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Un hombre de cabello corto y canoso en primer plano con expresión seria, al fondo un grupo de jóvenes de pie junto a un auto en una calle urbana
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Mitos del 'fenómeno Kinki' (V): 'El Pera', el niño de Getafe que delinquía con 7 años

Juan Carlos Delgado lideró una banda con 11 años y hoy enseña conducción extrema a escoltas y cuerpos policiales

Juan Carlos Delgado Caballero, más conocido como “El Pera”, es hoy un símbolo innegable del fenómeno quinqui español: ese mito urbano surgido en los barrios de la España de los 70 y 80, que combina rebeldía, marginalidad y fascinación por el riesgo.

Su historia, tan irreverente como redentora, exhibe cómo un joven con más de 150 detenciones criminales logró reinventarse convirtiéndose en piloto, formador de agentes de la Guardia Civil y protagonista de su propia película.

Juan Carlos Delgado nació el 30 de abril de 1969 en una familia obrera de Getafe (Madrid). Siendo apenas un niño, comenzó a delinquir alrededor de los 7 años, robando en supermercados y, poco después, vehículos y pisos. Para los 11 años, ya lideraba una banda de menores dedicada a atracos a joyerías y bancos, y acumulaba más de 150 detenciones, habiéndose fugado de varios reformatorios.

Primer plano de un hombre con cicatrices en el rostro y una imagen circular superpuesta mostrando al mismo hombre con una camisa oscura en un entorno interior
Montaje de Juan Carlos Delgado, 'El Pera'. | Montaje

Su apodo de “El Pera” tiene una doble explicación: según él mismo cuenta, proviene de la policía, que lo bautizó para distinguirlo de otros Juan Carlos, y también de un episodio en que robó un abrigo de niño tipo “pera” en un barrio adinerado y el mote se impuso.

Durante su infancia, su vida carecía de infancia: pasó de ser un niño a enfrentarse al mundo adulto con armas, robos y fugas, sin apenas espacio para jugar ni crecer de manera normal.

Velocidad, coches y vida al límite

El gusto por la conducción define buena parte del relato de “El Pera”. Su talento al volante emergió en persecuciones con vehículos robados, donde demostraba una habilidad admirable para escapar de la policía.

Media España de los barrios sur escuchaba el “flamenquito” de Los Chichos o Los Chunguitos mientras él realizaba carreras improvisadas en coches sustraídos. Vivía intensamente, en una filosofía de “carpe diem” muy propia del universo quinqui.

Un niño observa algo con atención mientras en la esquina aparece la imagen de un hombre con auriculares y micrófono en un estudio de radio.
Montaje de Juan Carlos Delgado, 'El Pera'. | Montaje

Un fragmento narrativo típico lo define: “El Pera era un caco de cuidado. Podía abrir un coche en un momento, hacerle el puente y salir pitando. Parecía que acabaría con un tiro en la cabeza o muerto en accidente”.

La transformación: El poder de la reinserción

El punto de inflexión llegó al ingresar en la Ciudad Escuela de los Muchachos (CEMU) en Leganés. Allí conoció a Alberto Muñiz, conocido como “Tío Alberto”, quien logró encauzar su potencial mediante métodos educativos más personales que punitivos.

El cambio fue lento pero profundo. Al poco tiempo, su dominio del volante comenzó a dar frutos legales: participó en carreras oficiales y en 1991 ganó la Copa Nacional Renault Iniciación. Su transición delictiva a competitiva fue completa.

De perseguido a maestro de perseguidores

El siguiente giro llegó tras un encuentro con Santiago López Valdivielso, director general de la Guardia Civil, durante una competición en Barcelona. Este pionero episodio significó el paso de El Pera al otro lado del cristal. Comenzó a asesorar a agentes en conducción evasiva y técnicas especializadas para situaciones de riesgo.

Hoy es instructor acreditado para la Guardia Civil y ha formado a múltiples cuerpos de seguridad en España, compartiendo su experiencia desde el otro lado de la ley. También es probador profesional de automóviles, crítico automovilístico y consultor en cine de acción, impartiendo stunt driving para producciones.

El mito cinematográfico: Volando voy

En 2006, se estrenó la película “Volando voy”, dirigida por Miguel Albaladejo, donde borra definitivamente la frontera entre mito y realidad.  Borja Navas  interpretó a “El Pera” en su niñez y el propio Juan Carlos fue co-guionista y actor en escenas clave. Todo con el objetivo de encontrar la autenticidad total en la narrativa.

Cartel de la película Volando Voy junto a un hombre de cabello canoso y camisa rosa sentado frente a un fondo claro
Montaje de Juan Carlos Delgado, 'El Pera'. | Montaje

La película recrea el Getafe de los años 70/80. Concentra el ambiente de la ciudad, el alejamiento de la infancia y el rescate personal mediante la conducción. Recibió reconocimiento en festivales internacionales y cimentó aún más el carácter legendario del protagonista.

Del mito al presente: Una vida de redención entre pedagogía y motor

Hoy, Juan Carlos Delgado sigue demostrando que las segundas oportunidades no solo son posibles, sino necesarias. Vive alejado de la delincuencia desde hace décadas. Pero intensamente implicado en proyectos sociales y profesionales que hunden sus raíces en aquella infancia extraviada en Getafe.

Su figura ya no es la de un niño conflictivo que protagonizaba persecuciones por las calles del sur de Madrid. Ahora es un educador, piloto y maestro de conducción con una historia que inspira a jóvenes y adultos.

Sigue profundamente vinculado a la Ciudad Escuela de los Muchachos (CEMU) en Leganés. Alli fue  donde se reinsertó y donde ahora actúa como referente para adolescentes en riesgo. “Me pongo en primera persona”, contó en una entrevista a elcierredigital.com, “porque yo pasé por ahí, y sé lo que es estar perdido. Pero también sé que se puede salir”.

A sus 56 años, El Pera ha consolidado su faceta profesional como piloto probador, formador en conducción evasiva y especialista para cine. Dirige su propia escuela de conducción extrema, donde entrena a escoltas del Ministerio del Interior y la Casa Real, actores para escenas de acción y conductores en situaciones de emergencia.

“Soy piloto de competición, fui piloto oficial de Renault, gané un campeonato de España y fui subcampeón”, resume con orgullo, sin vanidad. “También soy piloto probador para todas las marcas de coche de España. Evalúo los vehículos antes de que salgan al mercado y asesoro en sus futuras versiones”.

Hombre de cabello corto y canoso con camisa oscura posando al aire libre con el cielo de fondo y un círculo insertado mostrando al mismo hombre hablando frente a un micrófono
Montaje de Juan Carlos Delgado, 'El Pera'. | Montaje

Esta faceta profesional se complementa con un fuerte compromiso divulgativo: ha escrito varios libros, incluyendo uno de técnica de conducción y otro de consejos dirigidos a padres e hijos con problemas. Su vida, además, fue llevada al cine en la película Volando voy (2006), dirigida por Miguel Albaladejo. Él mismo participó como coguionista y supervisor del rodaje para asegurar la fidelidad al relato real. “La esencia es cien por cien real”, afirma.

Pese a su reinvención, Juan Carlos no rehuye la memoria de su pasado. Reconoce que cometió errores y que el niño que fue, "El Pera" de los años 70, no debe tomarse como ejemplo. “No tuve infancia; pasé de ser un niño a un adulto a ojos de la justicia, de la policía y de la sociedad”, confiesa. “Dormía mal, vivía con miedo. Hoy puedo decir que soy un ciudadano normal y corriente, y eso, para mí, es un lujo”.

En un país donde muchos jóvenes siguen atrapados en entornos de exclusión, drogas y violencia, la historia de El Pera funciona como advertencia y esperanza. No se trata de glorificar el delito ni romantizar el pasado, sino de demostrar que incluso las trayectorias más erráticas pueden redirigirse con voluntad, apoyo y oportunidades reales.

Convertido ya en un mito de redención, Juan Carlos Delgado sigue encarnando —hoy más que nunca— ese lema que da título a su película y a su vida: Volando voy. Pero también volviendo a tierra firme, para no dejar a nadie atrás.

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