02 de mayo de 2024
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FIN DE SEMANA

Este tipo de relaciones se suele dar entre varones que se confiesan heterosexuales y, además, rechazan a los chicos que son excesivamente amanerados

El Bud sex: La sorprendente nueva moda de tener sexo entre hombres que no se consideran gais

El Bud sex se lleva a cabo entre amigos.
El Bud sex se lleva a cabo entre amigos.
El Bud Sex es una práctica en la que hombres de más de 50 años han empezado a tener relaciones sexuales con otros varones para reafirmar su masculinidad. Rechazan completamente a los hombres afeminados y cuanto más masculina sea su pareja más cómodo será el sexo entre ellos. Irónicamente el perfil típico de alguien que practica el Bud sex incluye discursos homofóbicos y una interiorización absoluta de los roles de género.

La sexualidad ha sido un objeto de controversia e incluso discriminación en los últimos años. Algo tan presente en la vida de las personas ha adquirido un estatus de necesidad que algunos satisfacen como pueden según sus preferencias particulares.

La heterosexualidad o la homosexualidad, así como otras tendencias en un principio parecen condicionar las circunstancias en las que mantenemos las relaciones sexuales, pero lo cierto es que la innovación es constante y siempre se pueden dar nuevos escenarios.

Alejandro Magno es un estandarte de masculinidad hoy en día, era bisexual.

El Bud sex (sexo con amigos) es una nueva forma de práctica sexual que involucra a hombres heterosexuales que mantienen relaciones sexuales con otros amigos varones por puro placer y como forma de reivindicar su masculinidad.

Una moda sorprendente

A todos nos han dicho alguna vez que cómo podemos saber si no nos gusta algo si no lo hemos probado, es el caso de los hombres que practican el Bud sex. Las personas que hacen uso de esta práctica dicen no sentirse atraídos por personas de su mismo género y simplemente lo hacen para satisfacer sus instintos.

No hay caricias ni besos, solo penetración buscando el placer efímero de alcanzar el orgasmo proveniente del coito. Sin embargo, esta práctica no ha estado exenta de polémica, ya que es lógico pensar que una actividad así recibiría críticas de ciertos sectores conservadores u homófobos, pero lo cierto es que la principal crítica ha venido por parte del colectivo LGTBI+, quienes consideran el Bud sex como “una forma de no salir del armario”.

El colectivo LGTBI+ considera el Bud sex una forma de negarse a salir del armario.

Podría tratarse de una práctica bisexual en busca del placer, como en la antigüedad, los griegos o los macedonios que no se detenían un segundo a pensar si lo que estaban haciendo era una práctica homosexual u heterosexual. Lo último en lo que pensaban era en justificar sus actos porque para ellos el placer era el fin absoluto y no tenía cabida en la racionalidad.

La posibles orígenes del Bud Sex

La figura del Bud Sex fu objeto de una investigación de un sociólogo de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda. Estudió los primeros indicios de esta práctica en una población rural del país.

Lo interesante de la investigación es que buscaba intentar encontrar una correlación entre las características de un país como la cultura, el contexto social, el lugar, el momento histórico y las interpretaciones personales. Estos factores permitirían elaborar una hipótesis que dotase de nuevas dimensiones al contexto de la identidad sexual.

Los hombres que practican Bud sex buscan las parejas más masculinas posibles.

La investigación resaltó que los hombres elegían a propósito a otros hombres heterosexuales y de características similares como la raza. Decían que al tener relaciones masculinas entre heterosexuales les hacía sentir lejos de cualquier trasfondo homosexual.

En la actualidad

El Bud sex es el placer por el placer, renegando de cualquier apartado emocional que pueda intervenir, no hay preliminares, se va al grano. Se puede dar algún deje de complicidad entre los que lo practican ya que es habitual tener charlas sobre la vida después de la práctica, lo que establece o fortalece los vínculos de amistad y confidencialidad, ya que la práctica se realiza en celoso secreto.

El perfil del estudio involucró a hombres heterosexuales de más de cincuenta años, blancos y la mayoría casados y con hijos. Estos sujetos han interiorizado la heteronormatividad durante muchos años. Los resultados del estudio dan a entender que se trata hombres que debido a sus circunstancias geográficas, sociales y culturales han vivido mucho tiempo reprimidos y no se les ha permitido expresar cualquier otro tipo de deseo sexual.

El perfil del practicante de Bud sex es el de hombres de más de 50 años blancos y heterosexuales.

Lo más interesante es que entienden la masculinidad de una manera estereotípica y rígida. Consideran que la masculinidad es la ausencia de características típicamente femeninas. Estas características pueden no estar claras ya que hombres y mujeres compartimos los mismos rasgos a excepción de las diferencias biológicas. Los comportamientos típicamente femeninos se cimentan sobre estereotipos arcaicos, como la expresión de cualquier emoción no violenta.

Homófobos que se acuestan con hombres

El estudio también arrojó otros datos interesantes. Se ha mencionado antes que los argumentos para reafianzar la heterosexualidad de esta práctica es el hecho de que ninguno de los participantes expresa “características típicamente femeninas”, pero hay más. La mayoría de los sujetos del estudio tenían discursos homófobos.

Los hombres afeminados son completamente rechazados como posibles compañeros sexuales. Esto ya se ha explicado de una manera menos directa. Los hombres que practican el Bud sex están convencidos de que no se trata de una práctica homosexual si se despojan de cualquier característica femenina. Esto quiere decir que un hombre que manifieste las conductas concretas para ser identificado como “afeminado” sí supondría una relación homosexual.

Los sujetos del estudio tenían conductas típicamente homofóbicas.

Este comportamiento homófobo puede venir de un conflicto de intereess entre lo que se desea y lo que se les ha enseñado. Se tratan de hombres de avanzada edad que han interiorizado los roles de género como una verdad absoluta inamovible y que cualquier comportamiento fuera de esa normatividad iría en contra de la manera en la que se han relacionado toda su vida con el entorno. El hecho de que sean hombres mayores de cincuenta años, criados en ambientes típicamente conservadores parece reforzar estas teorías.

Sin embargo, los deseos y la necesidad parecen ser más fuertes que el comportamiento y el pensamiento adquirido, pero no quiere decir que entren en un conflicto. El Bud sex parece demostrar que la mente humana es capaz de adaptar los códigos morales y las convicciones a un nivel en el que sus actos y deseos no traicionen a la educación que se ha dado desde la más tierna infancia.

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