26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El abogado García Cebrián analiza las situaciones en las que padres, madres o hijos llegan al extremo de acabar con la vida de sus familiares directos

Peligrosidad de las relaciones familiares, al límite: Qué hay detrás y cómo detectarlas

Las personas son potencialmente peligrosas cuando llegan al límite. Hay personas que no padecen enfermedades de salud mental que, sometidas a presión, acaban protagonizando altercados. Y personas que padecen problemas de salud mental que, en un momento determinado, acaban protagonizando comportamientos límite. Se repiten en las noticias desgracias familiares en las que padres, madres o hijos llegan hasta al extremo de acabar con la vida de sus familiares directos.

En ocasiones, las relaciones familiares se tornan tóxicas o superan el nivel de tensión saludable. Y en muchos casos, en vez de destensar la relación se continua con ella aumentando paulatinamente el nivel de estrés soportado, lo que en ocasiones provoca enfrentamientos que se podrían evitar.

Cuando una relación no funciona lo mejor es terminarla a tiempo, de lo contrario, se deteriora innecesariamente generando frustración que no siempre se sabe gestionar y que puede desencadenar comportamientos injustificables que, aunque parezcan muy poco probables, no lo son tanto cuando una persona se siente superada.

El comportamiento y actitud de los demás no depende de nosotros pero sí está en nuestra mano alejarnos en todo lo posible de las personas potencialmente peligrosas. En estos casos, da igual quien tenga la razón y tampoco debemos aferrarnos a discusiones patrimoniales porque hay cosas que no tienen precio, de manera que, con personas que no controlan sus impulsos debemos limitar en la medida de lo posible nuestra relación y nuestras vinculaciones.

Denunciar comportamientos peligrosos

No se puede normalizar la violencia ya que supondría acostumbrar a las personas a situaciones violentas. No poner límites a tiempo puede suponer que algunas personas tengan la errónea creencia de que todo está permitido.

Alberto García Cebrián. 

En ocasiones, las relaciones personales se acaban cosificando y en este tipo de relación cabe la posibilidad de que alguno de los componentes llegue a creer que su pareja o matrimonio es para toda la vida y que sus hijos son sólo suyos por lo que en el momento en el que exista una separación familiar, tendrá una percepción errónea de esta al partir de una premisa equivocada.

Siendo realistas, la denuncia no garantiza la seguridad absoluta

Por desgracia hemos presenciado conductas familiares límite entre personas que tenían una orden de alejamiento. ¿Por qué? Existen muchos factores a valorar: En ocasiones no se denuncian todas las situaciones peligrosas para la integridad familiar. En otros casos, las medidas judiciales no están tan actualizadas como para ofrecer una solución realmente garantista.

Incluso en algunos supuestos, es imposible controlar comportamientos límite de personas que tienen la obsesión de culminar comportamientos límite. En estos casos, todas las medidas de protección son pocas y se debe buscar la protección real.

Personas potencialmente peligrosos en familias con hijos

Lo más complicado de gestionar son aquellas situaciones familiares en las que uno de los miembros es potencialmente peligroso pero, según la Ley, tiene los mismos derechos respecto de los hijos comunes.

En estos casos hay que acudir a un buen abogado de familia para tratar de gestionar de la manera más garantista para nuestros hijos las relaciones familiares. Un porcentaje de la población consume drogas que alteran su comportamiento sin que existan herramientas eficientes y realmente garantistas para controlarlo.

También existen personas con trastornos de la personalidad y potencialmente peligrosos que, con o sin diagnostico y con o sin medicación, siguen siendo padres y madres, y para algunos de ellos es muy difícil modular la relación paternofilial.

Igualmente existen personas aparentemente socializadas pero que ante casos en los que no saben gestionar y digerir sentimientos como la frustración o la pérdida pueden llegar a ser un peligro potencial.

Por todo ello, debemos de fomentar una gestión asertiva de nuestras relaciones familiares. Por encima de los derechos y obligaciones teóricos está la responsabilidad parental, que debe proteger y velar por evitar la violencia a las personas más vulnerables, nuestros hijos.

Tampoco está justificado privar del cuidado y compañía de los hijos comunes al otro progenitor pero, si existe un miedo fundado y razonable, debemos tomar medidas a tiempo solicitando el establecimiento de medidas de protección para evitar exponer a nuestros hijos a peligros potenciales.

No podemos obsesionarnos, pues siempre existe la posibilidad remota de que ocurra una desgracia como un accidente o un comportamiento límite, pero en la medida en la que sea posible, deberemos de actuar en todo lo que esté en nuestra mano, incluso con ayuda profesional para reducir al máximo el riesgo.

Es imposible controlar todo, pero sí es posible minimizar al máximo el riesgo al que exponemos a nuestros hijos, familiares, seres queridos y nosotros mismos.

En ocasiones ocurre que familias, una vez separadas o divorciadas, ven el peligro en comportamientos que cuando estaban juntos habían normalizado. Como, por ejemplo, conducir un vehículo con los hijos habiendo bebido o consumido sustancias estupefacientes.

Lo correcto y deseable es mantener conductas responsables tanto cuando una pareja con hijos está junta como cuando está separada, pues no sólo protegerá a nuestros hijos sino que además será el mejor ejemplo a seguir para ellos, que les protegerá en su desarrollo adulto al aplicar comportamientos adecuados y repeler y evitar conductas inadecuadas.

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