
Mitos 'fenómeno kinki' (VI): El Jaro, el niño ladrón de Navajeros que inspiró a Sabina
El toledano José Joaquín Sánchez Frutos, que murió con 16 años, lideró una banda de ladrones y su vida se llevó al cine
José Joaquín Sánchez Frutos 'El Jaro' (Villatobas, 1962) tenía tan solo 16 años cuando un vecino del centro de Madrid cogió una escopeta y acabó con su vida. El suceso se produjo durante un atraco que cometió la banda que el delincuente comenzó a liderar con tan solo ocho años.
'El Jaro' se convirtió en uno de los delincuentes juveniles más conocidos de la España franquista. Su nombre era habitual en semanarios como 'El Caso'.
Pero, ¿cuál es la verdadera historia de 'El Jaro'?
La historia de ‘El Jaro’: Abusos, pobreza y abandono
José Joaquín Sánchez Frutos, más conocido como El Jaro, nació el 3 de noviembre de 1962 en Villatobas, un pequeño municipio toledano. Su infancia estuvo marcada por la miseria, la violencia intrafamiliar y el abandono. Su padre era Juan José Sánchez y su madre, Francisca Frutos.
Fue su progenitora quien le apodó “El Jaro”. Un sobrenombre en referencia a su piel clara y el parecido de su cabello rubio con el de algunos animales.
Además de José Joaquín, la pareja tuvo cuatro hijos más: Donato, Joaquín, María del Pilar y Carmina.

Desde temprana edad, él y sus hermanos sufrían encierros prolongados, castigos físicos y abandono. Su madre, que tenía problemas de alcoholismo, los dejaba solos durante el día con apenas una barra de pan y unas onzas de chocolate para que pudieran alimentarse.
Ante este escenario, 'El Jaro' y sus hermanos se vieron obligados a sobrevivir. Dicen que con tan solo ocho años, 'El Jaro' ya sabía forzar la cerradura de su casa para buscar comida. También comenzó a cometer pequeños robos.
La situación familiar se agravó tras la detención de su madre. Francisca fue encarcelada en el penal toledano de Ocaña. Después de que saliera de prisión, la familia de 'El Jaro' comenzó a ser motivo de conversación en los 'corrillos' de Villatobas.
Fue entonces cuando decidieron emigrar a Madrid junto a sus hijos en busca de una vida mejor. Se instalaron en una casa abandonada del barrio de Tetuan. Posteriormente, en un inmueble localizado en la zona de Barajas.
Al poco tiempo, su padre les abandonó y los hermanos Sánchez Frutos se vieron obligados a mendigar.
Dos de los hermanos de 'El Jaro' se instalaron en el piso que un familiar tenía en Valdeacederas. Carmina, otra de las hermanas vivía con su madre. Sin embargo, fue abandonada cuando Francisca internó en un centro psiquiátrico.
El niño que se convirtió en líder de la banda de ‘El Jaro’
En aquella época, 'El Jaro' ya se buscaba la vida siendo tan solo un niño. A pesar de su corta edad, comenzó a ser muy conocido para las autoridades. De hecho, se tiñó el pelo de color negro para que la Policía no diera con su paradero.
A principios de la década de los setenta, se convirtió en líder natural de una banda delictiva. La organización estaba compuesta en su mayoría por jóvenes mayores que él. Su historial criminal empezó con hurtos y robos menores, pero rápidamente escaló a asaltos armados y atracos a mano armada.

Ingresó numerosas veces al reformatorio del Sagrado Corazón de Madrid, del que se fugó en al menos 15 ocasiones. Posteriormente, fue internado en un centro de menores en Lugo. Durante su estancia en esta institución, 'El Jaro' se enteró de que 'La Toñi', su pareja, estaba embarazada de un niño.
El centro le dio un billete de ida y vuelta para visitarla en la capital española. Pero, José Joaquín nunca regresó.
Corría el año 1978 cuando la conocida como banda de 'El Jaro' tenía atemorizada a la sociedad madrileña. Como hemos citado, este grupo estaba formado por 31 miembros como 'El pistolilla', 'El Guille' o 'El Villa'. Tan solo cinco eran mayores de edad.
Operaban en pequeños comandos y se les atribuyen más de treinta asaltos a transeúntes.
También cerca de cien hurtos de bolsos y robos de vehículos. La banda de 'El Jaro' estuvo detrás de cuatro atracos a gasolineras, dos asaltos a viviendas. Por otro lado, un atraco a una sucursal bancaria y casi veinte robos en comercios
Sus métodos eran violentos. Para realizar sus 'tropelías', solían utilizar armas de fuego, cuchillos, y objetos contundentes. Parte del botín, especialmente joyas, era vendido a José Pozo García, acusado de ser perista por la policía.
Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver
Un año después de retomar su actividad delictiva, la banda de 'El Jaro' asaltó un chalet de la zona de Somosaguas.
Aquel suceso concluyó con enfrentamiento armado entre la organización criminal y la Guardia Civil. 'El Jaro' fue herido y encarcelado en la Cárcel Concordatoria de Zamora. Aun así, José Joaquín no se rehabilitó pues volvió a delinquir tras salir de la prisión zamorana.

El 24 de febrero de 1979, la banda de 'El Jaro' volvió a 'dar el palo'. Aquel día atracaron a un hombre que paseaba por la antigua calle Toribio Pollán (hoy calle Veracruz de Madrid).
Un vecino de uno de los inmuebles de esta vía reconoció que la víctima de la banda era un amigo suyo. Fue entonces cuando bajó a la calle con una escopeta y un disparo acabó con la vida del Jaro. Tenía tan solo 16 años.
El legado de ‘El Jaro’ que llegó al ‘cine kinki’
Para muchos jóvenes de aquella España democrática, 'El Jaro' era concebido como un héroe popular 'de barrio'. El delincuente toledano vivió al límite.
Un año después de su muerte, su vida inspiró al cineasta Eloy de la Iglesia. El director retrató la vida del delincuente toledano en la cinta 'Navajeros'. Este filme estuvo protagonizada por José Luis Manzano, quien se puso en la piel de Sánchez Frutos.
🎥 NAVAJEROS 🎥 EL JARO🎥
Ese mismo año, el cantante Joaquín Sabina lanzó 'Qué demasiao'. Esta era una canción dedicada a José Joaquín Sánchez Frutos e integrada en su disco 'Malas Compañías'.
Nadie sabe que ocurrió con su hijo David. A mediados de la década de los ochenta 'El País', desveló que el pequeño vivía en el barrio del Pilar de Madrid.
Sus abuelos se habían hecho cargo de él después de que su madre ingresara en la prisión de Yeserías. 'La Toñi' estuvo acusada de cometer un atraco en un banco.
'El Jaro' se convirtió en un símbolo trágico de la delincuencia juvenil de los años 70 en España. Al igual que otros muchos jóvenes de su generación, la vida de 'El Jaro' es el reflejo del tópico: "vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver".
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