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Dos personas sonrientes en una foto antigua.
SUCESOS

Desaparición hermanos Orrit: las nuevas pistas no reabren el caso tras 35 años

Isidre y Dolors, de 5 y 17 años, desaparecieron en el Hospital San Juan de Dios de Manresa el 4 de septiembre de 1988

En la madrugada de este 4 de septiembre se cumplen 35 años de la misteriosa desaparición de los hermanos Orrit, a los que se le perdió la pista en 1988 en el hospital Sant Joan de Déu de Manresa. Hace un año la familia Orrit volvía a convocar una concentración ciudadana para tratar de reabrir del caso.

Isidre y Dolors Orrit, de cinco y 17 años respectivamente, se esfumaron de la habitación 229 de este hospital en la capital de la comarca del Bages sin dejar rastro. A día de hoy sus allegados continúan intentando reabrir su investigación.

Mari Carmen Orrit, como portavoz del grupo familiar que incluye a María, la madre que denunció desde el primer momento el rapto de sus dos hijos más pequeños, ha decidido mantener la búsqueda más allá de la prescripción del posible delito en 2018. Con el respaldo jurídico de la abogada y criminalistaIciar Iriondo, los Orrit demandaron a la Justicia la reapertura del caso incorporando a las investigaciones un testimonio surgido a raíz de la difusión del caso en el programa de televisión Viva la vida, en enero de 2022.

Un grupo de personas con mascarillas sostiene una pancarta que pide justicia por dos personas desaparecidas en septiembre de 1988.
Fotograma del documental 'Els Orrit' que retrata una de las manifestaciones de la familia Orrit. | El Cierre Digital

Mientras tanto, el caso de los hermanos Orrit ha sido 'reabierto' a través del documental ‘Els Orrit’, estrenado este mismo 2023 en el festival DocsBarcelona. La producción, que reconstruye los últimos pasos de los menores en el hospital de Manresa y lucha por la reapertura del caso como desaparición, está dirigida por Ferran Ureña y Marc Solanes.

En el documental participan los hermanos de los desaparecidos –Mari Carmen, Alfred, Jordi y Rosa Orrit–, la madre de la familia, María; el profesor de la escuela de los chicos hace 35 años, una compañera de clase de Dolors y el padre de un niño que se encontraba ingresado en la misma planta del hospital donde desaparecieron.

Una desconcertante desaparición

En la noche del 4 de septiembre de 1988, Dolors, de 17 años, cuidaba en una habitación de hospital de su hermano, ingresado por unas úlceras que le habían aparecido en la boca a consecuencia de una reacción alérgica a la penicilina. Ambos tenían que haber dormido juntos, pero a las siete de la mañana del día siguiente la habitación estaba vacía. En el lugar, tan solo la ropa de Isidre, de cinco años, y las gafas, aparentemente de Dolors.

La madre denunció la desaparición en comisaría 24 horas después. Se peinaron los alrededores del hospital, barrancos, bosques cercanos. También se usaron perros guía para seguir su rastro, que se acababa a las puertas de las Urgencias. Se barajaron entonces varias hipótesis, desde el accidente hasta que los menores se hubieran suicidado por problemas familiares. La hermanos Orrit, quince en total y de origen muy humilde, habían afrontado hacía tan solo dos meses la muerte de su padre. Sin embargo, ninguna de las pesquisas dio resultado. Los cabos sueltos de una investigación, a todas luces insuficiente, fueron muchos. 

En 1994 se aportó una pista nueva. Una trabajadora del Hospital aseguró haber sido testigo de una conversación entre cuatro adultos en las que un hombre se quejaba de la situación de los menores Orrit y aseguraba que estarían mucho mejor viviendo con la familia paterna. 

En 2016, la Policía recibió una llamada desde Oporto (Portugal) en la que se aseguraba haber visto a los Orrit en la ciudad lusa. Sin embargo, esta pista sólo se consideró un rumor sin fundamento. Más de tres décadas después, Carmen, hermana de Isidro y Dolores, sigue empeñada en encontrar a sus hermanos. Está convencida de que no se trató de una desaparición voluntaria. 

Las últimas declaraciones de un testigo

En junio del año 2021, un nuevo testigo se puso en contacto con el programa de Telecinco Viva la vida. Una persona que podía poner luz a una de las desapariciones más misteriosas de la Historia reciente de España. 

Así comenzaba su relato: "Yo estaba aburrido en la habitación, me fui a fumar y entonces escuché llorar. Estaba llorando el niño. Venga a llorar, venga a llorar, pasó un médico para dentro de la habitación con una silla de ruedas y le dijo a la niña: '¡súbete a la silla de ruedas y coge a tu hermano!'".

"Y  la chica dijo: '¿y mi madre? ¿Y mi madre?' Y cogió el médico y se los llevó para fuera. Y pasó por el lado mío, se me quedó mirando… Con una mirada rara… Y entonces, al ver que el niño lloraba y que no estaban los padres, seguí al médico. Había un ascensor que bajaba y subía. Pero que bajaba hasta el sótano. Bajó el médico y yo bajé detrás. Le seguí hasta abajo, detrás de él". 

El testigo acaba diciendo que la desaparición de los hermanos Orrit pudo no ser voluntaria: "Cuando fui al sótano, al final había unas puertas de plástico, como las de las piscinas. Fue con la silla de ruedas hasta allí, donde le estaba esperando otro médico que iba de blanco y con una jeringa [jeringuilla]. El niño no paraba de llorar, así que el médico le cogió en brazos, le metió la inyección, le metió en la camilla y lo tapó con una sábana blanca".

Entrada principal del Hospital Sant Joan de Déu con un cartel de señalización en primer plano.
Hospital de San Juan de Dios, en Manresa. | El Cierre Digital

"Y luego, a la niña le hizo lo mismo. Le petó la inyección, la subió a la camilla y la tapó igual, con una sábana blanca. Y desde allí miró así y me vio. Salí corriendo rápidamente para el ascensor y suerte que estaba abierto, si no, estaba muerto como los niños”, continuó relatando el testigo. 

La abogada de la familia informó al juzgado del relato pero  el magistrado rechazó reabrir la causa. Presentaron entonces un recurso de amparo al Tribunal Constitucional, que determinó que no había trascendencia constitucional en la reclamación. El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo es la última puerta a la que les queda llamar para tratar de dilucidar qué sucedió aquella noche de 1988.

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