Caso Déborah Fernández: Citan al exnovio de la joven asesinada en 2002.
El Juzgado de Tui cita al sospechoso para el 21 de febrero tras oír a siete testigos.
El viernes 11 de febrero por el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui pasaron siete testigos claves para el caso de la muerte de Deborah Fernández. Entre ellos, los peritos del laboratorio Lazarus Tecnologhy que fueron los que descubrieron que del disco duro del ordenador de Déborah se borró información y, según fuentes a las que accedió en su momento Elcierredigital.com, se "hizo a conciencia", un trabajo "digno de profesionales". Descubrir quién hizo esto y con qué intención puede ser clave para resolver el crimen.
Sin embargo, la noticia que más expectación ha generado es la decisión de citar como investigado (antes conocido como imputados) al que fuera pareja de la joven. La Audiencia Provincial de Pontevedra ha estimado así el recurso de los abogados de la familia y ha resuelto que se cite a declarar como tal al que fue en su día principal sospechoso de la desaparición y muerte de Deborah.
Tras dicha decisión de la Audiencia, el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui ha acordado citar a dicha persona para el próximo 21 de febrero a primera hora de la mañana.
La imputación es de vital importancia, ya que podría frenar el archivo de prescripción del caso que tendría lugar el próximo mes de abril, manteniendo así la esperanza de la familia de la joven de llegar a saber quién cometió este crimen hace casi dos décadas.
En los últimos tiempos la familia ha tratado por todos los medios arrojar luz a lo que ocurrió con Déborah. Un examen de vital importancia se realizó el pasado mes de mayo en base al informe que en abril aportó el criminólogo Óscar Tarruella y que propició la exhumación del cadáver de Déborah. Con el análisis de las uñas, se confirmó la aparición de pelos y fibras que podrían ayudar a resolver este caso. Las fibras halladas, según fuentes consultadas por Elcierredigital.com, podrían pertenecer a ropa de cama que, en su día, el principal sospechoso del crimen habría entregado a una tercera persona.
Además, en noviembre, la Audiencia Provincial de Pontevedra ratificó el 'Informe Pericial suscrito de Carmen Balfagón y Ramón Chpirrás" en el caso de Déborah Fernández.
Un crimen cometido en 2002
El 30 de abril de 2002 era un día normal para Déborah Fernández, fue a clase de Diseño Gráfico pero salió antes porque se sentía mal. Déborah, viguesa de 22 años, se fue desde clase a su casa, en la avenida Atlántida de Alcabre, y a mediodía acudió a la peluquería. Después de comer, por la tarde, salió a correr por la playa de Samil, donde se encontró con su prima e hicieron juntas parte del recorrido. A la altura del puente de Langares se despidió de ella y le dijo que no iba a salir aquella noche, que iba a alquilar "Amelie" en el videoclub.
A las nueve menos cuarto de la noche fue vista por última vez en la zona de Alcabre cuando un conocido, supuestamente, se cruzó con ella a 500 metros de su casa. Diez días más tarde, el 10 de mayo, una vecina, Adelaida, que paseaba a su perro por O Rosal, encontró su cuerpo a más de 40 kilómetros de Vigo. La joven estaba a tres metros del arcén de la carretera, desnuda y medio tapada con ramas de acacia, acostada de lado, con piernas y brazos flexionados. Depositaron el cuerpo con cuidado, con mimo, porque no había señales de arrastre del cadáver sobre el suelo.
La autopsia desveló que la joven había muerto entre seis y nueve días antes, pudiendo incluso haber ocurrido el mismo día de su desaparición. Cuando murió estaba vestida y así estuvo al menos durante las doce horas siguientes a su muerte. Luego desnudaron su cuerpo y lo lavaron. Los informes también arrojaron que Déborah permaneció en un lugar frío y oscuro, quizás una cámara frigorífica o un sótano, hasta que fue depositada en la cuneta por su presunto asesino o un cómplice.
El cuerpo no tenía signos de violencia ni de agresión sexual. La hipótesis más fiable fue la muerte por sofocación con un objeto blando, que no habría dejado signos violentos. Junto al cadáver se dejaron pistas falsas, como un preservativo usado, un pañuelo de papel y un cordón verde bajo el cuerpo. También se hallaron restos de semen y ADN, que parecían pruebas fiables para encontrar al autor. Durante años los investigadores siguieron estas pistas que luego resultaron ser falsas. Se hicieron cientos de pruebas, entre ellas, algunas al principal sospechoso, un joven que había sido novio de la chica. Pero no se consiguieron resultados positivos.
Los investigadores finalmente descubrieron que la escena era ficticia, un escenario montado para hacer creer en el móvil sexual. El autor incluso introdujo semen artificialmente en la vagina de la joven, ya muerta. Los forenses determinaron que esa es la única explicación de que se conservara ese fluido diez días después del fallecimiento. Hasta cinco grupos policiales de trabajo pasaron por el caso sin poder llevar al asesino ante la Justicia. Diecinueve años más tarde, la familia, los investigadores contratados y el Juzgado tratarán de arrojar luz sobre un crimen sin resolver.
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