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Yago Campos
SUCESOS

La muerte del modelo Yago Campos recuerda al caso Versace: La crónica negra de la moda

El suceso de este joven de 25 años hallado muerto en un hotel en Mykonos rememora crímenes como el del modisto italiano

Yago Campos (Santa Marta de Tormes, 2001), modelo e influencer brasileño de 25 años ha sido hallado fallecido en un resort de lujo de Mykonos. Lo que parecía un viaje de cumpleaños, junto a Ryan Silveira, un viaje de cumpleaños en un enigma con múltiples capas.

El hallazgo ocurrió la mañana del 31 de agosto, cuando el personal del hotel en Ornos descubrió a Yago sin vida en una bañera. Su amigo  Ryan Silveira, de 23 años, fue encontrado inconsciente y en coma.

Silveira, que después recuperó la consciencia, aseguró que ambos habían consumido drogas la noche anterior. Relató haber sufrido una extraña infección interna “por haber ingerido agua de la bañera”, además de presentar  “múltiples suturas en el rostro”.

Sus declaraciones contrastan con la versión de la hermana del modelo, Thamyris Campos. Ella salió en defensa de su hermano ante los rumores de que era “drogadicto”  o “prostituto”. Insistió en que “era muy trabajador, tenía sueños y corría detrás de ellos”.

En Instagram (@yagcampos) y TikTok proyectaba una vida de viajes, pasarelas y glamour, pero la realidad de su familia, la cual, tuvo que recurrir a una recaudación de fondos para repatriar su cuerpo.

La falta de confirmación oficial sobre la causa de la muerte, las inconsistencias en los relatos. Sumado a ello, el silencio de la investigación griega han alimentado especulaciones. Todo ello ha reforzado la idea de un “enigma” aún sin resolver.

Como en otras tragedias de alto perfil en la industria de la moda, el caso Campos recuerda que incluso en la era digital, donde todo parece estar expuesto. Aun así, los detalles más cruciales pueden permanecer en la sombra.

La crónica negra del mundo de la moda

El caso de Yago Campos se suma a una larga lista de tragedias que rodean el mundo de la moda. Desde diseñadores como Alexander Mc QueenGianni Versace a modelos como Gia Carangi  o Rick Genest.

Alexander McQueen: La tragedia de la genialidad

Lee Alexander McQueen, referente indiscutible de la moda contemporánea, fue un creador cuya vida y muerte simbolizan la cara más oscura de la industria. El diseñador británico, reconocido por su maestría en sastrería y la teatralidad de sus desfiles. 

Se quitó la vida el 11 de febrero de 2010, a los 40 años, tan solo un día antes del funeral de su madre. El informe forense determinó que la causa fue asfixia por ahorcamiento, y que dejó una nota de despedida.

Hombre con camisa de cuadros y pantalón de mezclilla caminando sobre una pasarela mientras el público lo observa y aplaude
Alexander McQueen | Europa Press

Su historia estuvo marcada por episodios de depresión, autolesiones y consumo de sustancias. Según declaró su psiquiatra, McQueen concebía su trabajo como un refugio y una carga al mismo tiempo, una “espada de doble filo” que le proporcionaba propósito pero también lo consumía.

Su muerte ocurrió pocos años después del suicidio de su mentora, Isabella Blow. Esto intensificó la percepción de un sistema que explota el talento creativo sin atender a la salud mental de quienes lo sostienen.

El legado de McQueen fue reivindicado con la exhibición póstuma Savage Beauty  en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. La muestra batió récords de asistencia.

El éxito de la muestra reafirmó su condición de genio visionario, pero también recordó la profunda tristeza que acompañó al diseñador hasta el final de su vida.

Gianni Versace: El imperio que cayó ante una bala

El 15 de julio de 1997, la moda internacional quedó conmocionada por el asesinato de Gianni Versace, a los 50 años, en la entrada de su mansión de Miami Beach.

Fundador de la firma que lleva su apellido, el diseñador italiano había marcado las décadas de los 80 y 90 con una estética audaz. Destacaba por el uso del barroco como sello distintivo y la capacidad de fusionar arte y sensualidad en cada colección.

Hombre de cabello canoso sentado en un sofá con cojines estampados, vistiendo camisa amarilla y suéter oscuro, en una sala con estantería de madera al fondo.
Gianni Versace | Europa Press

El crimen fue cometido por Andrew Cunanan, un asesino en serie itinerante que ya había matado a otras cuatro personas. Ocho días después, Cunanan se suicidó, dejando sin respuesta la pregunta central del caso: por qué decidió disparar a Versace a quemarropa.

Esa ausencia de un móvil claro ha alimentado la especulación durante más de dos décadas, recordando que incluso con el autor identificado, un crimen puede quedar envuelto en el misterio.

Dos personas de pie detrás de una cinta amarilla en una zona acordonada al aire libre con una mesa y vegetación al fondo
Escena del crimen de Gianni Versace | La Sexta

La muerte de Versace no solo significó la pérdida de uno de los diseñadores más influyentes de su tiempo. También evidenció que ni siquiera los imperios más poderosos están al resguardo de la violencia que acompaña a la exposición pública y a la fama.

Maurizio Gucci: Traición en el corazón del imperio

La muerte de  Maurizio Gucci, heredero del fundador del célebre imperio de la moda italiana, se convirtió en uno de los crímenes más sonados de los años noventa.

El 27 de marzo de 1995, Maurizio, de 46 años, fue asesinado a balazos por un sicario en la entrada de su oficina en Milán. La investigación apuntó pronto a su exesposa, Patrizia Reggiani, a quien la prensa bautizó como  “la viuda negra”.

Pareja posando juntos en una fotografía en blanco y negro, ambos vestidos de manera elegante
Maurizio Gucci y Patrizia Reggiani | RTVE

El juicio reveló que los motivos de Reggiani estaban marcados por una combinación de celos, temor a perder su posición social y resentimiento. Esto se produjo tras el divorcio y la venta de la participación de Gucci en la empresa familiar.

Finalmente, fue condenada a 29 años de prisión, una sentencia que ella misma llegó a describir en su diario como la búsqueda del “paraíso”.

El asesinato de Maurizio Gucci  dejó en evidencia cómo la riqueza, el poder y los vínculos familiares en el corazón de la alta sociedad pueden convertirse en catalizadores de violencia extrema. Transformó una historia de lujo y prestigio en un relato de traición y tragedia.

Kate Spade: El secreto de una marca vibrante

La muerte de la diseñadora estadounidense Kate Spade, fundadora de la reconocida marca de accesorios que lleva su nombre, conmocionó al mundo de la moda el 5 de junio de 2018.

A los 55 años, fue hallada sin vida en su apartamento de Manhattan. Su suicidio sorprendió por el contraste entre la imagen de alegría y color que transmitían sus creaciones y la realidad de su vida personal.

Mujer de cabello oscuro recogido, con pendientes de perla y sonrisa, usando una blusa negra
Kate Spade | Wikimedia Commons

Tras su fallecimiento, se supo que Spade había mantenido durante años una batalla silenciosa contra la depresión, sin buscar ayuda profesional por el “estigma de la salud mental”. Su caso puso en evidencia la distancia entre la proyección pública del éxito y la lucha privada contra una enfermedad invisible.

La tragedia de Kate Spade se convirtió en un recordatorio de que la depresión no discrimina por nivel económico ni reconocimiento profesional. También evidencia que la presión por mantener una imagen impecable puede derivar en consecuencias irreparables.

Gia Carangi: La supermodelo que el glamour no pudo salvar

Gia Marie Carangi fue una de las primeras supermodelos de la historia y un símbolo del auge y la vulnerabilidad en el mundo del modelaje. A finales de los años setenta alcanzó la cima de la industria. Trabajó con fotógrafos de prestigio y apareció en portadas de revistas como Vogue y Cosmopolitan.

Mujer joven con cabello voluminoso y ondulado, usando aretes y un vestido de tirantes claros, mirando al frente con expresión seria
Gia Carangi | Archivo

Sin embargo, su carrera se vio rápidamente interrumpida por una fuerte adicción a la heroína. Esta deterioró su imagen profesional y acabó con su ascenso meteórico.

Pese a múltiples intentos de rehabilitación, la caída de Gia resultó irreversible. En 1986, con solo 26 años, falleció por complicaciones derivadas del SIDA. Se convirtió en una de las primeras figuras públicas en morir a causa de la enfermedad. Un detalle que marcó su final fue la ausencia total de representantes de la industria en su funeral: ni agencias ni colegas acudieron a despedirla.

La negligencia que enfrentó en sus últimos años evidenció la dureza de una industria que abandona a quienes no logran sostener la ilusión de perfección. Su historia guarda un inquietante paralelismo con casos posteriores, como el de Yago Campos. La distancia entre la proyección pública y la fragilidad personal deja tras de sí un relato de soledad y vulnerabilidad.

Rick "Zombie Boy" Genest: El enigma del tatuaje humano

Rick Genest, conocido mundialmente como “Zombie Boy” por los tatuajes que cubrían su cuerpo y lo transformaban en una réplica viviente de un esqueleto. Se convirtió en una figura icónica que fusionaba el modelaje con el arte.

Hombre calvo con tatuajes de calavera en la cara y el cuerpo viajando en transporte público rodeado de otras personas
Rick "Zombie Boy" Genest | Europa Press

Su salto a la fama llegó con el video musical 'Born This Way' de  Lady Gaga y con los récords Guinness que reconocieron la magnitud de sus tatuajes. Esto lo consolidó como un referente de la cultura alternativa y la moda disruptiva.

El 1 de agosto de 2018, Genest murió tras caer del balcón de un apartamento en Montreal. La policía lo consideró en un primer momento un probable suicidio, alimentando la narrativa del  “artista atormentado”.

Dos personas vestidas de manera elegante con maquillaje de calavera en el rostro posan juntas en un ambiente oscuro
Rick "Zombie Boy" Genest y Lady Gaga | Europa Press

Sin embargo, una investigación forense posterior concluyó que la muerte fue accidental. Se destacó la ausencia de una nota de despedida y la posibilidad de que hubiera perdido el equilibrio mientras fumaba. Esta era una costumbre que lo llevaba a sentarse en las barandillas.

El caso de Genest refleja cómo la narrativa mediática tiende a inclinarse hacia el dramatismo de una muerte autodestructiva, incluso cuando la evidencia apunta a un desenlace diferente.

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