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Imagen de cuatro personas jóvenes con la palabra "Desaparecidos" en la parte superior.
SUCESOS

Desapariciones inquietantes en España: del 'niño pintor' a Caroline del Valle.

Casos como el de Yéremi Vargas y Malén Ortiz son mediáticos por la falta de pistas.

Según el Informe Anual de Personas Desaparecidas elaborado por el Centro Nacional de Desaparecidos y el Ministerio del Interior, el pasado año 2021 se mantenían un total de 2.509 denuncias activas sobre desapariciones de menores de edad. Con el rango de edad comprendido entre los 13 y 17 años como el que más denuncias presentaba (2.285) y el de menos de 12 como el menor (224), el grupo de los menores de edad con denuncias activas supone el 46 por ciento del total de denuncias por desaparición.

Este mismo estudio especifica que un 94,45 por ciento de las denuncias por desapariciones acaban cesando, permaneciendo  activas solo un 2,22 por ciento de ellas en los 11 años estudiados (de 2010 a 2021). Un pequeño porcentaje que esconde, tras él, el nombre de algunos menores cuya desaparición sigue vigente a día de hoy. Sus cuerpos no han sido hallados, ni vivos ni muertos, y sus familias siguen, años después, luchando por conocer la verdad de qué les sucedió a estos niños que, ahora, serían adultos.

La desaparición de Yéremi Vargas

Uno de los casos que se encuentra más de actualidad es el del niño desaparecido en 2007, Yéremi Vargas. Tal y como publicamos recientemente en elcierredigital.com, el pasado día 31 de agosto se cumplían dos años de la detención de su padre, Juan Francisco Vargas, por abuso sexual. Una detención que hizo que el propio padre del menor fuera puesto en el foco como presunto culpable de la desaparición de su hijo, pero que finalmente fue descartado debido a los testimonios de algunos testigos que le ubicaban en otra parte de Gran Canaria cuando tuvo lugar el suceso.

Yéremi Vargas desapareció el 10 de marzo de 2007. El pequeño tenía 7 años y jugaba junto a la casa de sus abuelos, en un descampado que había en el lateral del inmueble de Vecindario, en Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria). Yéremi estaba con sus dos primos de nueve y cinco años. A las 13.30, cuando la abuela llamó a los nietos por quinta vez para que subieran a comer, solo dos de ellos llegaron a la mesa. Herminia se asomó a la ventana, pero Yéremi ya no estaba.

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Ithaisa, madre de Yéremi, junto a la imagen de su hijo. | El Cierre Digital

Han pasado ya 16 años de una desaparición que conmocionó al país y de la que, a día de hoy, se tienen muchas dudas y pocas respuestas. La familia sigue luchando por encontrar cualquier rastro que les lleve hasta Yéremi, así como un culpable.

Tras barajarse varias hipótesis y presuntos culpables, el principal sospechoso ahora es Antonio Ojeda, conocido como el Rubio. Fue en 2016, nueve años después del suceso, cuando su nombre empezó a relacionarse con la desaparición del pequeño.

El Rubio fue condenado por un delito sexual cometido en 2012 a un menor de 9 años en el barrio de Doctoral Viejo. Llegó a ir la prisión de Algeciras y fue ahí cuando confesó haber visto cómo desaparecía Yéremi. En un principio le adjudicó la sustracción a otras personas, pero finalmente acabó confesándole a su compañero de celda que el caso de Yéremi “se le había ido de las manos” y que tuvo que “desaparecerlo”. Esto, unido a datos como que el Rubio parecía conocer que Yéremi, debido a una enfermedad respiratoria, solía ponerse azul, ha parecido determinante para situarle como principal sospechoso. Sin embargo, no hay más pruebas contra él y 16 años después, el caso de Yéremi sigue cargado de incógnitas.

Caroline del Valle: un botellón y una desaparición

También en marzo, concretamente en la  madrugada del sábado 14 de marzo de 2015, desaparecía Caroline del Valle en Sabadell. Tenía 14 años. Ese día Caroline, que había dormido con su amiga Silvia la noche anterior, acudió a casa por la mañana con la otra joven para pedir permiso a su madre. El plan del sábado era ir a la discoteca de menores de la Villa Olímpica llamada In Time.

Caroline fue al local de ocio nocturno para menores y al salir llamó a su madre para preguntarle si podía quedarse en casa de su amiga Silvia a dormir. Sin embargo, nunca llegó a hacer lo prometido, porque se fue a un botellón en Sabadell. Los Mossos d’Esquadra estaban ahí. Según relataba su madre, Isabel Movilla, a elcierredigital.com, los agentes conocían a algunos de los menores “de otros fines de semana porque muchos iban a robar, teléfonos y lo que fuera”. Por este motivo, los Mossos los vieron, les dieron el alto y salieron “todos corriendo”. La mayoría de ellos, como afirma Isabel, “eran de centros fugados y uno estaba en búsqueda y captura”. Caroline, pese a no tener antecedentes, corrió con ellos. Ahí fue donde los testigos le perdieron la pista.

Una joven con cabello largo y rojizo haciendo un gesto de beso frente a la cámara.
Caroline del Valle. | El Cierre Digital
 

A la mañana siguiente, su madre la estaba esperando en casa pero no apareció, por lo que llamó a su amiga Silvia, que le dijo que Caroline estaba de camino. Mintió.

Isabel denunció la desaparición de Caroline ese mismo día y luchó sin descanso por encontrar cualquier pista que pudiera llevarla hasta su hija. Según ha contado en diversas ocasiones a elcierredigital.com, en estos ocho años se ha sentido desamparada por las autoridades que investigaron el caso. Fueron estas las que le contaron a Isabel qué era lo que podría haber ocurrido: que Justin, uno de los jóvenes que estaba con Caroline aquel día, la mató y la tiró a un contenedor de basura, por eso era difícil encontrarla.

No obstante, la madre de Caroline siempre ha luchado por encontrar otra versión de los hechos. Una de las que más se está barajando —y la que cree más probable el criminólogo Carlos García Barrett, contratado por la familia de Caroline para esclarecer los hechos— es el secuestro. Pero ocho años después, todavía no se ha podido demostrar nada que dé algo de luz al caso.

Malén Ortiz y el misterio de los 300 metros que esconden su desaparición

El 2 de diciembre de 2013 Malén Zoe Ortiz Rodríguez, de 15 años, pasaba a engrosar el trágico listado de menores desaparecidas en España. Eran las tres y media de la tarde cuando una cámara de seguridad de los viveros de Sa Porrassa, en Magaluf (Mallorca), la grababa montando en su monopatín verde. Se dirigía a casa de su novio, Daniel Alba, para comer con él, ya que su padre, Alejandro, y su hermano, Bruno —con quienes convivía—, no se encontraban en casa a aquella hora.

La última imagen que se conserva de la niña fue grabada en la fachada de los viveros, hasta salir de pantalla, justo donde comienza un camino semipeatonal que desdobla la carretera a Cala Figuera, en el pico oeste de la bahía de Palma, hasta cruzarse de nuevo con la carretera y la calle Tudó, recorrido que siempre hacía para llegar a casa de su novio. Ella se bajó en la parada de Cala Vinyes, cerca de su casa y, como su padre no estaba en el domicilio, llamó a su novio por teléfono para  ir a casa de este, en Son Ferrer.

Una mujer joven con cabello largo y oscuro, sonriendo ligeramente, con un fondo de madera.
Malén Ortiz. | El Cierre Digital

Son trescientos metros de camino asfaltado y carril bici hasta el cruce plagado de coches. En ese trayecto solo hay dos casas, una finca habitada y lujosa y otra abandonada. Nadie vio nada. “Ya no sé qué pensar. Está claro que no se fue por voluntad propia”, contaba su padre, Alejandro Ortiz, en Interviú en 2014, dos meses después de la desaparición.

La Guardia Civil rastreó la zona por tierra, mar y aire en el mayor despliegue realizado en la isla. Llevaron buzos especializados y cientos de voluntarios ayudaron en estas tareas, pero Malén parecía haberse hecho invisible en esos 300 metros.

Los agentes encargados del caso también usaron perros especializados en olores de cadáveres y los llevaron a casa de Dani Alba, el novio de la niña, que declaró: “No me importa. Eso supone que siguen investigando”.

Al no encontrar rastro de Malén, empezaron a barajarse todo tipo de hipótesis. Desde una desaparición voluntaria debido a la “situación familiar muy difícil” que ella decía tener en casa, hasta el cruce con asesinatos que habían tenido lugar en la zona y acusaciones entre sus padres de abandono y malos tratos. La última pista ponía el foco en un anciano que frecuentaba la zona y que podría haber estado interesado en Malén. Tras una búsqueda reciente, todavía no hay nueva información que dé pistas sobre el paradero de Malén o qué le sucedió.

La misteriosa desaparición del ‘niño pintor’, David Guerrero

La desaparición de David Guerrero, conocido como el ‘niño pintor’, se remonta al 6 de abril de 1987 sobre las 18.40 horas, cuando el entonces niño de 13 años salió de su casa en el malagueño barrio de Huelin. Iba al centro, a una exposición donde acababan de colgar un cuadro suyo, un retrato de El Cristo de la Buena Muerte, en la galería de arte La Maison, en la calle Duquesa de Parcent, donde le esperaba el periodista Paco Fadón, de Radio Popular.

La imagen muestra una fotografía de un joven con el texto
Ficha de la desaparición de David Guerrero, el 'niño pintor'. | El Cierre Digital

Luego David tenía previsto ir a la peña El Cenachero, donde recibía clases de pintura, casi siempre a cargo de un primo de su madre, el pintor malagueño José Guevara Castro, que ya falleció. El niño tenía pensado tomar el autobús que lo dejaría en el centro de Málaga. Su casa distaba 250 metros de la parada y fue durante este corto trayecto donde la Policía sostuvo que pudo desaparecer el menor.

Tras la denuncia de los padres, las primeras investigaciones policiales se encaminaron a los contactos realizados en el mundo del arte, donde David comenzaba a ser considerado un joven genio. La policía también desechó el secuestro por motivos económicos porque la familia no recibió nunca una petición de rescate y Jorge Guerrero era mecánico de una empresa de confección, con recursos económicos limitados. La Interpol calificó el caso de “desaparición extrema”, es decir, sin pistas. Para esta misma organización, la desaparición de David Guerrero es “una de las más desconcertantes de la historia”.

En la sala de exposiciones lo habría visto el pintor malagueño Rafael Jaime Calderón esa misma tarde, ya que sustituía a José Guevara como profesor de pintura esos días al encontrarse Guevara de viaje en Madrid. Un testimonio que no habría sido tenido en cuenta entonces por los investigadores, pese a que el pintor asegura que se lo dijo a la Policía.

El segundo lugar donde se ubicó a David Guerrero fue en la peña cultural y flamenca. Marisa Sicsú, hija del vicepresidente de la peña, Félix Sicsú, ya fallecido, relató que su padre contaba que el día de la desaparición había visto a David Guerrero en las escaleras del edificio de la peña El Cenachero, pero que su padre jamás habló con la Policía porque nunca fue interrogado por los agentes. La viuda del presidente de la peña confirmó esta misma historia de Sicsú.

Lo extraño es que se conoce por varios testimonios que no llegó a entrar a la academia de pintura. ¿Qué pasó en esos tramos de escalera, entre la planta baja y la segunda planta, donde se ubicaba el taller de pintura, para que David cambiase sus planes, que no eran otros que pintar como cualquier otro día, y saliese de aquel lugar? Este interrogante continúa sin resolverse a día de hoy.

En septiembre de 2016 la familia tuvo que declarar al niño pintor de Málaga fallecido, ya que la muerte de su padre, Jorge, en 2015, provocó que tuviesen que hacer el trámite para heredar y acceder a las cuentas de la familia. Sin embargo, su familia todavía no ha perdido la esperanza de dar con él.

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