Navidades agridulces tras la DANA en Valencia: Ayudas que no llegan y crisis comercial
En muchos pueblos valencianos queda barro en la calle por la DANA, además de montañas de residuos que provocan incendios
Han pasado más de 45 días desde que la DANA arrasó la Comunidad Valenciana y dejó a su paso un panorama completamente desolador. Con el paso de los días, la emergencia climática ya no ocupa las portadas ni los titulares. Pero miles de valencianos siguen enfrentándose a las devastadoras secuelas del desastre.
Las calles aún continúan cubiertas de barro, los edificios siguen dañados, y la ausencia de servicios básicos han convertido el día a día de los afectados en una lucha constante.
Las lentas ayudas económicas
Aunque se informaron de medidas gubernamentales para proporcionar ayuda económica, los afectados denuncian la lentitud del proceso. De las más de 345.000 solicitudes de ayuda presentadas, solo un porcentaje reducido ha recibido respuesta.
Según los datos publicados, siete de cada diez ayudaspara empresas y autónomos están aprobadas. Pero, las destinadas a cubrir daños personales avanzan a paso de tortuga. El impacto emocional en las familias es evidente.
En poblaciones como Alfafar, Paiporta y Catarroja las condiciones de vida rozan lo insostenible. Muchas zonas aún siguen sin tener electricidad. Los ascensores permanecen inservibles y los vecinos denuncian la acumulación de lodo en garajes y calles.
Esta situación afecta especialmente a las personas con movilidad reducida, que dependen de la ayuda de voluntarios para sus necesidades diarias. Juan Ramón Adsuara, el alcalde de Alfafar, ha pedido que el Ejército refuerce las tareas de limpieza. “Tenemos 58 garajes aún por intervenir, esto ya es un problema de salud pública”.
Elcierredigital.com ha contactado con fuentes vecinales del pueblo de Algemesí.
“Aún hay muchos garajes por vaciar de lodo. Y, por supuesto, con problemas de podredumbres y aires contaminados irrespirables. Ya que en algunos se mezcla el lodo con las bajantes rotas por los golpes de coches deambulando sobre el lodo de los subterráneos”, nos cuenta un vecino.
Situación de las calles en Algemesí
Por otra parte, fuentes vecinales de Castellar-Oliveral reclaman la falta de asistencia de los peritos.
“No han podido venir los peritos y no nos han llegado las ayudas, así que no se puede afrontar una reforma hasta entonces. No podemos tirar nada sin tener unas instrucciones o un capataz que nos dirija. Estamos viviendo con las humedades, con el olor. Sabemos que las cañerías están rotas, que se han solidificado con el lodo que nos ha retirado. No puedo asumir yo el coste hasta que no empiecen a venir las ayudas”, nos dice.
La misma fuente nos habla de la situación de un matrimonio de ancianos de su pueblo. "Aún están llenos de lodo, sin muebles. Duermen en colchones y sofás mojados", indica.
La falta de coordinación entre los diferentes equipos de emergencia ha sido señalada como uno de los mayores obstáculos en la recuperación. A esto se suma la falta de maquinaria adecuada, como barrederas, que desaparecieron de las calles antes de que se completara la limpieza.
Impacto en la educación y los espacios públicos
La situación también ha afectado gravemente a los servicios educativos. Hay colegios que aún permanecen cerrados. Sus alumnos han perdido ya más de dos meses de clase.
Supone una pérdida educativa significativa para una generación que ya sufrió las consecuencias del COVID-19 durante el tiempo de cuarentena. Los parques infantiles, polideportivos y zonas recreativas han quedado inutilizables, privando a los niños de cualquier espacio de entretenimiento y distracción.
Parque en Castellar-Oliveral donde los niños tendrían que jugar
La comunidad educativa denuncia, además, la falta de planificación y transparencia por parte de las autoridades. La Plataforma en Defensa de l’Ensenyament Públic ha criticado duramente a la Consellería de Educación por no proporcionar documentos que certifiquen la seguridad de los centros antes de su reapertura. “No podemos abrir los colegios sin garantías mínimas de seguridad”, afirman.
Comercios y agricultores en crisis
El sector comercial también continúa en situación crítica. En Paiporta, de los 450 comercios existentes, solo 20 han podido reabrir sus puertas.
La hostelería es uno de los sectores más afectados. Al menos un 20% de los negocios dañados han decidido no volver a abrir por la imposibilidad de hacer frente a los costes. Un problema que se extiende a otros sectores como las ferreterías, panaderías y tiendas de electrónica.
“Más del 90% de los establecimientos destrozados siguen cerrados. Algunos en obras para recomponer paredes, mobiliario, electricidad, etc. Otros muchos directamente ni abrirán. Con lo que saquen de los seguros, ayudas del Estado o subvenciones no tendrán ni para comenzar. Muchas paredes han de tirarlas por ser de yeso o pladur, que coge humedad y no se seca. Hay que poner todo nuevo”, nos cuenta el vecino de Algemesí.
Otro sector que ha sufrido una gran pérdida es el de la agricultura. Muchos cultivos se han perdido y será imposible recuperarlos por las acumulaciones de barro que aún hay.
La gestión de residuos: otro de los grandes problemas
Otro de los grandes retos tras la DANA es la gestión de los residuos generados por la catástrofe. Más de 350.000 toneladas de escombros y 120.000 vehículos dañados se acumulan en espacios improvisados en toda la provincia.
Calles de Castellar-Oliveral
Estas montañas de residuos se han convertido en focos de incendios. Como los registrados en Catarroja y Alberic en los últimos días, que obligaron al desalojo de residencias de ancianos y urbanizaciones cercanas.
El consejero de Medio Ambiente, Vicente Martínez Mus, ha admitido que algunos de estos incendios podrían haber sido intencionados y ha anunciado un plan para acelerar el vaciado de estas áreas. Sin embargo, los vecinos temen que la falta de medidas preventivas pueda derivar en más incidentes.
Testimonio de una vecina de Castellar-Oliveral que muestra su casa tras el paso de la DANA
Nuestra fuente de Castellar-Oliveral, nos habla de esta situación de escombros. Dice que lo que se recogió de su calle, lo depositaron en una zona que está enfrente de su casa. Hace pocos días sufrieron la pérdida de su perra, que se contaminó al lamer ese lodo.
“Tenemos miedo de los incendios en los vertederos próximos al núcleo urbano que puedan desprender gases tóxicos”, nos dice nuestra fuente de Algemesí.
El pueblo contra las instituciones
La sensación de abandono entre los afectados es generalizada. Las disputas entre Administraciones y la falta de acción coordinada han incrementado la desconfianza de los ciudadanos hacia las instituciones.
La trágica cifra de 223 fallecidos y tres personas aún desaparecidas pone en valor la magnitud de la tragedia. Mientras, la lucha por recuperar una vida normal continúa haciéndose cuesta arriba para miles de valencianos.
A las puertas de la Navidad, la comunidad sigue esperando soluciones efectivas. Mientras el barro y la humedad se resisten a desaparecer, el frío se instala en hogares que aún muestran las heridas de la DANA.
“La gente ya se ha olvidado de Valencia. Dicen en los medios que se necesitan voluntarios y no. Los voluntarios ya han hecho bastante, pero tienen una vida. Es el Gobierno el que se tiene que preocupar de que todo vuelva a estar en su sitio”, nos cuenta nuestra fuente de Castellar-Oliveral.
“Estas Navidades se presentan tristes, horribles. Intento levantar a mi familia, como puedo y como sé, y llenarles de paz y de amor. Pero llega un punto en que no quieres salir a la calle. No quieres ver el otro lado del puente, porque te da rabia cómo la gente es feliz”, nos dice emocionada.
Espera que la situación cambie para los niños que también lo han perdido todo “y estuvieron con palas quitando barro”. Es sin duda, una tragedia que ha dejado cicatrices en el paisaje. También quedan en la memoria de quienes, día tras día, afrontan la ardua tarea de reconstruir sus vidas.
Más noticias: