27 de junio de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

Máximo González

Cuando yo tenía dinero...

/ Ciudadanos españoles en un acto de Estado.

“Cuando yo tenía dinero, me llamaban 'Don Tomás' y ahora que ya no lo tengo, me llaman 'Tomás' na más".

Así comienza la canción “Sarandonga” que canta Lolita Flores entre otros y compuesta por el dúo cubano “Los Compadres”, formado por Lorenzo Hierrezuelo (Compay primo) y Francisco Repilado (Compay segundo) quienes la interpretaron en vivo y en Cuba en 1956.

La palabra “Sarandonga”, según el Diccionario de la Lengua Española (RAE), significa, “Baile que se ejecuta al compás de la música de la tambora y el güiro, pico de la provincia de Peravia y cuyo lanzamiento se remonta al año 2002, popularizado por Lolita en el año 2001, perteneciente al género Pop.

Ya en 1996 Warner Music Spain produjo la canción Sarandonga en la voz de Compay Segundo, que fue el nombre artístico de Máximo Francisco Repilado Muñoz, conocido músico, compositor e intérprete cubano a nivel mundial, nacido el 18 de noviembre de 1907 en el poblado de Siboney, Cuba.

Hoy en día estamos asistiendo atónitos y atónitas cada uno de los españoles y españolas en vivo y en directo al resumen de la obra del famoso escritor español Calderón de la Barca “El Gran Teatro del Mundo” cuyos temas eran: “la muerte, la soledad, la caducidad de lo humano y la melancolía”.

“El sentido dramático de la obra se centra en la lucha que el hombre mantiene en su alma entre el bien y el mal” y “siendo los personajes generales: la Humanidad, el Mundo, los Vicios, la Confesión, la Riqueza y las Buenas Obras”.

Calderón de la Barca nació el 17 de enero de 1600 en Madrid y falleció el 25 de mayo de 1681 a los 81 años de edad también en Madrid. Y la obra “El Gran Teatro del Mundo” la escribió al parecer entre 1633 y 1636, siendo representada por primera vez en Valencia en 1641 durante las fiestas del Corpus Christi .

Vistos los antecedentes anteriores y yendo a la realidad de la vida y la sociedad española del momento actual, se puede apreciar una gran similitud de este precursor autor español con una mente avanzada a su tiempo, a una casi calcada actitud del entramado social en el que nos encontramos ahora.

La falta de visión de futuro es tal, que solo se vive el día a día tanto en los jóvenes sin camino claro aparente, como en muchos mayores sin ilusión ni progreso y con la sola idea de que les caiga el “maná” del cielo mensualmente para ir tirando dentro de su agonía como personas íntegras.

No se transmite la lucha por el crecimiento como nación ante el mundo, ni por el patriotismo nacional ante los devaneos de los interesados que solo buscan división e impunidad, ni se lucha por la igualdad de todos y todas ante la ley, ni por la libertad de los individuos, ni por la independencia de los poderes del Estado con el fin de evitar acomodamientos gubernamentales y la falta de alternancia política, ni por los valores morales de las familias, ni por los de las escuelas, no.

¿Qué es lo que se lleva hoy entonces?; idolatrar al gobernante, aplaudirle a rabiar, haga lo que haga y diga lo que diga sin pensar en que esa actitud ni es eterna, ni los “palmeros” le seguirán a “pies juntillas” cuando abandone el prestado sillón que todos los españoles y españolas con nuestros votos le permitimos usar temporalmente y que tan solo unos cuantos, a modo de los faraones cuando morían y eran enterrados en las pirámides rodeados de todo tipo de lujo y criados para acompañarles en el viaje “al más allá”, decidían sacrificar sus propias vidas ante la muerte de su jefe.

Es como aquellos futbolistas, toreros o cantantes famosos y famosas, por poner unos ejemplos, que cuando lo son, todo el mundo les sigue, les pide autógrafos, les emulan, se enamoran de ellos y ellas, pero que cuando la edad o la decadencia les llega como todo en la vida, pasan a un segundo plano y como dice el sabio refrán español: “si te he visto, no me acuerdo”.

Así que, como dicen otros sabios refranes españoles: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, echa o pon las tuyas a remojar”; “no hay mal que por 100 años dure” y “a buen entendedor, pocas palabras bastan”.

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