25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Tal y como le advirtió el magistrado José Miguel Bort si no se sometía a las pruebas de ADN le sería adjudicada la paternidad del hijo de María Edite

Así es la sentencia que declara padre de Javier Santos a Julio Iglesias, que suma ya nueve hijos a los 75 años

Julio Iglesias
Julio Iglesias
Julio Iglesias ha sido declarado oficialmente padre de Javier Santos, tal y como este aseguraba ser. Santos se convierte así en el noveno hijo oficial del cantante español más internacional, tras los tres nacidos de su matrimonio con Isabel Preysler y los cinco de su unión con Miranda. Javier nació de una relación entre Julio Iglesias y la bailarina portuguesa María Edite Santos.

La justicia ya se ha pronunciado: Julio Iglesias, tal y como estaba previsto, se convierto en padre de Javier Santos. Tras la vista del pasado día 4 de julio a la que no compareció el cantante y la negativa de éste a someterse a las pruebas de paternidad, el Juez José Miguel Bort, le ha declarado, tal y como le advirtió, el padre de Javier Santos.

"Que estimando la demanda formulada por D. Javier Sánchez Santos contra D. Julio Iglesias de la Cueva, debo declarar y declaro que el padre biológico del referido actor no lo es el Sr. Sánchez Sánchez, que figura como tal en la inscripción de nacimiento, y que lo es el también demandado Sr. Iglesias de la Cueva, con todos los pronunciamientos legales inherentes a ello, y sin que haya lugar a hacer expresa declaración sobre las costas del procedimiento", dicta la sentencia.

La sentencia consta de sólo siete folios, poco extensa debido a la contundencia y claridad de los hechos expuestos en ella. Una de las claves que señala el juez en el documento que reconoce a Javier Santos como hijo de Julio Iglesias son los indicios claros que determinan la paternidad del cantante, que según el artículo 777 apartado 4 de la Ley de Enjuiciamiento Civil aportan la credibilidad necesaria para que, a pesar de que Iglesias no se haya sometido a las pruebas de ADN, se le pueda considerar como padre.

Por lo tanto, la negativa a realizar las pruebas de paternidad perjudica en este caso a Julio Iglesias al haber indicios solventes que demuestran que Javier Santos es su hijo. Uno de estos indicios determinante para el juez ha sido el el gran parecido físico entre ambos, así como la credibilidad de los hechos relatados por María Edite, desde la noche en que se conocieron hasta el día que nació su hijo, justo a los nueve meses de este encuentro.

Esta sentencia pone en valor la insistencia que ha tenido la familia durante más de 40 años para que se reconozca que Julio Iglesias es el padre de Javier Santos, gracias a la labor del abogado Fernando Osuna.

Ahora, la defensa tiene la posibilidad de recurrir la sentencia y solicitar que Iglesias se haga la prueba de ADN. Ante este supuesto, el abogado de Santos asegura no tener ningún problema en que se haga la prueba, pero critica que sea ahora cuando acepte hacérsela cuando ha rechazado este proceso hasta en tres ocasiones.

El noveno hijo de Julio Iglesias

Santos se convierte así en el noveno vástago oficial del artista junto a los tres hijos nacidos de su primer matrimonio con Isabel Preysler y a los cinco descendientes de Miranda. Javier Santos nació de una relación entre Julio y la bailarina portuguesa María Edite Santos en 1975. Desde 1991, María Edite ha luchado porque se reconozca su verdad.

En los años 90 la ex bailarina comenzó una batalla judicial que en un principio ganó, pero finalmente el Tribunal Supremo denegó al no existir pruebas biológicas que lo demostrasen. Prueba a la que Julio Iglesias siempre se ha negado a someterse.

Cuando el propio Javier Santos retomó el caso con la ayuda del abogado Fernando Osuna, los letrados de Julio Iglesias solo han intentado poner trabas al asunto. Del 4 de marzo se pasó al 30 de mayo como fechas para que el artista hiciera acto de presencia en los juzgados de Valencia, pero sus letrados siempre buscaron excusas para alargar el proceso. 

Un romance de 1975

Uno de ellos es Javier Santos Raposo, fruto de una presunta semana de pasión en Sant Feliu de Guixol con la bailarina portuguesa María Edite Santos durante una gira veraniega por la Costa Brava en el año 1975. Julio había acudido allí para actuar durante unas semanas en la discoteca Las Vegas y había alquilado un chalé a su gran amigo de juergas, el ex jugador del Real Madrid, Pedro de Felipe, con el que compartió su adolescencia. La casa se convirtió en lugar de citas clandestinas.

Javier Santos y Fernando Osuna en los Juzgados de Valencia. 

Según la declaración de María Edite ante el Juzgado de Valencia, además de Julio Iglesias y Pedro de Felipe, el batería del cantante y su representante Alfredo Fraile también eran conocedores de la relación que tuvo el cantante con la bailarina portuguesa durante al menos una semana en 1975. Durante 15 minutos ante el titular del Juzgado de Primera Instancia nº 13 de Valencia José Miguel Bort, la bailarina ha dado datos concisos y nombres de lugares donde estuvo con Julio Iglesias. “Fue justamente a los 9 meses de mantener esta relación cuando nació Javier”, ha indicado María Edite.

Según la portuguesa, la primera selección de las bellezas que siempre acompañaban al cantante era hecha por su fotógrafo de entonces y hombre de confianza, José María Castellví. Por entonces en España, un país inmerso en plena transición democrática tras la muerte de general Franco pero aun con los tics del franquismo, la figura de Julio Iglesias y de su casa de discos, Columbia, pesaba mucho. Tenían muy bien controlados a los periodistas y a las publicaciones de la época. Éstas ofrecían noticias en torno al cantante de moda, ídolo de las jóvenes adolescentes, en un tono muy acorde con la moralidad oficial de entonces. Era la imagen de un Julio Iglesias amante de su esposa e hijos, buen padre de familia, miembro “de la España de bien”.

Todo esto enervaba aún más a una ya insatisfecha Isabel Preysler que nunca solía, ni suele, perder la compostura en los momentos críticos. El manager del cantante Alfredo Fraile declaró en más de una ocasión que las peleas entre la pareja eran normales. Pero Isabel sabía mantener y aguantar el tipo. Apenas salía a la calle porque él, en su convencionalismo, así se lo exigía. Era una especie de enclaustramiento casi monástico impuesto por Julio Iglesias, quien años después afirmaría: “Frente a mi vehemencia hispánica, Isabel colocaba su pragmatismo oriental. A una voz mía contraponía siempre el silencio. Y eso era algo que me amargaba aún más. La falta de discusión, de diálogo hace que dos personas, por mucho que se quieran, acaben por no tener nada en común”. Él no entendía que una mujer pudiera divertirse alejada de su marido. Ella se había acostumbrado a no utilizar vestidos que pudieran llamar la atención de otros hombres porque, según Julio, “eso era cosa de malas mujeres, de fulanas”. “Cada día tenía menos marido, menos compañero y menos amigo”, dicen sus amigas. Aquel matrimonio sobrevivió a duras penas gracias al teléfono, pero con crecientes discusiones, perdiendo sentido y validez.

María Edite Santos. 

La filipina no tardó mucho tiempo en darse cuenta de que algo fundamental en el matrimonio se había perdido y le complacía saber que ella aún podía enamorar a otros hombres. No quería continuar más con aquella relación. La separación era ya vox populi. Y no podía entender cómo Julito no se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo. “En diciembre de 1976 –cuenta Isabel-, tuve con Julio una discusión fortísima. Aproveché para decirle que lo nuestro no tenía remedio y que no había más salida que la separación. Pero me convenció de que nos diéramos un tiempo antes de tomar una decisión importante. Mi marido me consideraba una niña, me llamaba “pequeñaja” intentando crearme una sensación de inseguridad que yo no tenía, pues cada vez sabía mejor lo que quería. No nos separamos en 1976 a cambio de que mientras él estuviera fuera yo podría hacer mi vida. No me iba a quedar en casa en espera permanente. Saldría con mis amigos bastante más de lo que venía haciéndolo, que no era mucho”. El divorcio llegó en Julio de 1978. Julio Iglesias comenzó una nueva vida en América.

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