26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Colmos superables

/ Gente en la calle.

El límite suele estar donde situamos un colmo. La capacidad de asombro es superaba por el esperpento legislativo colmando la estupefacción general. Quienes están detrás de semejantes iniciativas cumplen con rigor el ideario comunista libertario, que es el anarquismo, palabra con mala prensa, que los sectarios evitan pronunciar. Se trata de doblar el brazo al Estado de Derecho aprovechando que la matemática parlamentaria permite abusos. Los que sujetan el rodillo del poder suelen despreciar la representación popular para regatearla sin remilgos.

Y esa hemorragia legislativa, que hace sangrar demasiados sentimientos, consigue la promulgación y obliga a su cumplimiento, por mucho desprecio que demande. Las leyes, en semejante estira y afloja político, precisan superar controles esenciales, que han perdido su imprescindible independencia, porque los que arrastran las togas por el barro se encargan de proteger al legislador. Poco se puede hacer cuando el aparato político se pone de acuerdo para imponer legalmente su intransigencia social; verdaderas herejías jurídicas superan el colmo de la congruencia moral consiguiendo que las conductas delictivas se conviertan en derechos.

Es invadir la protección constitucional para que otros ciudadanos sean asaltados en el ejercicio de los suyos, consolidados por una tradición democrática basada en la legalidad anterior. Se ha puesto de moda proteger a los usurpadores de propiedad ajena pisteando a sus titulares con el visto bueno de la autoridad. La inoperancia de quienes han propiciado tanta carencia de viviendas sociales se suplanta con discrecionalidad injusta abusando de los propietarios legales. Superamos los límites del sentido común legitimando ese tremendo colmo de la desfachatez cuando un hombre se registra como mujer sin más explicación que sacar provecho injusto de la nueva consideración.

Cuando aparece la inevitable casuística debe pasar el control administrativo de un organismo gubernamental que ha provocado la paradoja absurda de ese falso cambio de sexo. El dislate de la ley para proteger a los animales irá dejando aparecer casos absurdos y conoceremos incalificables despropósitos al abrigo de una locura legislada sin fuste.

Pero el problema alcanza niveles desquiciantes cuando el poder jurisdiccional, el último bastión que los sectarios pretenden conquistar sin tapujos, comienza a quebrar las expectativas de los ciudadanos, que contemplan escandalizados cómo van apareciendo grietas anunciando su derrumbe inminente. El proceso penal, al que temen muchos de nuestros referentes sociales, va debilitándose porque los otros dos poderes del Estado se han aliado con el enemigo más perverso.

Los paladines de la legalidad no tienen recursos para defenderse de semejante avalancha, mientras sufren la traición emboscada entre las almenas de su resistencia. Sin munición es imposible defenderse. Como en un asedio medieval, los sitiadores van restando capacidad de la defensa mediante el corte de servicios y alimentos a los que pretenden proteger el derecho hasta las últimas consecuencias.

De algún modo, restando personal y medios, la administración de justicia pierde eficiencia y la eficacia adecuada para mantener el sistema de libertades y derechos de los ciudadanos. Así, además de los políticos corruptos y sus secuaces, los delincuentes se benefician de tanta deficiencia institucional.

Se archivan causas por corrupción política debido a la prescripción de los delitos, entre otras razones más perturbadoras, por no cumplir los plazos, errores en la aceptación de las pruebas esenciales para el enjuiciamiento, equivocaciones en la instrucción judicial, como dislates administrativos o procesales, en fin, defectos por incompetencia, indolencia, dolo o insuficiencia de personal para completar correctamente la persecución de corruptelas graves, protagonizadas por algunos seres despreciables, que dominan la esfera política en todas sus facetas. Y quienes perpetran verdaderas atrocidades se ven favorecidos por la inacción. No es un exceso calificar semejante actividad como colmos superables.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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