
Peores asesinos en serie: Robert Maudsley, el inglés que comía sesos de sus víctimas
La vida de este asesino que mató a varias personas en un psiquiátrico de Inglaterra inspiró al film de Hannibal Lecter
Robert Maudsley (Liverpool, 1953) es el asesino más peligroso de Reino Unidos. Además de por sus crímenes, se le conoce por inspirar al icónico personaje del cine Hannibal Lecter.
Llevaba desde 1983 años en una celda de cristal situada bajo la prisión de Wakefield, en Inglaterra. No obstante, en marzo de este año fue trasladado a la cárcel Whitemoor en Cambridgeshire.
Este cambio de presión se debió a que Maudsley realizó una huelga de hambre porque le habían confiscado sus objetos personales.
Los crímenes de Robert Maudsley
Fue en 1974 cuando Maudsley estranguló a su primera víctima, John Farrell. Wste hombre que quiso tener sexo con él cuando el joven se prostituía.
Según Maudsley, Farrell le mostró a Maudsley fotografías de niños de los que había abusado sexualmente. Después de asesinarlo, Maudsley se entregó a la policía pidiendo atención psiquiátrica.
Fue considerado no apto para un juicio y enviado a Broadmoor, una institución psiquiátrica de alta seguridad. En 1977, estando allí, torturó durante nueve horas y hasta la muerte, junto a otro interno, a un tercer paciente llamado David Francis, juzgado por abuso de menores.
Pero no fue el único. A Maudsley se le atribuyen tres muertes durante su estancia en Broadmoor. Todas las víctimas de Maudslet fueron personas a las que él consideraba violadores o pedófilos.
En 1978 asesinó a Salney Darwood, que estaba condenado por torturar a su mujer. Maudsley le propinó una paliza y le dio 90 puñaladas. Después, invitó a Bill Roberts a ver la escena del crimen. Una vez allí, le mató clavándole una cuchara en la oreja y abriéndole la tapa craneal.

La leyenda dice que se comió el cerebro de sus víctimas. Esta terrorífica historia protagonizada por Maudsley acabó inspirando la figura de Hannibal Lecter, el personaje literario que llegó a la gran pantalla con El silencio de los corderos, uno de los thrillers psicológicos más aclamados por crítica y público.
Ante estos hechos, las autoridades del Reino Unido consideraron que era demasiado peligroso para convivir con otros presos y construyeron una celda de aislamiento expresamente para él.
Gavin, sobrino de Maudsley, afirmó en el documental que el asesino advirtió en una carta que volvería a matar en caso de ser liberado. Ante su grado de peligrosidad, decidieron hacerle una jaula de cristal parecida a la de Hannibal Lecter en la película.
La ‘mítica’ celda de Maudsley
En 1983 Robert Maudsley llegó a la prisión inglesa de Walefield en West Yorkshire. En esta prisión, conocida como 'la Mansión de los Monstruos' vivió en una celda enana y alejado del resto de presos.
La celda en la que se encontraba Robert Maudsley ocupaba 5,5 metros de largo y 4,5 metros de ancho, las ventanas estaban hechas a pruebas de balas y era vigilado por guardias armados durante todo el día.

En dicha habitación solo había una mesa y una silla, fabricadas de cartón comprimido. Mientras que el inodoro y lavamanos estaban fijados herméticamente al suelo.
La cama era de hormigón y la puerta estaba hecha de acero sólido. La jaula estaba rodeada de gruesos paneles acrílicos, donde solo tenía una abertura para recibir la comida. Maudsley tenía permitido hacer ejercicio una hora acompañado de 6 guardias armados y sin presos cerca.
El origen del asesino
Robert Maudsley nació en 1953 en Toxteth, un pueblo cercano a Liverpool. Fue abandonado por sus padres biológicos junto a sus once hermanos. Todos ellos acabaron en un orfanato católico de Merseyside.
Cuando Robert tenía ocho años, los padres biológicos se llevaron a todos sus hijos de vuelta a casa para cobrar los seguros de mantenimiento. Ahí empezó el infierno. La mujer era adicta a la cocaína y el padre era alcohólico.
Se sabe, además, que el hombre abusaba de Robert y le daba constantes palizas. Es más, le tenía acostumbrado a estar encerrado durante largos periodos.
“Lo que más recuerdo de esos momentos eran las palizas. Una vez estuve encerrado en mi habitación por seis meses. Mi padre sólo abría la puerta para golpearme y violarme”, contó Maudsley cuando ya era adulto.
A los 16 años se fue de esa casa a un centro de menores. Es ahí donde se volvió adicto a la marihuana y a la cocaína. Y tuvo que dedicarse a la prostitución para solventar sus adicciones.
A los 21 años cometió su primer crimen. Robert estranguló a John Farrel, un pedófilo a quien golpeó hasta el cansancio. Tras el crimen, fue condenado a cadena perpetua y las pericias psicológicas aconsejaron que nunca fuera liberado.

Sin embargo, Maudsley fue a un hospital psiquiátrico por una presunta psicosis. Parecía estar tranquilo, pero en 1977 lo encerraron con David Cheeseman, otro pedófilo, a quien terminó matando tras torturarlo.
Finalmente acabó con la vida de tres reos. A un condenado de violación a una menor lo mató y, supuestamente, tras abrir una tapa craneal, comió parte de su cerebro. Desde ese momento fue declarado un peligro para la sociedad.
Se conoce que en el año 2000 pidió que lo dejaran morir y, tras una rotunda negativa, escribió una carta. “¿Para qué sirve tenerme encerrado 23 horas al día? ¿Por qué molestarse siquiera en alimentarme y darme una hora de ejercicio? ¿Para quién soy realmente un riesgo?”, se preguntaba Maudsley en su comunicado.
Años después pidió juegos de mesa con los guardias o un loro con quien hablar, pero todas sus peticiones fueron descartadas hasta el año 2017. Ese año le dieron una PlayStation 2 y en su 64 cumpleaños le regalaron el videojuego “Call of Duty”.
En una carta Maudsley sostuvo que si hubiera matado a sus padres, no habría muerto una persona más. Maudsley no volverá a ver las calles y será recordado por estar preso bajo tierra. “Mi vida en solitario es un largo período de depresión ininterrumpida”, señaló en una entrevista en 2003.
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