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Una pintura que muestra una erupción volcánica con un cielo dramático y un paisaje costero en primer plano.
SALUD

El verano más frío, el del año 1816: Fuertes nevadas, hambruna y miles de muertes

Todo ocurrió el 10 de abril de 1815, cuando tuvo lugar el desastre volcánico más grande y devastador de la Historia

Como cada verano las temperaturas superan los treinta grados y toca hacer uso de los ventiladores, abanicos, aires acondicionados y demás utensilios para no pasar tanto calor. Pero en 1816 no tenían estos recursos para combatir el calor, aunque no les hizo falta.  Porque aquel verano no sudaron y ni sufrieron el incesante calor del sol, sino todo lo contrario: pasaron mucho frío.

Para explicar esto hay que remontarse a un año antes, el 1815, y es que el 10 de abril de 1815 ocurriría el desastre volcánico más grande y devastador de nuestra historia. En una isla de  Indonesia (Sumbawa) erupcionaría la montaña más alta del país, Tambora, ocasionando la muerte de más de 120.000 personas y una fría tiniebla que asolaría el mundo.

En este caso la explosión de Tambora fue tan grande que un tercio de la montaña explotó. La erupción se originó a causa de un movimiento dentro de la cámara de piedra fundida, que provocó un aumento de la presión y originó la explosión. El volcán expulsó ceniza caliente a 40 km de distancia, produciendo una columna de 48 km de altura de ceniza y 200 millones de toneladas de azufre expulsada hacia la atmósfera.  La erupción produjo un flujo piroclástico —que es una mezcla de gases volcánicos, materiales sólidos y aire— que arrasó el lugar; el mismo fenómeno que asoló Pompeya. De hecho, recientemente se han descubierto las casas y los cuerpos de la población del lugar, replicando una imagen similar a la que se puede conseguir en Pompeya.

Personas trabajando en una excavación arqueológica al aire libre.
El descubrimiento de los cuerpos de Sumbawa, Indonesia. | Twitter

Las islas de Indonesia estuvieron tres días sumidas en la total oscuridad, pero las consecuencias no solo se notaron en las islas del Pacífico, sino en todo el planeta. La niebla densa llegó a la estratosfera y se convirtió en aerosoles, provocando que tapara los rayos del sol, lo que se traduce en menos calor y enfriamiento global. La temperatura del planeta bajó entre 0,4 y 0,7 grados, llegando en algunos lugares a bajar entre 12°y 16 grados. Todo esto en 1816, cuando se instauró el invierno volcánico. Por eso en Suiza hubo 132 días de lluvias incesantes durante el verano de 1816. El 4 de julio en EEUU se celebró con una nevada que llevaba semanas sin parar, al igual que en Madrid que también nevó durante varios días en agosto.

Víctimas colaterales a causa de la hambruna

Todo esto ocasionó que no hubiera cosechas, que unido con las Guerras Napoleónicas dio como resultado una catástrofe mundial, ya que la gente no tenía para comer.  En 1817, en Suiza se diagnosticó la primera muerte por hambruna, ya que antes no se consideraba que se podía morir de hambre. Esto hizo que la gente fuera a la ciudad en busca de comida, ocasionando un gran éxodo y con ello delincuencia y sobrepoblación. En partes como China e India ocasionó hambrunas y muertes por cólera. La gente comía animales muertos y verdura podrida, porque no tenía más. Las muertes en Europa fueron incalculables.

Hay pruebas de cómo influyó este año sin verano, como los cuadros de William Turner, donde se ve un cielo anaranjado, como el de una erupción del volcán. O  Mary Shelley escritora de Frankenstein, que hizo a su personaje en esas noches oscuras de tormentas y lluvias del verano de 1816. También hay poemas de Lord Byron  que hablan sobre esa oscuridad que vivieron. De hecho muchos historiadores consideran que todo estos sucesos entre 1815 y 1816 ocasionaron la derrota de Napoleón en Waterloo. A pesar de toda esta desgracia, la gente se supo adaptar, cultivando alimentos que soportaran climas fríos como las patatas o nabos, almacenando alimentos y en la medida de lo posible ayudándose los unos a los otros.

Una pintura que muestra una escena urbana con árboles sin hojas, edificios altos y personas caminando por una calle mojada.
Cuadro que representa las lluvias de Suiza. | Twitter

El invierno volcánico duraría algún tiempo más, pero en menor medida hasta llegar al 1850, donde ya se empezó a registrar un calentamiento global y por tanto una vuelta a la normalidad. Este suceso demuestra que cualquier catástrofe que ocurra en otra parte del planeta, por muy lejos que esté, puede afectar al resto del mundo. Algo que se ha comprobado con los incendios de Canadá, donde el humo producido ha llegado hasta España. Por ende, el deber de cuidar nuestro planeta es una responsabilidad global y necesaria para poder continuar habitándolo.

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