El caso de los 'trans' en los Juegos: El atleta al que Hitler obligó a cambiar de sexo
La polémica de Imane Khelif revive la situación del atleta 'Dora' Ratjen que fue obligado a convertirse en mujer
El pasado jueves 1 de agosto, la boxeadora argelina Imane Khelif se enfrentó a la italiana Angela Carini en el que fue uno de los combates más controvertidos en la historia olímpica. La pelea duró solo 46 segundos y el motivo de la polémica y las quejas, es por la apariencia física de la boxeadora argelina, quien tiene altos niveles de testosterona y muchos la han acusado de participar en los Juegos Olímpicos de París 2024, como una mujer transexual, algo que para mucha gente sería injusto y poco ético.
El Comité Olímpico Internacional (COI) ha salido en defensa de la deportista argelina, afirmando que todas las atletas que compiten en la categoría femenina cumplen con las reglas de elegibilidad de la competencia, que en este caso se basan en la identidad de género autodescrita por las boxeadoras. "Nació mujer, fue registrada como mujer, vive su vida como mujer, boxea como mujer, tiene un pasaporte de mujer", aseguró Mark Adams, portavoz del COI.
Este caso recuerda al de la atleta 'Dora' Ratjen, quien en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, representó a Alemania en la prueba de salto de longitud en la que terminó en cuarta posición. Sin embargo, años después reconoció públicamente que su verdadero nombre no era Dora, sino Hermann Ratjen, y que se había visto obligado por los nazis a presentarse como mujer, con el objetivo de que los judíos no se hiciesen con ninguna medalla, ya que la representante del país germano en esa disciplina iba a ser la destacada saltadora de altura, Gretel Bergmann, quien era de ascendencia alemana-judía.
Deporte como parte de la “raza aria”
El gobierno promovía la actividad deportiva como parte de su impulso de fortalecimiento de la "raza aria", con el propósito de ejercer dominio político sobre los ciudadanos y preparar a los jóvenes alemanes para el conflicto armado. Los deportistas de origen “no ario” (judíos, personas de ascendencia judía y gitanos) fueron sistemáticamente excluidos de las instalaciones y agrupaciones deportivas alemanas.
Se les permitía únicamente entrenar en lugares periféricos y tenían oportunidades limitadas de competir. Uno de los casos más notorios en la historia para borrar la excelencia de cualquier atleta judío tuvo como protagonista a Dora o Heinrich Ratjen.
Podría haber sido simplemente una de las artimañas más reconocidas en el ámbito deportivo, pero la historia de Dora o Heinrich Ratjen va mucho más allá, ya que revela de forma cruel cómo Hitler instrumentalizó el deporte para sus propias metas.
La historia de Dora Ratjen
En los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, la atleta Dora Ratjen compitió en representación de Alemania y alcanzó el cuarto puesto en la prueba de salto de longitud. Dos años más tarde, en el Campeonato Europeo de Viena, logró establecer un nuevo récord mundial en esta disciplina. Sin embargo, posteriormente confesaría que su verdadero nombre no era Dora, sino Hermann Ratjen, y que se había visto obligado por los nazis a presentarse como mujer.
Su inclusión como competidora atleta "femenina" formó parte de la restricción impuesta por el régimen nazi a su destacada saltadora de altura, Gretel Bergmann, quien era de ascendencia alemana-judía. La controversia surgió debido a sus evidentes características físicas masculinas, y más tarde se revelaría que padecía una condición de intersexualidad. En 1938, logró establecer un nuevo récord mundial de salto de altura (1.70 m) durante los campeonatos europeos celebrados en Viena.
Impedir una medalla judía
Gracias a su musculatura inusual para una mujer de su edad, a Dora no le resultó difícil ingresar en el equipo alemán de salto de altura para los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Los nazis se habían asegurado de cribar minuciosamente al equipo alemán de cualquier deportista de ascendencia judía, lo cual resultó en la expulsión de Bergmann y el triunfante ingreso de Dora Ratjen. En estos Juegos Olímpicos, que representaban la máxima exhibición de la ideología nazi en la historia, Dora se ubicó en el cuarto lugar en la categoría de salto de altura, logrando una marca de 1,58 metros. Así comenzó la meteórica trayectoria de esta joven de Reichshof.
Dos años después, llegó el momento más importante de su carrera. Con tan solo 19 años, Dora Ratjen participó en el campeonato europeo celebrado en Viena, una nueva oportunidad para mostrar su habilidad como atleta. Y no desaprovechó la ocasión: se consagró como campeona de Europa al superar la altura de 1,70 metros, estableciendo así un récord mundial en 1938. Durante el viaje de regreso a Colonia, en el tren expreso, ocurrieron una serie de sucesos que cambiarían el rumbo de Dora Ratjen.
Internada en un sanatorio mental
De regreso a Colonia, el supervisor del tren, al observar a Dora Ratjen, tuvo sospechas sobre aquella mujer de complexión fuerte, creyendo que era un travesti, un hecho que estaba prohibido en la Alemania nazi. Inmediatamente, alertó a un oficial de la SS en la estación de Magdeburg.
En esta estación, la atleta fue obligada a bajar del tren para explicar que estaba ocurriendo, pero ni su tarjeta de identificación ni la recién obtenida medalla de oro lograron convencer a los agentes. Un examen médico al que fue sometida reveló que, a pesar de tener genitales anómalos, la ganadora era en realidad un hombre, lo cual llevó a su detención por parte de los oficiales alemanes. Fue internada en un sanatorio mental durante los siguientes seis meses.
Todos sus premios anulados
A Dora Ratjen le imputaron cargos de fraude contra el Tercer Reich durante el período comprendido entre 1934 y 1938. Todas sus marcas, récords y trofeos fueron confiscados y anulados, incluyendo la marca olímpica y la medalla de oro obtenida en Viena. Mediante un breve comunicado que declaraba: “Dora Ratjen no volverá a tomar parte en competiciones femeninas tras realizársele un examen médico”, la vertiginosa carrera de Dora Ratjen llegó a su fin.
El 11 de enero de 1939, el tribunal del distrito de Bremen dictaminó que a partir de ese momento debía vivir como un hombre y cambiar de nombre. A partir de entonces, Heinrich comenzó a vivir una vida en masculino, siendo reclutado en el ejército y posteriormente trabajando como camarero en Hamburgo y Bremen hasta su fallecimiento registrado en 2008.
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