25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El estadounidense Nagel y el británico Kilpatrick son dos superdonantes que regalan su semen a todas las personas que se lo piden

Los “esperminator” que siembran vástagos por todo el mundo se topan con las leyes sanitarias nacionales

Ari Nagel, uno de sus hijos y algunas de las madres receptoras de su semen.
Ari Nagel, uno de sus hijos y algunas de las madres receptoras de su semen.
Hoy día el cine y el comic nos han proporcionado héroes y superhéroes de todo tipo. O casi... Proque eso de que la realidad supera en tantas ocasiones la ficción se confirma a diario. Es el caso de Ari Nagel, un estadounidense donante habitual de semen que cuenta ya con al menos 48 hijos repartidos por todo el mundo. Este profesor de matémáticas en la Universidad de Nueva York se ha tomado muy en serio esta peculiar actividad altruista y va repartiendo su materia orgánica a todas las mujeres

Tanto es así, que Ari Nagel, judío  procedente de una  familia ortodoxa y ex alumno de yeshivá en Brooklyn (casa de estudio judía) va siempre preparado con sus “aparejos” para ejecutar una buena donación in situ, un test de ovulación, un recipiente esterilizado, su información genética y de enfermedades de transmisión sexual y cuenta espermática.  Nagel  está muy solicitado, en persona y por internet,  y en cualquier momento le sorprenden con la ya para él habitual solicitud. Incluso en un aeropuerto, como en una ocasión le ocurrió cuando dos mujeres lesbianas le pidieron su esperma para engendrar su bebé. La confianza que demuestran las receptoras en cuanto a la veracidad de los documentos que les pueda mostrar Nagel es también digna de heroínas...

Nagel con una de las madres receptoras de su semen y algunos hijos. 

Este neoyorquino no cobra por sus donaciones y se adapta  a las necesidades de las peticionarias. Es decir, les puede enviar  el semen de manera estéril para su congelación, puede quedar  con ellas y se lo da en un recipiente especial para inseminación inmediata o puede  directamente también ofrecerse a  practicar sexo si la demandante está de acuerdo. Nagel se adapta encantado por lo general y así ha quedado reflejado en un documental realizado sobre su caso, según el codirector del mismo, Yair Cymerman.

Lo que empezó hace diez años como una ayuda desinteresada y como un favor a un para de mujeres de Manhattan,  se fue convirtiendo poco a poco en una especie de propósito de vida. En realidad, este superdonante confiesa que " quería llegar a tener doce hijos varones, como Yacob, y pensé parar entonces... pero no paré". Nagel asegura que cree en un nuevo tipo de familia, y está claro.  Él, con 44 años, separado de su mujer con la que tiene tres hijos, quiere formar parte activa de los que va  engendrando por todo el mundo.  Los tiene en Taiwan, en EEUU y también en Israel, país este que en un reciente proceso de donación le ha puesto obstáculos a Nagel y a su receptora debido a la legislación sanitaria que exige que receptor y donante no se conozcan. Algo  que el generoso Nagel suele saltarse a la torera con las madres de sus hijos.

Ari Nagel con otro par de vástagos. 

El flamante  donante participa en la manutención de al menos nueve de sus hijos y acostumbra a visitarles y a formar parte de sus vidas. Las madres suelen estar de acuerdo e incluso algunas han empezado a conocerse entre ellas. Él, todavía, desearía tenerlos a todos más cerca e influir en sus vidas. No sabemos cómo lo hará, pero podría ser un caso de estudio para lo sistemas de conciliación familiar.

La "S", Nagel, la tiene muy interiorizada. 

Pero este profesor de matemáticas no es el único superdonante conocido. En Reino Unido, hace unos cuatro años, saltó a la fama un joven que declaró haber tenido diez hijos con nueve mujeres en cuatro meses....  Con apenas 26 años, Kenzie Kilpatrick ofrecía su esperma gratis por Facebook... y solo ponía una condición: que las parejas receptoras fueran del mismo sexo. Él, también  homosexual, no podía tener hijos con su compañero porque este no quería.

Kenzie Kilpatrick, el superdonante británico con un hijo y las respectivas madres. 

Por ello, se declaraba feliz de satisfacer los instintos maternos y paternos de otras personas. Y también permitía que sus vástagos le conocieran, si así lo deseaban.  Sin embargo, el joven se topó rápidamente con las protestas y denuncias de varias organizaciones sanitarias que calificaban este método como “muy arriesgado” porque podría transmitir enfermedades graves a los bebés. Kenzie certificaba estar completamente sano y llevar una vida sana y contestaba que él quería hacer la vida feliz a otros  que no pueden quizá pagarse los altos precios de un servicio que es en realidad, un  “auténtico negocio” de algunos centros especializados.

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