprete dúctil con la que inició unos años donde su cine se volvió más profundo. Hasta 1992 habían rodado doce películas e iniciaban la grabación de Maridos y mujeres, el número trece de su filmografía conjunta. El mal fario de este número se confirmó.

En esos meses Woody Allen había iniciado una relación con Soon-Yi de veintiún años e hija adoptiva de Mia y su segundo marido, el director de orquesta Andre Previne. Según cuenta el cineasta en sus memorias el amor surgió cuando decidió enseñar a su hijastra un clásico del cine: El séptimo sello de Ingmar Bergman. Mia se enteró de su relación cuando encontró en el apartamento del director unas fotos eróticas de Soon-Yi.

Mia Farrow contó en sus memorias Hojas vivas como el descubrimiento del affaire le causó un gran impacto y enloqueció. Para muchos su venganza fue acusar públicamente a Allen de haber abusado sexualmente de su hija adoptiva Dylan. Judicialmente no hubo ninguna consecuencia pero el asunto fue comentado durante años. Mia nunca volvió a levantar cabeza en lo profesional desde entonces. Allen contestó tibiamente en un libro de conversaciones de Eric Lax. El asunto fue poco a poco extinguiéndose, pero Mia nunca dejó de atacar al cineasta.

Dylan y Ronan

En 2014 el asunto volvió a la actualidad, pero tomando un tono más peligroso para Allen. Dylan, hija adoptiva de Allen y Mia concedió una entrevista acusando de nuevo al director de abusar sexualmente de ella cuando era pequeña. “Como niña de siete años, diría que me tocó mis partes privadas. Como una mujer de 32, tocó mis labios vaginales y mi vulva con el dedo”, contaba.

Woody Allen y Soon-Yi. 

Detrás de esta nueva denuncia se encuentra Ronan, hijo biológico de Allen y Mia Farrow, periodista de profesión. Se hizo conocido por denunciar en 2017 en una serie de artículos que destaparon los abusos sexuales del productor Harvey Wenstein.

En esta ocasión los medios se posicionaron mayoritariamente contra Woody Allen que, asegura en su libro recién publicado, se ha sentido como los perseguidos en los años de la Caza de Brujas. También agradece a gente como Pedro Almódovar, Scarlett Johanson, Penélope Cruz, Javier Bardem y su ex Diane Keaton el apoyo recibido.

La evidencia es que Mia Farrow jamás presentó una denuncia en relación a estos supuestos abusos sexuales. Allen dedica setenta páginas a este asunto y asegura que la actriz ha manipulado a Dylan y Ronan porque nunca le perdonó su infidelidad con su hijastra.

"Perturbada, psicológica y corporalmente"

El cineasta ha tardo casi tres décadas en hablar personalmente de su expareja y exmusa de que dice que es una “perturbada, psicológica y corporalmente, maltrataba a sus hijos y los convertía en auténticos sumisos”.   “¿Cómo se entiende que dos de sus hijos adoptados se suicidaran, un tercero casi los imitó también mientras que otra hija murió de sida a los treinta años, sola, en una mañana de Navidad?”, remata.

Ronan Farrow. 

“Nunca le puse el dedo encima, nunca le hice nada que pudiera interpretarse erróneamente como un abuso. Mia había salido de compras, no había asiento para mí, así que me senté en el suelo y recliné mi cabeza hacia atrás en el sofá, en el regazo de Dylan por un momento”, explica sobre las acusaciones de abuso.

Woody Allen cierre el asunto con su particular sentido del humor: “Sin creer en una vida futura no veo qué cambiará si me recuerdan como director o pedófilo. Sólo pido que mis cenizas se esparzan cerca de una farmacia”.

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