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Personas bajo la lluvia en un evento deportivo en París 2024, cubiertas con plásticos y paraguas.
PIZARRA DEPORTIVA

En pleno ecuador de las Olimpiadas continúan los problemas de organización en París

Elcierredigital.com, testigo directo de estos Juegos de 2024, repasa los fallos más notables en la capital gala

Cuando uno atraviesa Francia en coche por etapas, contempla con estupor que los franceses no comparten el entusiasmo de los Juegos Olímpicos que se están celebrando en la capital. O al menos no como pudiéramos pensar desde fuera. París es París, y el resto de Francia sigue su verano sin verse casi afectado. Tan solo alguna publicidad, algún logo disperso, algún cartel recuerdan a los habitantes del país vecino que el mundo entero tiene los ojos puestos en su capital.

Los franceses son pragmáticos, prácticos y ni siquiera tienen puestas la televisión en los bares para ver como sus coetáneos ganan medallas. No es que no sientan orgullo, es que da la sensación que participar en unas olimpiadas es algo “très bon”. Pero no tan interesante como el beso que la semana pasada dio su presidente a la Ministra de Deportes. Los informativos los abren la ola de calor, no un metal, sea el deporte que sea.

El carácter francés es tal que tras la ceremonia de inauguración, el hasthag oficial en la red social X (antes Twitter) fue 'Jeux de la honte' (los juegos de la vergüenza). Francia tiene una ventaja, y es que sus ciudadanos no barren debajo de las alfombras ni aunque sean patrias, ni saben comulgar con ruedas de molino. Y si algo no les gusta no dudan en denunciarlo, salir a la calle y quemar contenedores si hace falta.

Incluso en París se nota la diferencia entre los municipios aledaños y la propia capital. Hay habitantes totalmente ajenos a los juegos y habitantes que lo “sufren” o directamente están haciendo su agosto (nunca mejor dicho). Venden botellas de agua a nueve euros o ponen el litro de gasolina 95 a 2.10 euros. "Extranjero: si quieres disfrutar de los juegos, paga".

Una vista panorámica de un río con un puente de piedra y edificios históricos a ambos lados, con un barco navegando por el agua bajo un cielo parcialmente nublado.
El río Sena a su paso por París. | El Cierre Digital

La ventaja con la que cuenta el país galo es precisamente este, que los juegos se hacen en París. Una ciudad tan idealizada y tan romantizada que perdonas los retrasos, los desórdenes, los fallos en la organización y hasta las ratas del metro.

La ciudad se ha visto sometida durante los últimos meses a un 'lavado de cara' para reforzar la imagen de perfección y belleza. Han gastado más de un billón de euros en limpiar un Sena que tiburones no tendrá. Pero ya se ha cobrado su primera víctima en E- coli, han pintado fachadas, remodelado barrios y desalojado a centenares de mendigos que pudieran distorsionar la apariencia de ciudad perfecta.

Críticas por errores en la organización

Y eso que los errores de organización están siendo continuos. En la archi-comentada Gala de Inauguración se olvidaron de los periodistas y los medios gráficos.  No les habilitaron un espacio cubierto para poder trabajar bajo la torrencial lluvia que asoló la ciudad ese día. Ver a nuestros reyes con chubasquero porque nadie del departamento de protocolo pensó en comprar paraguas tampoco es un punto para anotarse.

Ni que las barcazas no cumplieran el máximo de capacidad permitida y algunas delegaciones estuvieran a punto de bañarse en el Sena antes de tiempo. O que desplegaran la bandera olímpica al revés. O que Lady Gaga estuviera contemplando su propia actuación porque decidieron que había quedado más bonita la prueba de sonido y fueran esas las imágenes que emitieron.

Es verdad que todos los países han aportado miembros de seguridad. Mientras paseas por París te cruzas con una pareja de guardia civiles (oé oé, de pronto te sale el orgullo patrio y te apetece sacarte una foto con ellos como si fueran Batman y Robin paseando); militares americanos con metralletas y policías de todas partes con todos los uniformes posibles, pero su eficacia es efímera. Cuidan una esquina, vigilan una calle… y a todas las preguntas contestan “no sé”.

Y les ves en sus furgonetas, hastiados, bebiendo o atendiendo al móvil mientras en la otra mano sujetan el arma correspondiente. Y haciéndose fotos. Tras los atletas, hay turistas que habrán hecho colección de fotografías con todos los cuerpos de seguridad existente.

Un grupo de policías posando con un marco promocional de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024.
Agentes de seguridad en las calles de París. | El Cierre Digital

Tienen una aplicación para comprar las entradas a los juegos, pero no funciona. Puedes ir a ver de manera gratuita el pebetero olímpico, pero según la página web: “La página está colapsada y hay que intentarlo más tarde”. Puedes intentar comprar tickets para subir a la Torre Eiffel. Pero ya te advierten que “si no funciona, mejor te persones en la torre que venden las entradas que no encuentras online”. Y así todo. París es a día de hoy el perfecto ejemplo del “Vuelva usted mañana” que escribió Larra.

Discreta afición española en las calles de París

Pasear por las calles también es otra experiencia, pues la gente pierde el pudor habitual y vive disfrazada.  Como si Notre Dame fuese una atracción más de Disneyland París y no fueses nadie si no llevas la bandera de tu país enrollada al cuello. Es curioso ver que no hay mucho español todavía por las calles.  O quizás que seguimos arrastrando el prejuicio de dejarnos ver con la rojigualda fuera de un estadio de fútbol. Ni en París, ni en Burdeos, donde hace poco ha jugado 'La Roja' se puede ver ver mucho español. Y desde luego, nada de pelucas, antenas, gafas o sombreros como se ha visto a gente de Brasil, Colombia o Polonia (¡qué ruidosos son los polacos fuera de casa!).

Quizás esta segunda semana empecemos a lucir con orgullo la bandera por la calle, aunque sea con el toro impreso. Pero de momento los españoles de París están siendo discretos y pocos. Quién sabe si es porque ya hemos ganado el Mundial, y eso para muchos ya es todo. O que Nadal ha perdido. O que directamente somos como los franceses y nos trae un poco al pairo el deporte en general, y solo conocemos el nombre de ciertos atletas cuando ganan.

París 'se para' durante los Juegos Olímpicos

El otro día, elcierredigital.com hablaba con un decorador parisino y decía que no iba a cambiar los escaparates hasta que no terminen los juegos. Este año los niños no tendrán vuelta al cole si no es con mochilas rojas, blancas y azules, los colores que han teñido hasta la comida en la capital. Ni abrirán ciertas paradas en el metro, ni habilitarán tramos de carreteras… Imagínense ustedes que les hubieran forzado a alquilar una plaza de garaje porque viven cerca de la Gran Vía y durante dos meses tiene acceso prohibido a aparcar o sacar su propio coche.

Pues así viven muchos en París, suspirando para que termine estas semanas pero sin atreverse a decirlo en alto. Es lo que tiene querer organizar unos juegos en el centro de la capital de un país. Pero bueno, según reza la leyenda, ya lo dijo el Rey Enrique IV, “París bien vale una misa”.

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