26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Los productos cosméticos existen desde hace muchos años y se han fabricado con muy distintos materiales, la mayoría peligrosos y perjudiciales

Historia de la estética: El maquillaje que pudo matar a la reina Isabel I de Inglaterra

Cleopatra e Isabel I de Inglaterra.
Cleopatra e Isabel I de Inglaterra. / Las dos usaban productos cosméticos peligrosos para la salud.
A lo largo de la historia, han sido muchas las civilizaciones que han usado el maquillaje para ocultar imperfecciones o resaltar rasgos. Isabel I de Inglaterra es uno de esos personajes históricos a los que se conoce por cuidar mucho su aspecto. La soberana hacía uso de maquillajes continuamente, algo que perjudicó gravemente su salud y que, quizá, la llevó a la muerte. Muchos otros lo han usado también: desde el Imperio Romano hasta el antiguo Egipto, llegando a la actualidad.

El maquillaje está presente en el día a día de muchas personas en el mundo. Actualmente se usa no solamente como una manera de verse mejor o sacarse partido, sino también como un modo de expresión artística. Sin embargo, el uso de productos cosméticos no es nada nuevo de la época contemporánea pues ya, históricamente, se creaban artículos de maquillaje que contribuían con las modas del momento aunque las formulaciones eran, en la mayoría de casos, peligrosas y nocivas para la salud.

Uno de los mejores ejemplos del peligro que se corría con el uso de este maquillaje tóxico es la reina Isabel I de Inglaterra, que es conocida por su infinita melena rojiza y su tez blanca, que hoy se sabe que no era natural sino producto del uso de maquillaje. También era característico tanto de Isabel I Tudor como del resto de aristócratas de la época la rasuración de la línea frontal del pelo, que dejaba como resultado una frente ancha y despejada, un rasgo considerado, entonces, de gran belleza. Esta frente amplia se acompañaba con la completa depilación de las cejas.

El maquillaje de Isabel I de Inglaterra

Más allá de que se preocupaba mucho por su aspecto físico y era muy presumida, se sabe que la soberana comenzó a maquillarse por un motivo muy concreto: la viruela. Isabel I Tudor sobrevivió a esta enfermedad pero le dejó muchas marcas e imperfecciones en la piel de la cara. La conocida como ‘reina virgen’, que veía estas marcas como un signo de debilidad de su reino, decidió taparlas con maquillaje sin saber que el precio a pagar iba a ser muy alto.

Retrato de la Reina Isabel I de Inglaterra.

El maquillaje que usaba la reina no era novedoso en el siglo XVI sino que ya en la época del Imperio Romano se usaba para blanquear el rostro aunque la aristocracia inglesa del siglo XVI adoptó esta antigua y peligrosa costumbre. El maquillaje que usaban se conocía como albayalde de Venecia o azúcar de Saturno, y se fabricaba a base de mezclar plomo y vinagre que a veces se combinaba con clara de huevo. El uso continuado de este producto producía la decoloración de la piel, la pérdida de cabello y la putrefacción dental.

Isabel I usaba este maquillaje continuamente y aplicaba gruesas capas sobre su cara, su frente, su cuello y su escote. De este modo, además de ocultar las marcas de la piel, tapaba las arrugas que comenzaban a aflorar en su cada vez más madura piel. Es bien conocida la ardua lucha de la ‘reina virgen’ contra el paso del tiempo. Sin embargo, y aunque no son claras las causas de su muerte, la hipótesis más probable es que estuviera estrechamente relacionada con el uso de productos cosméticos de alta toxicidad.

El uso del maquillaje en la historia

Una de las cunas del maquillaje es el antiguo Egipto, una civilización que se caracterizaba por su uso indistinto entre hombres y mujeres. Aunque al pensar en esta civilización lo primero que vemos es el grueso y marcado delineado de ojos de Cleopatra, lo cierto es que la reina faraón no era la única que lo usaba. Todos los hombres y las mujeres de la época usaban el kohl negro para pintar sus ojos y pensaban que les servía como protección solar y de otras enfermedades. Sin embargo, este producto contenía sales de plomo, con lo cual su uso también podía ser nocivo para la salud.

Obleas de arsénico.

Trasladando el asunto a una etapa mucho más reciente, nos paramos en los Estados Unidos de finales del siglo XIX, donde los periódicos anunciaban unas latas de “Obleas de Arsénico para el Cutis” que prometían que su ingestión eliminaba las pecas, espinillas y demás imperfecciones de la cara. Este producto, como su nombre indicaba, contenía arsénico, que en la época ya era conocido como un veneno. Sin embargo, algunas mujeres estaban dispuestas a correr ese riesgo por la promesa de una piel perfecta.

En la actualidad, los productos cosméticos están muy regulados, en el caso de España, por la Unión Europea. Sin embargo, en otras partes del mundo no lo están tanto. En la antigüedad, las pieles blancas eran un símbolo de pureza pero también de un estatus de superioridad, pues significaba que la persona no había trabajado en el campo.

Cremas blanqueadoras en África.

Aunque actualmente el significado haya variado un poco, las personas con pieles blancas siguen gozando de grandes privilegios. Un buen ejemplo es África, un continente repleto de pieles de muy distintos colores, en su mayoría oscuros, y en el que, sobre todo las mujeres, hacen uso de cremas blanqueadoras para la piel, aun sabiendo que contienen sustancias altamente nocivas para su salud como mercurio y esteroides y que, además de problemas de la piel irreversibles, puede generar cáncer.

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