Proliferan las parejas 'LAT' en España: Juntos pero no revueltos
El abogado García Cebrián analiza esta tendencia en individuos que mantienen una relación pero cada uno vive en su casa
Están en auge las parejas LAT, que reciben su nombre de las siglas en inglés “Living Apart Together” cuya traducción es “vivir separados juntos”. Lo contrario son las parejas o matrimonios LTA, que son los que viven juntos, pero desearían poder vivir por separado.
No existen cifras oficiales, pero se considera que las familias y parejas LAT que están juntas, pero deciden no convivir, ya son en España entre el 8 y 10 por ciento de las parejas.
En cambio, de los matrimonios LTA que quieren divorciarse, entre el 30 y 40 por ciento de ellos no pueden hacerlo por dificultades económicas y mantienen una conveniencia que ya no quieren. Es imposible conocer datos exactos, pero viven juntos queriendo estar separados más de 30.000 familias cada año en España.
La evolución de los matrimonios 'convencionales'
Antiguamente, las familias se construían alrededor de un matrimonio, que había que mantener a toda costa, incluso por encima de la felicidad de los cónyuges. El matrimonio era el único modelo aceptado socialmente. El divorcio era un tema tabú lleno de prejuicios y existía una fuerte presión social que imponía el aguante, pues se concebían los matrimonios “para toda la vida”.
Actualmente, las parejas y familias no valoran principalmente el mantener el matrimonio. En España contamos con un porcentaje del 60 por ciento de divorcios. Lo que valoran principalmente las parejas es la felicidad individual, de manera que cada vez existen más personas que no quieren tener pareja o que la quieren tener, pero sin llegar a convivir para evitar perder la independencia que le ofrece vivir solos.
Ya no tenemos un modelo único de pareja o familia, sino uno plural que tiende a priorizar la libertad en detrimento del compromiso.
Estar juntos pero elegir vivir separados, parejas LAT
El objetivo no es vivir juntos, pues precisamente consideran que la no convivencia es un refuerzo para la relación. Vivir juntos ya no es el objetivo, se dota de gran valor a la soledad y el espacio individual de cada uno de los miembros de la pareja.
Se tienen menos problemas derivados de la convivencia, por tanto se discute menos. Al no compartir un proyecto económico, existen menos vinculaciones y por tanto mayor libertad. Algunas parejas LAT deciden elegir domicilios cercanos y otros incluso tenerlos en lugares alejados, de manera que desarrollan su relación en el domicilio o entorno de cada uno de los miembros de la pareja en momentos puntuales. O incluso en terceros lugares, donde no reside ninguno de ellos.
La posibilidad de relacionarse en un lugar que no sea el entorno de ninguno de los miembros de la pareja puede suponer la gran ventaja para parejas que quieren mantener en parcelas diferentes su desarrollo personal y su desarrollo sentimental. Incluso hay una modalidad de parejas LAT que ni tan siquiera mantienen relación con familiares y entorno del otro miembro, de manera que no llegan a profundizar en la vida que rodea al otro, sino que se centra directamente en el otro de manera individual.
No llegar a tener vinculación con el entorno de la pareja puede ser una buena opción si se tiene en cuenta que, en ocasiones, la familia política dificulta la relación hasta el punto de contribuir a la ruptura o disputas. Se trata de relaciones de dos personas ejercidas desde la alternancia de la individualidad y los momentos de vida compartida.
Son parejas que no suelen tener proyectos patrimoniales ni hijos comunes. En este último aspecto, es evidente la limitación que supone esta relación a la hora de organizar el cuidado de los hijos.
Estar separados pero vivir juntos, matrimonios y familias LTA
En España el 60 por ciento de los matrimonios acaban en divorcio. La media de duración de un matrimonio es de 16,5 años. Por otra parte, los datos arrojan que entre el 30 y el 40 por ciento de los matrimonios que quieren o necesitan divorciarse no pueden llevarlo a la práctica por problemas económicos.
Se calcula que son más de 30.000 matrimonios los que cada año posponen la decisión de divorciarse y dejar de convivir por no poder pagar los costes de hacer vidas por separados y abonar la minuta de los profesionales que intervienen en el proceso de familia.
De hecho, alargar una convivencia no deseada estando realmente separados es un foco de conflictos. Puede ser muy perjudicial pues reduce los divorcios de mutuo acuerdo, ya que cuanto más se pospone la tramitación del divorcio y el cese de la convivencia, desde que la pareja ha decidido divorciarse, más cuesta llegar a un entendimiento, pues aumenta el nivel de fricción, tensiones y daño familiar.
Los matrimonios que se van deteriorando con una convivencia que no quieren seguir manteniendo pueden incluso llegar a condicionar la posibilidad de que se produzcan situaciones límite y violencia.
Un entorno familiar en el que la pareja vive junta estando separada supone que tanto las parejas cuando finalmente se separan, como los hijos de padres que han vivido juntos estando separados, tienen una tendencia a formar posteriormente relaciones de pareja y familiares LAT, o lo que es lo mismo, parejas juntas que viven separadas, condicionadas por el efecto de experiencia negativa que crea el haber vivido situaciones de convivencia familiar insanas.
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