26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Derecho a vivir y morir

/ Manifestantes a favor del aborto libre.

A pesar de que muchos ciudadanos tratan de esquivar la maldita propaganda, que no es poca e interesada, se ven apabullados por una intensa sucesión de escándalos políticos para seguir amasando esa inaplazable necesidad de imponer las posturas ideológicas o, sencillamente, aprovecharse de las prebendas del poder.

Cada mañana, sin descanso, aparecen nuevos elementos para el enfrentamiento dialéctico anclados en esa campaña electoral permanente a la que nos someten a través de voceros e intermediarios publicitarios. No hay tiempo para asimilar la última patochada, cuando surge la siguiente sin solución de continuidad. Esa cargante avalancha de estupideces no hace más que desafectar a la mayoría de los ciudadanos de una clase social privilegiada repartiéndose el dinero y la influencia pública con un descaso insultante.

Después del último vodevil jurisdiccional, donde aparece conformado el elenco completo, y mientras se confecciona el cuadro de actores para las siguientes representaciones, nos largan una diatriba absurda por ese afán desmedido de alardear frente al oponente político. Por cierto, es bueno recordarlo, una vez designados los protagonistas del drama, se inician las representaciones, como una que estaba pendiente desde hace doce años: Ley del Aborto.

Los encargados del casting, hasta ahora, no habían dado con el perfil adecuado para conseguir actores con los que lograr el máximo éxito. Los poderosos, en connivencia o el silencio indolente de quienes deben supervisar su actividad, asegurarán respaldo para alcanzar objetivos, por despreciables que sean. Si los órganos consultivos o estadísticos se alían con el poder, la verdad habrá desaparecido del panorama social. Cuando una buena parte de los intermediarios mediáticos abonan la falacia oficial el sistema de libertades puede darse por herido de muerte.

Están en peligro derechos fundamentales como libertad, seguridad, igualdad, propiedad, honor, vida o integridad. Con respecto a la vida, como a la muerte, estamos observando un empeño, tildado de progreso, que cuestiona determinados fundamentos del derecho natural. No es sencillo aislarnos de las ideologías religiosas o políticas, que suelen aderezar todos estos asuntos esenciales. El derecho a vivir o matar quedó claro desde el momento en el que la mayoría de las naciones avanzadas socialmente abolieron la pena de muerte y defienden la integridad física de los ciudadanos afectados por la agresión oficial.

Una vez apartados los modelos que admiten la pena de muerte y la tortura, incluso en el primer mundo, como otros abusos clamorosos nacidos de la acción impune de los gobiernos, nos centramos en el modo de vida adoptado en la Europa más moderna. Y con el afán de parecernos a las sociedades más avanzadas, según determinados parámetros, algunas ideologías, que en distintos lugares del mundo se comportan de otro modo, están promulgando normas con el emblema progresista. Una buena parte de los ciudadanos se quedaría con el término medio. No es bueno dejarse llevar por esa carrera impetuosa.

El derecho a la vida no debería tener sospechas legales, pero hay quien considera que se discrimina injustamente cuando el empeño en facilitar el aborto se pone por delante sin remilgos. No es bueno tanto derecho a matar o morir imponiendo condiciones para respaldas dictados políticos. La necesidad de ofrecer alternativas a las gestantes con información y recursos para facilitar el derecho a vivir de sus hijos, y está en el derecho natural, no debería considerarse un ataque a la deriva abortista oficial, imperante en España, según opinión de buena cantidad de ciudadanos.

No habría que confrontar el derecho a matar con el de vivir. Hay necesidad de garantizar natalidad y relevo generacional, merecedores de más atención que una diatriba entre abortar o prohibir el aborto, auténtico drama personal y social, respetable siempre. Tampoco hay porqué enfrentar eutanasia y tratamientos paliativos, que merecen muchos más pacientes de los que tienen acceso. Seguimos manoseando políticamente, sin reflexión constructiva, el derecho a vivir y morir.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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