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Hombre con cabello largo y ondulado, vistiendo una camiseta oscura, con un fondo de edificios desenfocados.
SUCESOS

Perfil psicológico de Daniel Sancho, el responsable del crimen más mediático

El chef, condenado por la muerte de Edwin Arrieta, encaja con una persona cuya empatía no se rige por la afectividad

Las próximas semanas van a ser muy duras para Daniel Sancho. Quizá sea más duro para su familia. La conciencia de lo ocurrido pareciera estar más presente en todos sus familiares que en el mismo condenado.

Es posible que el chef madrileño no haya comprendido aún, sino por la dureza de lo que está viendo; estar recluido, privado de libertad, sin poder comunicarse, y protegido por las posibles agresiones de otros presos, la atrocidad que ha cometido. 

El perfil psicológico de Daniel Sancho

Atendiendo a los datos que tenemos sobre lo ocurrido, su perfil es compatible con el de una persona cuya empatía no está mediada por la afectividad y la asertividad. Sí por la instrumentalización de sus deseos, por la necesidad de vivir emociones. Y también por la imposibilidad de resolver los conflictos sin una elevada carga emocional. 

La empatía instrumental es aquella que utilizan las personas que carecen de una efectividad madura y ordenada. Es instrumental porque se tiene la justa para adaptarse al mundo y que las cosas salgan bien.

Daniel está sufriendo. Y sufre porque está en la cárcel, porque considera injusto que le tengan allí.

Según algunas declaraciones, él cree que solo se estaba defendiendo del ataque psicológico del Sr Edwin. Pudiera ser que no comprenda la gravedad de sus actos y parece probable que nunca lo haga.  

Un niño no podrá nunca ser imputable ante los actos delictivos que pueda comentar antes de los 13 años. Quizá Daniel también debería formar parte de este colectivo.

La imputabilidad está unida a la imprudencia, a la inmadurez, al infantilismo, a la anestesia emocional, a la alteración de la percepción de la realidad. Todas ellas circunstancia que se encuentran en la personalidad de Daniel Sancho, según los datos que nos van llegando. 

Mató, descuartizó, mintió e intentó manipular a las autoridades tailandesas para no ser el culpable de toda aquella atrocidad. Con razón o sin ella, sintiéndose atacado, amenazado o lo que quiera que sintiera.

Un hombre de cabello largo frente a un edificio con letrero en tailandés.
Daniel Sancho frente a los tribunales tailandeses. | Montaje propio

Esta conducta resuelta no tiene explicación posible si no se mira desde la inmadurez, la impulsividad, la no regulación emocional, la falta de planificación ordenada y coherente.

Además de la ausencia de empatía sobre la víctima y la incapacidad para prever lo que iba a ocurrir de forma realista. Sin olvidar lo que le hizo al cuerpo inerte de una persona que ha formado parte emocionalmente activa de su vida. Extremos, todos ellos, que pudieran tener respuesta en la psicología. 

Un patrón 'narcisista'

El odio y la frialdad son rasgos presentes también en Daniel Sancho. Podrían existir otras interesantes perspectivas desde el trastorno que incluyen las de ciertas alteraciones neurobiológicas de la personalidad. Trastornos que están regidos además de por la inatención, por las decisiones apresuradas y las reacciones emocionales intensas.

Su personalidad pudiera ser compatible con un patrón narcisista, con falta de filtro emocional y poca habilidad social. Esto no quiere decir que no esté siempre rodeado de gente.

Estos rasgos a los que nos referimos, si no cursan con retraso mental, son muchas veces inapreciables. Presentan a los sujetos como seres caprichosos y consentidos y otorgándoles una voluntad para inhibir sus acciones.  

Los síntomas de estos trastornos están regidos por la prontitud "lo quiero ya", la obsesión "no puedo dejar de pensar en ello", la impulsividad "lo tengo que hacer ahora"... Además de por la falta de previsión de las consecuencias "solo pienso en el momento que estoy actuando". Falta de afectividad empática "han amenazado a mi familia y tengo que matarle, pero no pienso en el daño que les va a hacer que yo lo descuartice".

También revela problemas de comunicación y resolución de conflictos "la tensión que caracteriza mi relación con Edwin Arrieta, solo se puede resolver muriendo él". La empatía instrumental "soy muy simpático y cordial, me muestro sincero con la policía tailandesa para lograr mejor trato, a pesar de todo".

La llamada personalidad payaso, "aquí estoy con los Policías tailandeses comiendo en un restaurante". Falta de gestión emocional "mi incapacidad para manejar emociones intensas me lleva a la explosión irracional y sin medida"...

Y finalmente y lo más doloroso, capacidad para anular su propia conciencia, "lo hice porque no tenía otra salida". Como si descuartizar un cuerpo muerto fuera la única salida a una situación de tensión emocional o un accidente. 

Sea cual sea la sentencia, la personalidad de Daniel es compatible con el trastorno. Este debiera tenerse en cuenta con evaluaciones exhaustivas y como atenuante de la pena, no como eximentes. Se considera que su capacidad volitiva existe, pero desde luego no es la persona capaz de sacar por sí solo su vida adelante manejando su voluntad de forma consciente y madura.

Posibles problemas de ansiedad o depresión

Es posible que enfrente también problemas relacionados con la ansiedad, la depresión o la angustia y que se mueva entre su propia evaluación y devaluación. Factores todos ellos que han podido contribuir a su conducta violenta.

En duda también está su "autoconocimiento", el de su propia forma de ser, su yo, que no sienta definida su identidad. Confrontar sus acciones y ponerle frente a su propia realidad puede producir graves crisis de identidad. No solo por los actos juzgados, sino por otros comportamientos de su vida anterior. 

Su relación familiar

A todo lo anteriormente dicho habría que añadir su relación familiar, en el que parece haber sido criado con excesivo mimo, protección y constantes disculpas.

Lo ha hecho en un entorno popular y conocido donde las expectativas han debido de ser altas. En ellas probablemente ha experimentado muchas veces lo que es decepcionar y sentirse decepcionado. Un extremo importante en la defensa de sus motivaciones.

Una pareja joven con un bebé en brazos, ambos adultos visten ropa oscura y el bebé lleva un gorro azul.
Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo junto a su hijo Daniel Sancho. | Archivo

De cualquier manera, este perfil es meramente especulativo y solo está basado en los pobres datos que nos han ido llegando y en los perfiles observados en casos de homicidio. Pero es importante hacer una llamada reflexiva.

¿Se está condenando a un 'incapaz' cuyo fracaso principal ha sido su propia vida?. ¿Se está desprotegiendo a una persona que pudiera necesitar ayuda psicológica antes que una larga condena o una pena de muerte? 

¿Es Daniel Sancho como un niño grande? Algunos dirán que merece la pena más dura por la 'monstruosidad' de su crimen. Pero no está de más que las opiniones acepten puntos de vista divergentes. Pues ya está la familia de la víctima para velar porque se haga justicia. 

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