26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

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Sergio Martín Guardado

Neomarxismo

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.

Todavía perdura la resaca del bochornoso proyecto presupuestario del Gobierno anunciado la semana pasada a bombo y platillo… Y pienso: ¿dónde estarán los hombres de negro adalides del neoliberalismo del que ya nadie habla? Si tan exquisitos eran los países frugales con sus socios del sur, quizá aquello quedó en propaganda barata de la de siempre, de esa a la que nos tiene acostumbrados Twitter.

De la más absoluta austeridad hemos pasado a la irracionalidad económica y fiscal en España. Quizá la Europa de la ‘next generation’ debería pegarle un toque de atención a la España de las ‘next elections’. ¿O es que van a consentir que ocurra como siempre? Dinero de la Unión riega España mientras el Gobierno de turno que, en esos momentos, es casualmente socialista los desperdicia para que los fondos de la transformación y la revolución queden una vez más en un espejo de la reciente historia, de la que lamentablemente no aprendemos.

Mientras el paro aumenta, especialmente entre los jóvenes, Sánchez otorga subvenciones para que se compren videojuegos al tiempo que reduce la partida presupuestaria de las universidades. También los ayudará con los alquileres. Todo ello discriminando con la edad y siempre como debería ser: con la renta. De la nueva izquierda ya se sabe, más que la conciencia de clase, que ya está muerta porque ellos mismos la mataron, importa la identidad. La identidad la prefabrican en casa Moncloa y si te interesan los toros, olvídate de los cuatrocientos euros del ocio y, si eres cuarentón y no tienes para pagar el alquiler, al gobierno no le importas porque su termómetro de encuestas te denota como un votante menos potencial, más infiel. Háganse adultos yendo al cine pero en el paro, que el techo ya se lo darán sus padres si yo no se lo quito. ¡Paternalismo del bueno!

Y así, la política española consolidó al marxismo de nuevo cuño que es patético tanto en el planteamiento como en las formas aunque sea precioso el proyecto de presupuestos, según la maestra de las ineptas palabras, María Jesús Montero. A ver si ganamos las elecciones a la desesperada, pensaran los herederos del ‘Plan E’. En la nueva España que cada día reinventan la propiedad privada pasa de ser derecho a privilegio, siempre que ellos no se empeñen en atacarla. Y lo mismo ocurre con el trabajo y la libre empresa, cuando irracionalmente se prohíbe el despido para condenar al fin a las empresas y más que proteger el trabajo se acaba con el.

María Jesús Montero. 

Están acabando con el planteamiento del Estado Social en sí mismo, descargando sobre el trabajo y la propiedad privada la función social de garantizar la igualdad sustancial que a ellos corresponde como Gobierno, a través de una redistribución de la renta que debe ser justa e inevitablemente estar guiada por la racionalidad económica. Empobrecer a los ciudadanos que están bien no asegura que se deje de seguir condenando a la desigualdad a aquellos que peor lo están pasando, más cuando se prioriza lo que no importa frente a lo que importa en un país donde el fracaso escolar solo va en aumento. La propiedad privada en la mayor parte de los casos es fruto del trabajo y la socialdemocracia precisamente ha muerto porque el comunismo le ha arrebatado toda dosis de libertad de su ideario. Al menos, en la España de hoy.

También puede ser que un Sánchez sin más principios que el sillón haya aceptado toda tesis morada para no ir a unas elecciones que va a perder si o si. Él lo sabe. La irracionalidad está en la propia intervención del mercado, se ve con la electricidad. ¡No funciona! Se verá con los alquileres y solo servirá para incrementar el precio. Luego, cuando vuelvan los recortes fruto de este despropósito se volverá a recurrir a fantasmas. Pero aquello no será consecuencia del neoliberalismo, ya no y quizá era menos malo que lo que están pariendo socialistas y comunistas en España: el neomarxismo.

Atacar a los poderosos para indirectamente atentar contra toda la sociedad y, siempre, el de abajo paga. Que no lo ponga nadie en duda. El mundo verde del analfabeto intelectual urbanita dilapida las posibilidades de progreso de las clases medias y trabajadoras que no pueden permitirse tirar el coche de diésel porque es su medio de trabajo. La España de los subsidios por doquier no hace más que atentar contra ellas para hacer la masa trabajadora cada vez más pequeña y con menores opciones de emancipación. Y es que no : el trabajo ya no dignifica, menos aún cuando el poder se sirve ideológicamente de él para dividir a la sociedad y para oponerse a la promoción social y económica de la ciudadanía.

En el neomarxismo la educación no cuenta, porque la inteligencia arrebata sus posibilidades de consolidación. La clase no importa, solo la propia, la de una parte de la política: el egoísmo puro. Ahora importa la identidad, para que no te unas, para que pienses en ti y nadie más. Ningún sentimiento de comunidad, la fraternidad ya no es un valor democrático. ¡Porque lo dicen ellos! De hecho, ustedes no tienen derechos porque lo diga una Constitución, si no que los tienen porque el zar Sánchez se los concede. ¡Faltaría mas! Y así los derechos de convierten en privilegios y pasan de ser realidad a sueños inalcanzables. Los sentimientos frente a la razón. Y los suyos, ¡no presuman de hispanidad! Si no, a Podemos se le viene abajo el chiringuito del revisionismo histórico.

Esto sólo son los inicios, el echar a andar del neomarxismo. Desgraciadamente, tuvimos la oportunidad de transformar España y, de hecho, lo haremos. Nos pareceremos más a Argentina que a Alemania. Si duda, esa no era la idea de la ‘next generation’ en la que pensaba Bruselas. De nuevo, seguiremos a la cola, porque nuestra clase política solo piensa en las próximas elecciones y de las nuevas generaciones que se ocupe el que venga detrás. ¡Ancha es Castilla!

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