17 de junio de 2024
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FIN DE SEMANA

EL 30 DE ABRIL DE 1994 JAVIER ROSADO Y SU AMIGO FÉLIX MARTÍNEZ, QUE ERA MENOR DE EDAD, ACABARON CON LA VIDA DE CARLOS MORENO A PUÑALADAS

Tres décadas del 'crimen del rol': Así viven los jóvenes que mataron a sangre fría por un juego

Los asesinos del 'Crimen del Rol'.
Los asesinos del 'Crimen del Rol'.
El 'crimen del rol' es uno de los episodios más conocidos de la crónica negra española. En abril de 1994 Javier Rosado y Félix Martínez, de 21 y 17 años respectivamente, mataron a puñaladas al ciudadano Carlos Moreno en una parada de bus del barrio de Hortaleza, en Madrid, siguiendo las reglas de un juego de rol llamado 'Razas' inventado por el propio Rosado. Fue el primer juicio en Europa en el que se planteaba, desde el punto de vista de la psiquiatría forense, la doble personalidad.

La crónica negra española cuenta con crímenes de diversa tipología que tienen en común consternar a la sociedad. Dentro de la lista de casos especialmente crueles se encuentra el 'crimen del rol', un crimen que tuvo lugar el 30 de abril de 1994 en el barrio madrileño de Hortaleza por dos personas, una de ellas menor de edad. 

Ya el nombre con el que transcendió el crimen adelanta que el motivo se debió a la afición que tenían los asesinos a los juegos de rol, concretamente a uno creado por el propio Javier Rosado, uno de los asesinos, de 21 años, al que llamó Razas, y que empezó siendo un juego de mesa y acabó con la vida de un ser humano. Por el terrible crimen Rosado fue condenado a 42 años de prisión y a pagar a la familia de la víctima 25 millones de las antiguas pesetas, unos 150.000 euros. Por ser menor de edad —entonces tenía 17 años— Félix Martínez recibió una condena significativamente menor, de 12 años. 

En el año 2007 Javier Rosado solicitó el tercer grado de su condena, que en principio le fue denegado, pero teniendo en cuenta que ya había cumplido 14 años de condena, se le concedió en marzo de 2008. Finalmente en 2010 recibió la libertad definitiva. Treinta años después del crimen, Javier Rosado está trabajando, ha saldado la responsabilidad civil y vive alejado de lo mediático. Durante su estancia en prisión Rosado estudió cuatro carreras, entre las que se encuentran química, matemáticas e ingeniería informática, y completó estudios en inglés y física cuántica

Por otro lado, Félix Martínez apenas pasó cuatro años en prisión debido a su buena conducta, su arrepentimiento y los trabajos realizados. Tras quedar libre con 21 años decidió rehacer su vida y se mudó a Berlín, Alemania. En 2006 regresó a España y desde entonces vive en el anonimato. No tiene redes sociales y no figuran propiedades a su nombre.

De aficionado a creador de juegos de rol

Rosado era aficionado a la literatura de tipo fantástico, en especial de H.P. Lovecraft, y a los juegos de rol, algo casi desconocido en nuestro país en aquellos años. Debido a su afición a este tipo de juegos Rosado decidió ser el director de su propio juego de rol, llamado Razas. Para su juego captó como compañero a Félix Martínez, proveniente de una familia desestructurada y al que conoció asistiendo a un partido de fútbol. 

El crimen de rol: los jóvenes que en los noventa asesinaron a sangre fría  por un juego

Javier Rosado.

En un primer momento no era más que otro juego de mesa. Rosado inventaba las reglas y ponía en marcha la narración, mientras que Félix simplemente escuchaba y seguía la corriente a su amigo. No obstante, con el tiempo, Rosado decidió que un juego de mesa no era suficiente, que sus ideas podían trasladarse al mundo real, que podía ser capaz de ser un director y que sus actos no tendrían consecuencias.

Rosado estaba convencido de su superioridad intelectual y decidió jugar a quitar una vida humana estando convencido de que no le pasaría nada. Rosado escribía un diario que posteriormente resultaría clave para comprender lo ocurrido en el crimen.

El relato del crimen

En su propio diario Rosado narró lo acontecido el día del crimen.  “Salimos a la una y media. Habíamos estado afilando los cuchillos, preparando los guantes y cambiándonos, poniéndonos ropa vieja en previsión de que la que llevaríamos quedaría sucia… Quedamos en que yo me lanzaría desde atrás y agarraría a la víctima mientras él le debilitaba con un cuchillo de considerables proporciones”, narraba Rosado. El director del juego y su amigo Félix se dirigieron al barrio de Hortaleza en busca de una víctima. Allí estuvieron hasta las 04.15 horas de la madrugada.

Lo que tarda en morir un idiota!”: 25 años del terrible crimen del rol, con  los asesinos sueltos

Carlos Moreno.

Desafortunadamente Carlos Moreno se cruzó en el camino de estos dos jóvenes.  Estaba casado y tenía tres hijos. Cobraba una nómina de 60.000 pesetas (360 euros) y ese día volvía de visitar a su amiga Modesta, a quien solía acompañar a esas horas desde hacía cinco años. Carlos esa noche había cobrado, lo que usualmente lo incitaba a coger un taxi. Sin embargo, ese día decidió no hacerlo y esperar el autobús nocturno, el ‘búho’. 

En la parada se le aproximaron los dos jóvenes, quienes le pidieron un cigarrillo y de inmediato empezaron a apuñalarlo. Carlos se resistió todo lo que pudo al ataque. Su resistencia quedó plasmada en uno de los extractos del diario de Rosado: “Era espantoso: ¡Lo que tarda en morir un idiota! Llevábamos casi un cuarto de hora machacándole y seguía intentando hacer ruidos. ¡Qué asco de tío! Mi compañero me llamó la atención para decirme que le había sacado las tripas”.

Pasaron 20 minutos hasta que Moreno dejó de gritar y pedir ayuda. Sus verdugos se habían ensañado con él. Lo habían apuñalado, destripado, golpeado y habían quebrado su columna. Finalmente, su cadáver fue desechado en un terraplén para ser encontrado más tarde por un conductor de autobús. Félix se fue a dormir pensando que había pasado una buena tarde con su mejor amigo y Javier creía que había cometido el crimen perfecto, un masaje más para su ego.

“Mis sentimientos por hacer el asesinato en sí mismo no existían en absoluto, demostrándome que mi mente era fría y calculadora en cualquier situación y dándome esperanzas para otras acciones. No sentí remordimientos ni culpas, ni soñé con mi víctima, ni me inquietaba el que me pillaran. Todo eso eran estupideces”, confesó Rosado en su diario.

La detención de Rosado y Félix

Rosado no era el genio que creía ser. Durante el ataque habían perdido un reloj, y Carlos había arrancado un pedazo de látex de uno de los guantes de los jóvenes. Una de las grandes ventajas con las que contaban es que este era su primer delito y, por lo tanto, su ADN no estaba fichado y tampoco tenían antecedentes penales. No obstante, el ego, en colaboración con la falta de sentido común de Rosado, lo llevaron a vanagloriarse del crimen delante de otros jóvenes, entre ellos, un joven de 17 años llamado Enrique que explicó a su padre lo que había escuchado y este fue de inmediato a denunciar los hechos a la policía.

Los dos culpables fueron detenidos y el caso saltó pronto a los medios de comunicación. Javier Saavedra, abogado de la acusación recordaba años después en El Español la trascendencia del asunto: “Hay que recordar que fue el primer juicio en Europa en el que se planteaba, desde el punto de vista de la psiquiatría forense, la doble personalidad”. La función de Saavedra fue demostrar que Rosado no estaba loco, que era responsable de sus actos y que no sufría de ningún padecimiento psicológico, que solo era un narcisista compulsivo que había sobrestimado enormemente su inteligencia.

Cuchillos encontrados en casa de Javier Rosado.

A diferencia de su amigo, Félix confesó enseguida. No era un muchacho conflictivo, simplemente carecía de una personalidad fuerte y auténtica, era capaz de todo para satisfacer a su amigo. Sin embargo, Rosado intentó convencer a los psicólogos de que padecía un trastorno de personalidad múltiple, pero no fue capaz.

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