Los problemas gastrointestinales son cada vez más frecuentes entre la población
Enfermedades digestivas comunes: prevención y tratamientos
El aparato digestivo está expuesto a numerosas sustancias y microorganismos por lo que es habitual que surjan síntomas o enfermedades con frecuencia. Es importante detectar a tiempo cualquier síntoma de malestar gastrointestinal para prevenir que derive en problemas más graves, empeore y afecte a la calidad de vida de la persona. Llevar un estilo de vida saludable, mantener una dieta equilibrada y seguir una serie de estrategias preventivas permite cuidar de la salud digestiva e intestinal. Entre las enfermedades digestivas más frecuentes entre la población destacan: Las hemorroides: también llamadas almorranas, son venas inflamadas localizadas en la zona exterior del ano (hemorroides externas) y/o en el interior del mismo o en la parte inferior del recto. Las hemorroides pueden estar causadas por una dieta baja en fibra, el estrés, la falta de actividad física o la ausencia de hábito a la hora de ir al baño. Son tan sumamente habituales que se calcula que la mitad de la población las padecerá en algún momento de su vida. Resultan muy molestas y dolorosas y producen que actividades como caminar, sentarse o defecarse convierten en un auténtico suplicio para quien las padece, debido al dolor, ardor y escozor que producen. Afortunadamente, existen remedios muy eficaces para tratarlas como la pomada de anso, que proporciona un alivio inmediato de los síntomas que producen las hemorroides. La pomada antihemorroidal de Anso actúa en tres puntos clave. Por un lado, tiene efecto anestésico por lo que alivia el dolor; por otro, también tiene poder antiinflamatorio y reduce la hinchazón de las hemorroides. Además, la pomada tiene función antitrombótica, por lo que previene la aparición de las hemorroides. El síndrome del intestino irritable: también llamado colón irritable, es otra de las enfermedades digestivas más frecuentes. Este trastorno afecta el estómago y a los intestinos produciendo incómodos síntomas como: cólicos, dolor abdominal, hinchazón abdominal, gases y diarrea o estreñimiento. El síndrome del intestino irritable es una afección crónica que debe controlarse a largo plazo. Aunque se desconocen sus causas exactas, los especialistas asocian su aparición tras haber sufrido un episodio grave de diarrea causada por bacterias o virus (gastroenteritis) o a un exceso de bacterias en los intestinos (sobrecrecimiento bacteriano). En otros casos, la afección muestra sus síntomas en momentos en los que el paciente está especialmente estresado. Hay cuatro tipos de síndrome del intestino irritable según los síntomas: estreñimiento predominante, diarrea predominante, mixto o sin clasificación. Para paliar los síntomas tras el diagnóstico, es recomendable evitar las bebidas que propicien la sobreestimulación intestinal, como el café, el té o las bebidas energéticas. Se debe aumentar el consumo de fibra para regular el tránsito intestinal y evitar el consumo de gluten. Hábitos saludables como aumentar la actividad física, dormir como mínimo 8 horas al día y reducir los niveles de estrés y ansiedad son otras posibles medidas para mejorar la calidad de vida de los pacientes que sufren el síndrome del intestino irritable. La enfermedad de Crohn: es una afección crónica del sistema digestivo que afecta a cada vez más personas. Se trata de un trastorno inflamatorio que afecta principalmente el tracto gastrointestinal. Puede surgir en cualquier parte del tracto, desde la boca hasta el ano, aunque lo más habitual es que se manifieste en el intestino delgado y el colon. Produce síntomas como: diarrea, dolor abdominal, pérdida de peso, fatiga, sangrado rectal y/o fiebre. La intensidad de estos síntomas puede variar a lo largo del tiempo con períodos de exacerbación y remisión. Para su tratamiento se recomiendan cambios en la dieta y terapias naturales que pueden reducir los síntomas. Es importante consultar con un especilista ante la aparición de cualquier síntoma gastrointestinal para evitar que pueda derivar en trastornos más graves o crónicos.
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