Logo El Cierre Digital
Una pareja sonriente en una fotografía en blanco y negro.
SUCESOS

A 38 años del crimen de los Marqueses de Urquijo, persisten los enigmas

El asesinato de los Urquijo en 1980 sigue sin esclarecerse.

Se cumplen hoy 38 años de crónica negra intentando resolver todas las incógnitas que envuelven al asesinato de los Marqueses de Urquijo, Manuel de la Sierra y Torres y su mujer, María Lourdes Urquijo y Morenés, asesinados a sangre fría mientras dormían en su chalé de Somosaguas (Madrid). Un tiro en la nuca del marqués y dos en el cuerpo de la marquesa; en la boca y en la yugular. Sin embargo, cuatro décadas después todavía no han sido suficientes para despejar las dudas después de que dos de las tres personas involucradas en el crimen (Rafi Escobedo y Mauricio López Roberts) hayan muerto y  Javier Anastasio -coautor del asesinato-, siga en paradero desconocido.

Era 1 de agosto y muchos comenzaban sus vacaciones. El doble crimen de los Marqueses de Urquijo acaparaba todos los grandes titulares. El personal que trabaja en la casa descubrió la escena del crimen y a partir de ahí la cadena de despropósitos y enigmas se sucedieron. Y es que cuando llegó la Policía al día siguiente, los cadáveres, incluso, habían sido lavados y se habían destruido documentos de la caja fuerte.

Esa misma noche apareció en el lujoso chalé de Somosaguas el que se convertiría después en el culpable, Rafael Escobedo. Este era ex marido de Miriam de la Sierra, la hija mayor de los marqueses, quienes nunca había tenido buena relación con él. “¿Quién te ha mandado venir aquí” le espetó su exmujer cuando lo vio entrar en el dormitorio de Somosaguas. Pero no fue esta la única presencia sospechosa aquel día: el administrador de los Marqueses, Diego Martínez Herrera, apareció vestido de riguroso luto sin saber, aparentemente, que se había producido un doble crimen. Herrera llegó a afirmar durante el juicio que vestía de negro no por el luto, sino porque es un color propicio para el verano. Lo que causó estupor y sorpresa.

Las primeras investigaciones se centraron de inmediato en la persona de Rafi Escobedo, después de que el arma con la que se realizaron los tres disparos contra el matrimonio -una pistola Star de calibre 22- estaba registrada a nombre de su padre, Miguel Escobedo. Y más aún cuando éste se separó de la mayor de los Urquijo tan sólo seis meses después del enlace matrimonial. La mujer se enamoró perdidamente del norteamericano Dick Rew. Un hecho que Escobedo nunca asimiló e hizo que creciese el odio hacía la familia de los Marqueses de Urquijo.

Detención y muerte de Escobedo

La detención de Rafi Escobedo llegó ocho meses después de aquella madrugada fatídica del 1 de agosto. Tras un juicio lleno de interrogantes sin resolver fue condenado como autor del asesinato a 53 años de cárcel. Sólo cumplió cinco. El tiempo que pasó en su celda de la prisión de El Dueso (Cantabria) hasta suicidarse. Un suicidio también plagado de incógnitas: si bien la primera hipótesis apuntaba a la muerte por asfixia, un informe posterior del Instituto Nacional de Toxicología aseguraba que en sus pulmones había 14 miligramos de cianuro. Así, nunca reveló si actuó sólo o acompañado.

Ahora, su amigo y abogado Marcos García Montes está decidido en reabrir la causa judicial, tanto en lo concerniente a su fallecimiento como a su inculpación en el crimen de sus suegros. Para el abogado García Montes la muerte de Rafi Escobedo no está nada clara. El letrado apunta a que fue un “homicidio-suicidio”. Según su teoría, “le mataron antes de que apareciera ahorcado. Así lo demuestra el informe de los doctores Andrade, Vilanova y Folguera, del Anatómico Forense, que encontraron 14 miligramos de cianuro en sus órganos internos, una cantidad que le habría podido causar la muerte o, como mínimo, le hubiera dejado inconsciente para supuestamente haber simulado después el suicidio por ahorcamiento”. Según García Montes, el cadáver lo descubrieron José Huertas (conocido como “El panadero”, ya que era el que repartía el pan antes de las comidas), y José Manuel López Sevilla, uno de sus presos de confianza. Algo que no coincide con la versión oficial

Marcos García Montes no sólo está en contra de las conclusiones oficiales que dictaminaron la muerte por asfixia de Rafi Escobedo, debida a “ahorcadura de carácter completo”, sino también las que condenaron a Escobedo como autor del crimen de los Urquijo. Otro punto polémico es que la confesión de Rafi fue coactiva, ya que se consiguió cuando su padre, Miguel Escobedo, estaba detenido en los calabozos de la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol. Además, la policía determinó que se disparó a 1,5 metros de los pies de la cama cuando en realidad fueron disparos a bocajarro, a 10-20 centímetros del marqués, a quemarropa, apoyando incluso el cañón en la piel. Incluso la propia Miriam de la Sierra, hija de los marqueses, en su libro “¿Por qué me pasó a mí?” señala que no está segura de que Rafi disparara ni matara a sus padres, aunque sí afirma que estaba allí cuando sucedió todo.

Nuevas implicaciones

No fue hasta 1983 -gracias a un nuevo sumario del suceso- cuando se imputaron a dos nuevas personas en el caso. El primero de ellos, Mauricio López-Roberts, marqués de Torrehermoso e íntimo amigo de Escobedo. Un confidente que en los años anteriores al doble crimen se había convertido en inseparable de Escobedo. El marqués fue detenido como encubridor, pero quedó en libertad provisional tras pagar medio millón de las antiguas pesetas. López-Roberts murió en el 2014 con 72 años de edad en la más estricta intimidad.

Ese segundo sumario se abrió después de unas declaraciones del marqués fallecido. En ellas aseguró haber prestado 25.000 pesetas a Javier Anastasio el día que fue detenido Escobedo. Esas palabras también llevaron a la detención de Anastasio como coautor del crimen. Ingresó en la prisión de Carabanchel hasta que en 1987 fue puesto en libertad provisional y posteriormente, huyó del país. Se fue a Brasil. Nunca fue juzgado y en 2010, cuando prescribió el crimen, la justicia retiró todos los cargos que pesaban sobre él. Hoy vive en Madrid y ha colaborado con una productora que prepara una tv movie para Atresmedia sobre este capítulo de la crónica negra de nuestro país.

La investigación policial fue llevada por el policía, José Romero Tamaral, que luego se hizo famoso con el caso y montó un despacho de abogados. El inspector Romero empezó a indagar en el caso por su cuenta y riesgo. Sin que nadie se lo mandara. "Empecé el asunto a partir de los cuatro casquillos de bala encontrados en el chalé de Somosaguas”, afirmó. Para muchos era un policía muy ambicioso que pecó de egocentrismo.

No fueron estas las únicas tres personas señaladas. El mayordomo de los Urquijo,  Vicente Díez Romero, después de celebrarse el juicio recomendó investigar al entorno más cercano del matrimonio: “los dos hijos de estos” (Myriam y Juan). Para Díez, el cerebro que planeó el doble crimen era el hijo varón, Juan de la Sierra. Aquel 1 de agosto tenía 22 años.

Los hijos de los marqueses

Myriam y Juan de la Sierra intentan hoy mantenerse alejados del foco mediático. Rafi Escobedo se separó de la hija mayor de los Marqueses de Urquijo tan sólo seis meses después del enlace matrimonial. Myriam tenía tan sólo 24 años cuando sus padres fueron asesinados en Somosaguas. Tres décadas después se ha casado por tercera vez. Su actual marido, el paquistaní Bash Bokhari es el número uno de una compañía puntera estadounidense especializada en marketing. En su libro publicado hace cuatro años, la mayor de los Urquijo se desahogaba de todo lo ocurrido en los últimos años: "No puedo describir con palabras el dolor que me produce que alguien pudiera sospechar de mí o de mi hermano". Pero la realidad es que el crimen de los marqueses de Urquijo no ha encontrado una respuesta cerrada e incontrovertible sobre la autoría del doble asesinato.

Por su parte, Juan de la Sierra está casado con Rocío Caruncho. Según se ha rumoreado en los últimos meses, su matrimonio atraviesa uno de sus peores momentos y e incluso se afirma que está al borde de la separación. Empresario, siempre ha intentado mantener un perfil muy bajo y alejado del foco mediático. Es él quien heredó la mansión donde se produjo el crimen de sus padres. Los dos hijos dicen que nunca han vuelto a pisar la segunda planta donde se perpetró el asesinato. 

El posible móvil económico

El móvil económico que podría haber alentado el crimen presenta también una serie de incógnitas. Los beneficiarios directos del crimen serán sus dos hijos como herederos de un “exiguo” patrimonio que se valoró en 43 millones de pesetas y que no incluían el valor de la mansión de Somosaguas, que ya entonces se tasaba en unos 200 millones de pesetas (1,2 millones de euros).

Otra de las cuestiones que se puso encima de la mesa sobre el presunto móvil económico del crimen fue la fusión bancaria entre el Banco Hispano Americano y el Banco Urquijo. Se afirmó que el marqués era un escollo porque se oponía a la operación, aunque su posición como accionista minoritario no era determinante.

Quien no dudó de que los intereses económicos tenían aquí una importancia capital fue el médico forense José Antonio García-Andrade, que, en su libro, “Los muertos también hablan”, dedicado al asunto escribió: “Ahí se encuentra el móvil de esos tres crímenes, el de los marqueses y el de Rafi, en el dinero, sí, pero dinero a gran escala, a la manera de los crímenes mafiosos”.  

Lo único cierto, hoy en día, es que con la muerte de Rafi Escobedo se quedaron sin resolver y sin esclarecer muchos puntos sobre el asesinato de los Marqueses de Urquijo, un crimen que este miércoles 1 de agosto cumple 38 años.

Un asesinato que, 38 años después, mantiene abiertos múltiples enigmas ¿Fue Rafi Escobedo el autor del crimen? ¿Le ayudó alguien? ¿Qué motivos tenía para hacerlo? ¿Hubo alguien que se benefició de todo esto? ¿Por qué se investigó con tantas carencias? Y, ¿qué paso realmente en el Penal del Dueso con la muerte de Rafi Escobedo?... 38 años después, no hay respuesta convincente.

➡️ Sucesos

Más noticias: