El uso obligatorio de mascarillas puede causar ansiedad, según expertos
Es crucial aclarar que las mascarillas no causan hipoxia ni hipercapnia.
Hasta ahora, había muchas razones por las que la gente no llevaba puesta la mascarilla, como: Contradicciones en las comunicaciones del gobierno (“ahora si, ahora no”), un mecanismo de defensa ante una situación que nos sobrepasa ya que nuestro cerebro está preparado para dejar entrar la información que somos capaces de soportar y para frenar la que no y, por eso, muchas personas tendrán la necesidad de negar o minimizar la realidad de que estamos en riesgo y que este virus puede ser peligroso para lograr sobrevivir y, por último, la libertad de decisión sobre uno mismo.
Existe la necesidad imperante de poder decidir sobre nosotros mismos y, especialmente, sobre nuestro cuerpo. Puede que en algunos casos se manifieste una rebeldía adolescente o irracional porque tenemos esa necesidad de libertad. Sin embargo, ya es obligatorio.
Las mascarillas, por lo menos las quirúrgicas y las autofiltrantes, que forman parte de los equipos de protección individual EPI, no producen ni hipoxia (poco oxígeno en sangre), ni hipercapnia (retención del CO2) porque lo que filtran son partículas, no retienen el aire, el cual puede entrar y salir a través de los materiales de los que están compuestas de forma normalizada.
Los cirujanos y los sanitarios las llevan durante muchas horas incluso con el calor de los focos del quirófano, y no se marean ni pierden facultades respiratorias, y de hecho trabajan con mucha precisión y riesgo vital en muchos casos, por lo que con este ejemplo queda demostrado que sí nos permiten respirar con normalidad.
Distinto caso es durante la practica deportiva, en la que nuestro cuerpo exige una mayor ventilación, por ello no se deben usar mascarillas durante el deporte, pero si se deben usar antes y después.
Qué ocurre con la ansiedad
En las personas que padecen ansiedad, la dificultad respiratoria no viene determinada por una patología en sí misma, sino por la hiperventilación que aparece en los ataques de ansiedad, en la mayor parte de las ocasiones porque “sienten que se ahogan”.
Cuando esto sucede se produce un exceso de oxigenación y una reducción drástica del dióxido de carbono que conduce a padecer mareos, visión borrosa y sensación de ahogo.
Como es obvio, si en una situación de hiperventilación tenemos la cara cubierta por una mascarilla, estos síntomas podrán incrementarse porque la sensación de agobio y falta de aire será mayor.
La hiperventilación se define como aquella respiración que está por encima de las necesidades de nuestro cuerpo. Es decir, es una respiración excesiva, muy rápida y superficial.
Cuando hiperventilamos, el equilibrio entre el O2 y el CO2 se rompe, es decir, los niveles de O2 se incrementan y los de CO2 disminuyen, influyendo esto directamente en las proporciones que existen de O2 y CO2 en sangre, de manera que las cantidades de CO2 en sangre también disminuirán. Como consecuencia, básicamente, suceden dos cosas:
Por un lado, la disminución de CO2 en la sangre es detectada por el cerebro, que de inmediato intentará poner remedio a esta situación. La mejor y más rápida manera de conseguirlo es reduciendo el impulso de respirar, de manera que se reduzca el desequilibrio. Esto significa que mientras estemos hiperventilando, notaremos que nuestro cuerpo hace un esfuerzo para respirar mucho menos, parece que nuestro cuerpo se niega a respirar al mismo ritmo que veníamos teniendo. Lo más común es que intentemos hacer un esfuerzo consciente para intentar respirar más, lo que se traduce en que el desequilibrio entre O2 y CO2 que comentábamos anteriormente no vuelve a su estado normal, sino que se mantiene o incluso se agrava.
Si esto sucede así, es posible que nuestro cerebro se esfuerce todavía más para hacernos respirar menos e incluso, si lo considera necesario, parar momentáneamente nuestra respiración para equilibrar el intercambio de O2 y CO2. Cuando nos sucede esto es muy normal que nos asustemos, especialmente si no sabemos por qué ocurre. Mientras hiperventilamos, es decir, mientras respiramos muy rapido, por encima de nuestras necesidades, notamos que nuestro cuerpo reacciona dificultándonos la respiración de tal manera, que lo más sencillo es pensar que nos estamos ahogando, pero no es así.
Los descensos del nivel de CO2 en sangre producen otro fenómeno en nuestro organismo: una alteración del pH de nuestra sangre, la sangre se vuelve alcalina. Cuando esto ocurre, podemos experimentar una serie de sensaciones: Mareos, dificultades de visión, palpitaciones, temblores, sensaciones de frío o calor, tensión muscular, piernas débiles…., pero que son reactivas a nuestra hiperventilación, no a que no tenemos suficiente oxigeno por las mascarillas.
Las mascarillas higiénicas
Todas son útiles para evitar que nosotros contagiemos al prójimo. Pero las quirúrgicas /higiénicas impiden que nosotros contagiemos, pero no impiden que seamos contagiados. El virus no sale pero puede entrar y las FFP2 y FFP3 impiden la salida del virus al exterior y también su entrada, con lo que nos previene también de contagiarnos.
Las recomendaciones médicas en este supuesto son que para personas menores de 50-60 años se puede usar la mascarilla quirúrgica, y para las de edad superior o que tengan enfermedades concomitantes, las mascarillas FFP2 y FFP3.
Una vez que sabemos fielmente que nos permiten respirar, solo nos queda habituarnos a la mascarilla, en aras de prevenir el contagio masivo de nuevo. Invito a que ustedes creen sus propios diseños para colocar encima de las mascarillas reglamentarias, ya que así estaremos mas guapos, y a su vez mantenemos limpias las mascarillas útiles debajo. Usen perfume, que no huela a hospital, hagamos de una norma necesaria, algo con personalidad y bonito.
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